Ante la intensa y estresante
velocidad de crucero que aplica el Poder a las políticas en contra de
los derechos humanos y de la Tierra, conviene pararse a reflexionar y
pensar cómo y en qué condiciones hemos llegado hasta aquí y qué camino
queremos seguir construyendo.
Ese escenario de futuro no será jamás
igual a lo que hemos conocido. Si algo dejó claro la crisis financiera
de hace diez años es que nada volverá a ser como antes, sobre todo en
este país donde el milagro económico era una burbuja, una mentira
construida sobre un castillo de naipes.
Aquí, en España, no tenemos un proyecto
industrial porque desde la época de los gobiernos de González se fue
desmantelando la gran industria para entregarla sin costes a Europa,
grandes valedores del señor X al final del franquismo. Tampoco tenemos
un proyecto tecnológico porque con la excusa de la crisis se dejó de
financiar la investigación y el desarrollo provocando el exilio forzoso
de todo nuestro material y potencial humano.
No existe un proyecto energético, a
pesar del sol, el agua y el viento, porque los sucesivos gobiernos de
PSOE y PP, con el Jefe del Estado a la cabeza, nos han convertido en
dependientes energéticos de Oriente para beneficio propio y de sus
compadres. Además, no tenemos un modelo de Estado social porque nuestros
representantes públicos lo privatizaron todo entregándolo a sus señores
y amos, las grandes multinacionales y el Poder financiero.
Ante este escenario conviene preguntarse
qué queremos y qué podemos y debemos hacer. ¿Seguir como hasta ahora,
dejando que nos roben mientras sonriendo y con buenos modales les
servimos copas, comida y cama a cambio de salarios míseros y
empobrecedores? ¿Seguir como hasta ahora criando, matando y troceando
sus vacas, cerdos y pollos en megafactorías cárnicas mientras, sonriendo
y con buenos modales, nos envenenamos comiendo su comida y respirando
el aire viciado a cambio de salarios de mierda?