Pedro Montes
Economista
La estructura del sistema financiero internacional
hipertrofiado está gravemente socavada y encierra múltiples minas
explosivas. Hay que señalar que no hay salida ordenada y controlada a
esta situación y remarcar al mismo tiempo que mientras no se descargue
la burbuja financiera el mundo capitalista no entrará en otra fase de
normalidad. La descarga, añado, no será “pacífica”.
Intervención en la mesa redonda sobre cómo reaccionar
ante una próxima crisis global en el Foro internacional “No Euro”,
celebrado en Chianchano Terme (Italia) del 16-18 septiembre 2016.
Por motivos profesionales y políticos sigo con interés la evolución
del sistema financiero internacional. Aparte de leer los libros que se
consideran básicos, reviso regularmente los informes de los principales
organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el BCE o el
banco de Basilea. Son innumerables las páginas de Internet dedicadas al
tema.
La calidad de los análisis y el prestigio intelectual de tantos
especialistas e instituciones conducen a pensar que hay un clima, una
percepción, de que la situación es extremadamente inestable, que el
sistema es muy vulnerable y que está en una posición insostenible,
tomando esta palabra en su estricta literalidad: que puede ocurrir una
conmoción en cualquier momento, sin perjuicio de que nadie se atreve a
pronosticar cuándo puede desencadenarse una crisis, cual puede ser el
origen de la misma y cuáles serán sus consecuencias finales, algo que
está en la naturaleza del problema por su gran complejidad y profundas
interrelaciones. La vertiente financiera de la economía ha cobrado tales
dimensiones y tanta autonomía que las crisis arrastrarán a las
economías reales de los países a desastres insospechados.
Cabe añadir que nadie ve condiciones para poner remedio a los
tsunamis que se avecinan. Algunos ingenuamente hablan de la necesidad de
una regulación global de las finanzas internacionales, pero con todo
realismo se sabe que ello es imposible por la magnitud y características
del desorden construido, cuando además las tendencias desreguladoras
siguen dominando. No hay solución posible.
La razón de fondo fundamental es que la crisis financiera
internacional de 2008 ocasionada en septiembre de aquel año por la
quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers no se ha superado aún, y
lo que es peor, las soluciones que se han dado han venido a incrementar
los balances financiaros de los agentes económicos, empresas,
instituciones financieras, bancos de todo tipo, incluidos los bancos
centrales y los estados. Si en 2008 la masa monetaria mundial (un
indicador financiero) representaba el 103% del PIB mundial, en 2016 se
estima en 126%. Se registran además unas corrientes de flujos
financieros intensas que nada tienen que ver con la actividad económica,
la producción y los intercambios internacionales de mercancías y
servicios.