Manuel
Marrero Morales
FCSM.
Candidato al Parlamento Canario por PODEMOS
A
finales de los 70 vivimos un proceso que se podría asemejar al
actual. El régimen franquista
sin Franco copaba las instituciones financieras, militares,
religiosas, las administraciones públicas, los medios de
comunicación, en definitiva, todos los centros de poder, y luchaban
todos sus beneficiados por perpetuarse sin sobresaltos. Frente a
ellos, amplios sectores de la población -la alianza de clase obrera
e intelectuales comprometidos- en las calles, reivindicando
"libertad, amnistía, y otras formas de Estado (autonomia,
independencia, federalismo y República,...)". Frente a las
exigencias de Ruptura Democrática se impuso la Reforma Democrática,
el pactismo y la colaboración de los partidos que representaban de
forma mayoritaria a la clase trabajadora (PCE y PSOE). El proceso de
inmodélica Transición terminó de consolidarse cuando a finales de
1982, en medio de una gran expectativa, llegó el PSOE de Felipe
González al poder, bajo un slogan que prometía "el cambio".
Después vendría la frustración.
Las
instituciones financieras comenzaron a vivir su época dorada, los
militares seguían sin resignarse a mantenerse en los cuarteles y
hacían ruido de sables de vez en cuando, la Conferencia Episcopal,
por su parte, producía ruido de sotanas para seguir consolidando los
privilegios conquistados en el Concordato del 78, comenzaron los
procesos de privatización de medios de comunicación y empresas
estatales, la movilización desapareció de las calles en la medida
que se fueron cubriendo aspiraciones políticas de las burguesías
locales con la descentralización del Estado y se fue domesticando a
la clase trabajadora con Acuerdos Marco firmados por el sindicalismo
mayoritario, el empresariado y el Gobierno.
Las
escasas conquistas educativas, sanitarias, socio políticas, que
significaron una cierta redistribución de la riqueza para construir
el incipiente Estado del Bienestar que hoy está en peligro, son
consecuencia de las múltiples luchas llevadas a cabo por sectores
sociales descontentos.
Los
sucesivos gobiernos de PSOE y PP, a los que se suman en distintos
territorios partidos de corte nacionalista, han afianzado el sistema,
creando durante estas décadas redes clientelares y propiciando
actuaciones trufadas por la corrupción. La democracia ha quedado
vacía de contenido, las libertades truncadas, los derechos
recortados. Nunca habíamos pensado que nuestros descendientes
vivieran peor que sus progenitores.
El
paro, la pobreza y la exclusión social nos han situado en auténtica
emergencia social. El hartazgo y la repulsa hacia los poderes
politico y economico que imponen el austericidio ciudadano han traído
consigo el despertar del letargo social, la toma de conciencia y el
resurgir de mareas ciudadanas y movimientos sociales diversos.
En
este momento crucial, los partidos del régimen establecido, los
inmovilistas, todos aquellos a los que les ha ido bien, sienten que
se les tambalean sus cuestionados sillones y proponen grandes
acuerdos políticos e institucionales, que les permitan continuar
beneficiándose y beneficiando a aquellos para los que gobiernan.
Fuera del poder hace mucho frío y hay mucho paro, sobre todo para
aquellos que han hecho de la política una profesión y disponen de
'visa oro' para disparar con pólvora ajena.
En
el otro lado, nos encontramos una mayoría ciudadana heterogénea,
que estamos en desacuerdo con las políticas al uso, que salimos a
las calles a parar los desahucios, a protestar contra la Ley Mordaza,
el rescate financiero, la LOMCE, o la Reforma Laboral, que exigimos
participación ciudadana, otra ley electoral y la aplicación de
políticas sociales que beneficien a las mayorías sociales.
Necesitamos
el cambio de bando del sentido común, la construcción democrática
de alternativas de gobierno, los procesos unitarios sin cainismos, y,
de manera especial, la movilización unitaria continuada.
El
'asalto a los cielos' no puede convertirse en un mensaje hacia la
población de "esperen quietos, que llegamos los salvadores, los
conseguidores, y solucionamos todos los problemas". Antes al
contrario, la posible toma del poder tiene que ser una consecuencia
de una movilización continuada que presione sobre nuestros enemigos
de clase, que van a intentar por todos los medios, que haya
apariencia de cambios (el PP transmutado en Ciudadanos, el PSOE
intentando arreglarse el peinado, los nacionalistas sacudiendose
también las corruptelas,...) para que todo siga igual.
En
esta lucha desigual no nos van a salvar los gobiernos, aunque sean de
los nuestros. Tampoco vamos a contar con los medios de comunicación,
que responden a las agendas de los gobiernos y a los deseos de la
clase empresarial mas depredadora. Las calles, las urnas y las nuevas
políticas tienen que caminar conjuntamente. Tenemos que ser muy
exigentes con nosotros mismos para ser firmes en el mantenimiento y
cumplimiento de las exigencias. Este pulso va a durar mucho tiempo y
lo tenemos que ganar. Y vamos a poder.
1 comentario:
Y ... Podremos?
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