viernes, 5 de julio de 2024

Allons enfants de la Patrie






José A. Naz Valverde
Colectivo Prometeo

(Profesor de francés jubilado)

      Las elecciones legislativas en Francia, cuya segunda vuelta es el próximo domingo 7 de Julio, se están desarrollando para buena parte de la población bajo un clima de “salvación de la Patria”
     Estas elecciones anticipadas han sido convocadas por Macron, el presidente, tras la victoria en las europeas del 9 de junio de RN, el partido de extrema derecha, supuestamente para hacer un llamamiento al electorado de reaccionar y elegir entre el fascismo o él, ya que los partidos a la izquierda no habían tenido grandes resultados en dichas europeas. 
      No contaba con la reacción de estos partidos, que en 24 horas acordaron presentarse en coalición, en 48 habían negociado las candidaturas y en 4 días presentaron un programa común con 150 medida a aplicar en tres fases y con las partidas presupuestarias correspondientes.
     Esa coalición se presentó, casualmente, con el nombre de Nuevo Frente Popular, emulando al de 1936 y explicando que se está en una situación parecida. Aquel primer Frente se creó como respuesta al auge de la derecha fascista en Europa y al hecho determinante del asalto a la Asamblea Nacional el 6 de febrero de 1934, que se saldó con 17 muertos y 2000 heridos. La reacción social fue inmediata convocando los sindicatos y partidos Huelga General y manifestación en Paris para el 12. Ya en las elecciones municipales de 1935 se llega a un pacto entre comunistas, socialistas y radicales para votar en la segunda vuelta al candidato mejor situado y cortar el paso a la extrema derecha. Pero el considerado acto fundacional del Frente popular fue la manifestación antifascista del 14 de julio de 1935, convocada por 50 organizaciones políticas, sindicales y cívicas. La coalición se creó formalmente para las elecciones del 3 de mayo de 1936, que fueron ganadas por aquella.

lunes, 1 de julio de 2024

¿Existe el derecho a la felicidad?

 


 

Ángel B. Gómez Puerto
Profesor Ayudante Doctor de Derecho Constitucional (Universidad de Córdoba).

Aparentemente no existe relación alguna entre la felicidad de la ciudadanía y la Constitución, norma fundamental que regula las cuestiones esenciales de la organización de una sociedad, desde los elementos esenciales de las instituciones del Estado, hasta los derechos, libertades y obligaciones de los ciudadanos y los mecanismos para hacerlos efectivos, en el marco de los objetivos sociales y económicos del Estado.

En la historia del constitucionalismo español encontramos un precedente de relación entre Constitución y felicidad, la Constitución de Cádiz de 1812. En este primer texto constitucional de nuestra historia, encontramos en su artículo 13, la siguiente proclamación: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.

Esta proclamación de nuestro primer texto político fundamental tiene unos procedentes históricos claros. Unos años antes, el producto jurídico más importante de la Revolución Francesa de 1789, que fue la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada el 26 de agosto de 1789, aludía en su preámbulo a la felicidad como objeto del Gobierno de la Nación: “Los Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los Gobiernos, han resuelto exponer en una Declaración solemne los derechos naturales, inalienables y sagrados del Hombre; para que esta declaración, estando continuamente presente en la mente de los miembros de la corporación social, les recuerde permanentemente sus derechos y sus deberes; para que los actos de los poderes legislativo y ejecutivo, pudiendo ser confrontados en todo momento con los fines de toda institución política, puedan ser más respetados; y para que las reclamaciones de los Ciudadanos, al ser dirigidas por principios sencillos e incontestables, puedan tender siempre a mantener la Constitución y la felicidad de todos”.