Rosa Cañadell
Psicóloga, profesora y portavoz del sindicato USTEC·STEs
Miembro del Front Civic de Catalunya
En momentos en que nuestra educación pública está en “cuidados
intensivos” por culpa de los recortes que contra ella han hecho las
administraciones centrales y autonómicas, ¿tiene algún sentido
aumentar las dificultades con nuevos cambios que en nada mejoran
pero, sí, crean polémica? En momentos en que el proyecto de Ley del
Sr. Wert (LOMCE) ya ha sido ampliamente contestado, por remitirnos a
tiempos predemocráticos (reválidas estatales, direcciones
autoritarias, religión como asignatura, privatización, etc.),
¿tiene algún sentido aumentar el rechazo de la comunidad educativa
con nuevas medidas cada vez más polémicas? En un momento en que el
grito de independencia suena más fuerte que nunca en Cataluña,
¿tiene algún sentido aumentar la tensión con un añadido al
proyecto de ley que es un ataque frontal al modelo de escuela
catalana?
¿Es pura provocación? ¿Se trata de azuzar el tema nacional para
poder tapar las vergüenzas de los recortes y demás medidas que
plantea la ley? ¿O realmente estamos asistiendo a unos
planteamientos totalmente retrógrados respecto a la educación? No
tengo respuestas, pero todo ello es altamente preocupante.
Nuestro sistema educativo tiene en este momento suficientes
problemas para que el máximo responsable de la educación actúe con
este grado de irresponsabilidad.
El modelo de inmersión lingüística, que durante más de 30 años
se viene aplicando en Cataluña, ha tenido un éxito total, tanto por
lo que se refiere a los resultados escolares en lengua castellana
(nuestros alumnos terminan la educación obligatoria con un nivel de
competencia en lengua castellana igual o superior al del resto de
alumnos/as de otras comunidades del estado), como en su objetivo de
ser una herramienta imprescindible para la igualdad de oportunidades
y la inclusión social de todo el alumnado. En Cataluña existe un
porcentaje muy alto de alumnado que proviene de familias que no
tienen el catalán como lengua propia, los cuales sin inmersión
nunca podrán tener la competencia suficiente en un idioma oficial
Cataluña. Así pues, desmantelar este modelo implica, no
solamente un ataque a la lengua catalana, sino un ataque a la
igualdad de oportunidades para todo el alumnado.
Proponer, como ha hecho el Sr. Wert, la posibilidad de
escolarización en castellano en centros privados, pagados con dinero
público, es otra de las irracionalidades de nuestro ministro. Si no
hay dinero para el funcionamiento correcto de los centros públicos,
¿de dónde saldrá el dinero para subvencionar estas nuevas escuelas
privadas? ¿No tenemos ya suficiente con pagar con el dinero de todos
y todas centros privados que segregan por razón de sexo y/o de clase
social, como para añadir nuevas segregaciones por cuestión de
lengua? Esta nueva propuesta, además de profundizar en la
privatización, abre las puertas a un sistema fracturado en la
educación: escuelas en catalán y escuelas en castellano.
Es evidente que, desde los centros escolares, el profesorado y
toda la comunidad educativa está cada vez más soliviantado.
Necesitamos recursos y un poco de paz en nuestras escuelas e
institutos. Necesitamos que las luchas partidistas no terminen por
desmantelar definitivamente nuestra educación pública, necesaria,
ahora más que nunca, para atender a todo tipo de alumnado en
igualdad de condiciones. Es por ello del todo necesario la
movilización para que esta ley no se apruebe, ni por lo que se
refiere al ataque a nuestro modelo de escuela catalana, ni por todos
los otros aspectos por los que está siendo ya altamente contestada
por la comunidad educativa de todo el Estado.
Finalmente Sr. Wert: ¿por qué no deja la educación en paz y se
dedica a otros menesteres? Muchos ciudadanos y ciudadanos se lo
agradeceríamos.
1 comentario:
Todas las medidas que está adoptando el PP (y, en su momento, el PSOE) "contra la crisis" tienen mucho sentido dentro de su estrategia de desmantelamiento de las funciones públicas del estado y privatización de todo. No se trata sólo de pura provocación, se trata de una ofensiva del gran capital contra todos los derechos que los ciudadanos y los trabajadores hemos ido conquistando a lo largo de siglo y medio. Y es importante para ellos ir lanzando medidas, como si fueran bombas, a un ritmo trepidante, para que los ciudadanos queden aturdidos y no tengan tiempo para darse cuenta de lo que está pasando realmente y reaccionar en consecuencia.
Lo único ya que puede detener a esta ofensiva capitalista es un poder que se oponga a su estrategia y tenga fuerza suficiente para vencerla. Tiene que ser el poder popular. Estamos asistiendo a un recrudecimiento de la lucha de clases, con la clase alta plenamente "armada" y comprometida con sus causas antisociales, y la clase trabajadora aún debilitada y desorientada.
Hasta que no tomemos consciencia de nuestra fuerza y decidamos desplegarla, el gran capital seguirá agrediéndonos con acometidas que tienden a la privatización de todo y el retroceso de los derechos de los trabajadores a los niveles del siglo XIX, para financiar un modelo de vida del siglo XXI para las clases altas.
No hay nada incongruente ni irracional en las medidas del PP, están todas bien planificadas y encaminadas a este objetivo.
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