MANOLO MONEREO | Publicado:
No hay política sin conspiración.
La política no se explica solo por la
conspiración (Lenin en versión libre)
La política no se explica solo por la
conspiración (Lenin en versión libre)
El país estaba cambiando mucho y rápidamente. La clase política a lo
suyo, mantenerse y reproducirse. Algunos lo vieron, otros lo intentaron
convertir en política sin demasiado éxito. Un grupo de jóvenes audaces y
con mucho valor, con experiencia política de alto nivel, llegaron a la
conclusión de que era el momento para lanzarse a la arena política y
jugársela. En política no basta conocer, no basta formular, hay que
decidirse. Ellos decidieron y así surgió Podemos.
Se ha dicho muchas veces: fue un terremoto que desencadenó un
tsunami. El campo de la política cambió y de una u otra forma, todas las
fuerzas políticas se vieron afectadas y tuvieron que cambiar sus
respectivas agendas. Parafraseando una vieja metáfora militar a la que
tanto nos acostumbró Antonio Gramsci (recientemente la ha usado Pablo Iglesias),
la dirección de Podemos se lanzó a una guerra de maniobra que
rápidamente se convirtió en una guerra relámpago. Hubo quien vio ya a
Moscú en el horizonte. Pasada la sorpresa, el poder, los poderes,
reaccionaron al modo de los generales rusos, dejar que Podemos avanzase
resistiendo ordenadamente para oponerles finalmente un fuerte muro
defensivo y pasar resueltamente al contraataque. La contraofensiva hace
tiempo que comenzó, ahora estamos viendo sus consecuencias.
El ‘tratamiento’ político dado a Podemos explica muy bien qué tipo de
poder existe en nuestras sociedades y el modo en que este se organiza y
actúa. Rápidamente, pasada la sorpresa inicial, las cloacas del Estado
empezaron a funcionar a tope. Se habla mucho de la influencia
latinoamericana en Podemos. La paradoja es que la ofensiva contra el
partido de Pablo Iglesias se hizo al modo latinoamericano: la ferocidad,
la doblez sin límites y la mentira conscientemente creada por los
medios, es decir, las mismas tácticas que se usaron contra Chávez, contra Evo, contra Correa, contra Humala, contra Lula.
La ‘trama’ funcionaba en su plenitud: servicios secretos, fundaciones,
periodistas “bien informados” y todo un aparato de comunicación que,
poco a poco, fue ahogando a los actores más independientes. Como
ejemplo, analicemos medio a medio, periódico a periódico, cadena de
televisión a cadena de televisión, para ver las “manos visibles” de
poder financiero y político al asalto de unos medios en la ruina y
adictos a ‘ayudas’ de todo tipo.
Cuando se habla de crisis del régimen se suele asociar a una especie
de parálisis, de hundimiento, de pasividad. No es así. Crisis significa
lucha, conflicto. En el centro, el poder. Unos para mantenerlo aunque
sea reformándose, otros para derribarlo o transformarlo. Es una lucha
entre sujetos sociales y políticos, entre percepciones construidas
socialmente y movilizaciones en la calle. Los horizontes de sentido de
las personas se modifican rápidamente y se abren ventanas de
oportunidad. Esto es lo que significa la crisis, pero hay, esto nunca se
debe olvidar, una enorme desigualdad de poder y este es, sobre todo, el
poder del Estado, es decir, condensación de la fuerza y unidad de
decisión.
La estrategia anti-Podemos no ha sido solo el insulto, la fabricación
mediática de casos o la mentira soez. Han habido otras tácticas más
sutiles, más de fondo, realizadas, principalmente, del lado del área del
PSOE. Me refiero a eso que podríamos llamar la respetabilidad
como fundamento del hacer política aquí y ahora. Fue una de las
herencias más negativas de la Transición, lo que se llamó la cultura del
consenso. Se pretendió, y se consiguió durante años, excluir el
conflicto del discurso oficializado; cualquier divergencia de fondo era
rechazada y situada en los márgenes oscuros de lo antisistémico. La IU
de Julio Anguita fue el ejemplo más evidente de lo que se acaba de decir
.
La respetabilidad tenía que ver con este consenso básico.
Los poderes, los medios de comunicación centralmente, forzaban a las
fuerzas políticas, a los dirigentes, hacia una respetabilidad basada en
la aceptación de los consensos fundamentales, en sus formas y en sus
fondos. Castigaron y siguen castigando durísimamente a quienes no lo
hacen, y premian generosamente a los que se someten. Esto ha pasado con
Podemos. Los medios han usado el palo y la zanahoria, es decir,
el ataque brutal combinado con una salida hacia la respetabilidad. El
resultado ha sido mellar el discurso de Podemos, desdibujarlo, a la vez
que demolían sin piedad a su equipo dirigente. Es una guerra de verdad.
La creación de Ciudadanos como fuerza estatal ha sido parte de una
estrategia global a largo plazo. El asunto no es fácil; fortalecer a
Ciudadanos tiene como consecuencia inmediata un debilitamiento del PP y
la liquidación de UPyD. Esto señala un conflicto de los poderes
económicos y mediáticos con el gobierno de Rajoy. Que el PP acepte tener
que compartir el poder con un partido como Ciudadanos no será fácil. Lo
que consiguen los que mandan de verdad es enorme: frenan por la derecha
a Podemos, neutralizan a un PP en decadencia, dan nuevos aires al PSOE y
ponen en el centro de su operativo a Ciudadanos, una fuerza política
capaz de impulsar una nueva revolución neoliberal en España. Todo ello
en nombre de la lucha contra la corrupción, contra la vieja política y
en favor de la Unión Europea, del euro y de la agrietada modernidad.
Podemos, como fuerza política, se encuentra ante una disyuntiva nada
fácil. Corre el peligro de ser fagocitada por las fuerzas que ella misma
desencadenó. Está siendo sometida a una durísima guerra de posiciones,
enfangada en las casamatas, duramente acosada, combate para el que no
estaba preparada (¿Quién lo está?), se ve obligada a construirse como
organización en el cerco, en la lucha, en el conflicto. Mucho me temo
que los que mandan han llegado a la conclusión de que ya es el momento
de aplastar el potencial de rebeldía, ilusiones y esperanzas que Podemos
desencadenó. Creo que se equivocan y que Podemos ha venido para
quedarse. Simplemente, la vida les obliga a repensarse de nuevo, a
adaptarse a una coyuntura política que se ha movido radicalmente, que se
ha modificado, en gran parte, por la propia existencia de Podemos.
Como el viejo comunista sardo sabía muy bien, una estrategia de
posiciones y de cerco mutuo exige mucha energía, hegemonía concentrada,
un gran tesón y aguante, mucho aguante. Primero, se necesita una
dirección cohesionada que sepa a dónde ir y cómo ir; con un liderazgo
claro que dé seguridad y que señale el camino. Segundo, discurso
preciso, diferenciado, que convierta lo que la gente ya sabe en
política, en programa, en el centro, un nuevo proyecto de país. Tercero,
una campaña que haga organización, que genere alegría, entusiasmo,
esperanza, sueños posibles… Cuarto, convencer emocionando, razón y
pasión; pasión razonada pues.
Para los que defendemos una estrategia de unidad popular, una salida
democrático plebeya a la crisis de éste régimen, Podemos sigue siendo un
elemento fundamental. Como ha venido insistiendo Julio Anguita, Podemos
ha abierto una grieta que, entre todos, debemos convertirla en una
brecha que rompa los muros del poder. Lo básico es que Podemos crezca y
se desarrolle, que crezca y se desarrolle IU, así como las demás
izquierdas. Todos juntos somos aún insuficientes para constituirnos en
poder constituyente y desde ahí alumbrar un nuevo régimen basado en la
igualdad, la libertad y la justicia. Necesitamos todas nuestras fuerzas,
toda nuestra capacidad de unidad para vencer. La disyuntiva sigue
siendo la de la fase histórica, restauración o ruptura. Debemos y
podemos. La unidad no tiene alternativa.
3 comentarios:
Podemos por si solo no podrá con el régimen es necesaria la confluencia de las fuerezas progresistas, respetando su idiosincrasia.
Un saludo
Tienes toda la razón, Javier, las fuerzas progresistas tienen que unirse o seguiremos recibiendo ostias.
"se ve obligada a construirse como organización en el cerco, en la lucha, en el conflicto. Mucho me temo que los que mandan han llegado a la conclusión de que ya es el momento de aplastar el potencial de rebeldía, ilusiones y esperanzas que Podemos desencadenó. "
Si son honestos y realmente revolucionarios no hay mejor circunstancia que un asedio y cerco a Podemos para que Podemos siga demostrando su condición revolucionaria y no se convierta en más de lo mismo. El problema es que algunos pueden tener miedo a llegar hasta el final de las decisiones que tomen. ¿Son o no son valientes? Esa es la cuestión.
Defender el bien nunca fue fácil.
No hay mal que por bien no venga.
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