[ Nuestro querido compañero Manuel Cañada nos regala un lúcido artículo que compendia de manera genial el binomio " clasismo/ educación para una élite"]
Manuel Cañada
FCSM
“No tiene reparo alguno en decir que cada vez que pasa por
Villafranca de los Barros siente necesidad de entrar en el Colegio San
José para visitar a la Virgen que se venera en la capilla”. La frase es
del periodista Antonio Ortiz y el devoto feligrés al que se refiere el
reportaje publicado en el diario Hoy el 3 de octubre de 2006 no es otro
que Guillermo Fernández Vara, exalumno del colegio jesuita durante siete
años y hoy presidente de la Junta. El mismo que, hace unas semanas,
anunciaba la concesión de la Medalla de Extremadura a esa corporación
religiosa. Así, sin anestesia, sin pudor alguno. Así se hacen las cosas
todavía en esta tierra marcada a sangre y fuego con la señal indeleble
del caciquismo.
“El dinero tiene, entre otras infinitas virtudes, una calidad
detergente. Y múltiples cualidades nutricias”. En una de sus últimas
novelas, Rafael Chirbes ponía este fogonazo de lucidez en la boca de
Esteban, uno de esos personajes-abreojos con los que el escritor
valenciano retrataba la argamasa moral sobre la que los ricos del país,
viejos y nuevos, han construido su dominio a lo largo de décadas. El
poder comparte con el dinero su capacidad blanqueadora. La adjudicación
de la medalla al Colegio San José persigue acicalar el relato
legitimador de la crema social y política de Extremadura y, para ello,
nos presenta el privilegio tras el formato de la excelencia educativa.
Las élites se condecoran a sí mismas.
El galardón, acordado por los dos grandes partidos, constituye un
poderoso símbolo sobre el entramado y la fortaleza de las redes del
poder en Extremadura. Si hay un colegio en la región que represente a la
casta política y económica durante todo el siglo XX ese es, sin duda
alguna, el centro donde estudió Fernández Vara. El Colegio San José de
Villafranca ha sido el Pilar extremeño, por sus pupitres ha pasado una
parte muy significativa de las élites judicial, universitaria,
empresarial o política. Junto a nombres conocidos del mundo de la
cultura y el espectáculo como Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Luis
Galiardo, José Manuel Soto o Lucía Dominguín, en sus aulas se han
formado algunos de los exponentes más señeros de la aristocracia y el
latifundismo patrio como Antonio de Vargas-Zúñiga y Montero de Espinosa,
II Marqués de Siete Iglesias y primer director de la Real Academia de
Extremadura o Francisco Fernández-Daza y Fernández de Córdoba, fundador
de la Asociación Nacional de Caballos de Pura Raza Española.
Como es sabido, por el Colegio Nuestra Señora del Pilar, en Madrid,
han transitado ministros, embajadores, fiscales generales del Estado y
altos cargos de la política. Pero, salvando los condicionantes de
periferia geográfica, el Colegio San José de Villafranca no le va a la
zaga en lo que a densidad oligárquica se refiere: en sus clases se han
adiestrado políticos franquistas como Francisco Bonilla Pérez de Guzmán
el Bueno, presidente de la Diputación Provincial de Cáceres y procurador
en Cortes, o Álvaro Lapuerta, también procurador y, posteriormente,
responsable de las finanzas del PP entre los años 1993 y 2008. Y, tras
la transición democrática, una auténtica pléyade de alcaldes y
concejales de municipios de Extremadura, así como decenas de altos
cargos de las administraciones provincial y regional: a título de
ejemplo, mencionaremos los nombres de Vicente Sánchez Cuadrado, senador
del Partido Popular y candidato a la Presidencia de la Junta en el año
1991, el de Ángel Robina Blanco-Morales, Director General de Universidad
durante seis años en el gobierno regional del o el de María Teresa
Tortonda, actualmente senadora del PP.