Antonio Pintor Álvarez. Médico
Julio Anguita González. Político y profesor
Miembros del Colectivo Prometeo
Como personas interesadas en el estudio de la
conducta humana, desde la medicina uno y la política
el otro, observamos con preocupación la actitud de los políticos de
nuestro país ante la crisis sanitaria desencadenada por el
coronavirus. Se puede decir que estamos ante una oportunidad perdida
para la “POLÍTICA”, con mayúsculas,
en pro del politiqueo en el peor sentido de la palabra. Resulta
lamentable que ante una situación de extrema gravedad como la que
tenemos, los representantes políticos en vez de unir todas sus
energías en combatir la epidemia y sus consecuencias, las utilicen
para un enfrentamiento fratricidamarcado por el insulto y la
descalificación, generando un clima de agresividad y odio que
se está expandiendo al resto de la población.
Nos encontramos con un gobierno que, con mayor
o menor acierto, intenta hacer frente a una de las situaciones más
graves de nuestra Historia, frente al cual tenemos una oposición
destructiva cuyo lema parece ser “mientras peor para el país,
mejor para nosotros”.En este contexto, resulta interesante
echar una mirada a los estudios de psicología social y
funcionamiento cerebral para intentar comprender este tipo de
conductas.
En 1954,
el matrimonio compuesto por los psicólogos Muzafer y
Carolyn Sherif realizaron un experimento en el que intentaban
vislumbrar las causas del odio entre grupos. Se trataba del
conocido como “El experimento de Robbers Cave” por el lugar en el
que se desarrolló, y cuyo nombre “Cueva de los ladrones” hace
referencia a ocupantes “ilustres” como Jesse James o la
banda de los hermanos Dalton, que la
utilizaron como escondrijo en el siglo XIX. En este lugar aislado,
los Sherif introdujeron a 22 niños de 12 años que no se conocían
entre ellos y con un nivel de educación similar para realizar un
experimento de tres semanas. Se formaron dos grupos que se enviaron a
zonas diferentes del parque para que no interactuaran entre ellos,
desconociendo cada grupo la existencia del otro.
Pronto se observó que
tendían a organizarse para realizar las tareas comunes como hacer
una barbacoa, señalar la zona de baños, pintar letreros, ponerse un
nombre (Águilas uno y Serpientes el otro), etc.,
surgiendo la cooperación, la
aparición de líderes y la organización jerárquica entre ellos de
manera espontánea.
Posteriormente se pasó a
la fase de fricción, facilitando el encuentro entre ambos grupos y
organizando actividades de competición entre ellos, observándose
la aparición de actitudes negativas y hostiles hacia el grupo
contrario. Recordemos que la pertenencia a cada uno de los grupos
había sido aleatoria, que nadie se conocía previamente y que no
existía ningún interés común entre ellos. A pesar de ello,
cada uno se consideraba mejor y ridiculizaba
al otro, acentuando el sentimiento de identidad grupal y de marcaje
territorial. Se trata del “nosotros y ellos”, sentimientos de
tribalismo muy arraigados en nuestros
circuitos cerebrales durante miles de años de evolución en los que
supuso una necesidad y ventaja evolutiva para la supervivencia.
Finalmente, la última
fase consistía en intentar reducir las diferencias que se habían
propiciado en la etapa anterior, intentando diluir los límites entre
el “nosotros/ellos”. Se utilizaron dos mecanismos: uno consistió
en hacer intercambios temporales entre miembros de ambos grupos y
el otro en ponerlos a cooperar para conseguir un objetivo que
era importante para TODOS, como reparar el tanque que les
suministraba el agua de bebida.
Lo que se observó fue
que el conocimiento y la relación temporal mediante el intercambio
no funcionaban, pues se mantenía la identidad de procedencia y
seguían percibiéndose como “extraños”. En cambio, la
necesidad de trabajar juntos en un objetivo común que beneficiaba a
todos, facilitó
que dejaran de verse como rivales y
desarrollaran relaciones positivas y de cooperación entre ellos.
¿Qué
nos enseña este experimento en relación con la conducta de los
políticos de nuestro país ante la crisis del coronavirus?
La primera conclusión del estudio es que
cuando los grupos compiten entre ellos para conseguir metas u
objetivos, se acentúan los sentimientos de pertenencia a cada grupo
y aumenta la hostilidad hacia el otro,
surgiendo con facilidad los
prejuicios, la discriminación y el sentimiento de ser diferentes
(cada grupo se considera en posesión de la verdad y los demás están
equivocados). Esta situación se agrava cuando interviene la
política, pues los estudios en neurociencia nos muestran que “la
política une y ciega”, es decir nos vincula con los que
piensan como nosotros y nos ciega ante los que lo hacen de manera
diferente.
Trasladados estos datos
a la política de nuestro país, nos indican que los partidos
(en este caso los de la oposición) no están trabajando en la
lucha contra la enfermedad provocada por el virus (tarea que han
dejado al gobierno) sino que su objetivo es simplemente
electoralista y hacerse con el poder, lo que propicia un
escenario competitivo en el que están utilizando, sin escrúpulos y
una carencia absoluta de ética, todas las herramientas disponibles
para ganar la competición: información manipulada, insultos con
ataques y descalificaciones ad hominen, bulos y creación de
un estado de hostilidad y odio hacia el gobierno.Todo ello en un
intento, desgraciadamente con cierto éxito, de sembrar en la
población la idea de que el daño causado por el virus lo ha
provocado el gobierno y en especial su presidente,
permaneciendo ciegos ante el
enorme esfuerzo que el equipo de políticos y técnicos están
haciendo para aminorar el impacto en la salud de la población. Un
gobierno que, por primera vez ante una
crisis, antepone
la salud de los ciudadanos a la economía y los intereses de grupos
privilegiados.
La segunda enseñanza que se desprende del
estudio es que solo cuando somos capaces de trabajar juntos para
conseguir un objetivo de interés común, la conducta hostil
desaparece, transformándose en colaboración y cooperación capaz de
minimizar las actitudes de prejuicio y diferenciación que se dan
entre grupos de personas. De manera que no son las diferencias entre
las personas las que crean hostilidad entre grupos, sino cuestiones
más practicas, como competir o cooperar, lo que
determina la naturaleza de las relaciones intergrupales, y a su vez
las actitudes, los prejuicios y los sentimientos de los miembros de
un grupo hacia quienes pertenecen a otro.
En este sentido la pandemia representaba una
ocasión de oro pues, frente a un enemigo común con capacidad para
infectar a todos sin distinción de ideología o clase social y del
que nadie es responsable de su aparición, los grupos políticos han
tenido la oportunidad y la obligación de cooperar en lugar de
competir. Lamentablemente para TODOS, han optado por competir en
lugar de cooperar.
Aunque solo fuese por el egoísmo de eliminar
la amenaza para la salud que el virus supone para el “nosotros
parroquial” es decir, el grupo afín, deberíamos intentar
reconsiderar las actitudes e intentar buscar la colaboración.
Una manera de hacerlo, apoyándonos en la
biología, sería tener alturas de mira y ampliando el círculo del
“nosotros” hacer realidad el grito del himno andaluz que exclama:
¡Sea por Andalucía libre (del
coronavirus), España y la humanidad!
Afortunadamente en este combate contra el
Covid-19 el gobierno, a pesar de estar en soledad con una oposición
obstruccionista, negligente y electoralista, va camino de vencer el
primer asalto. Sin embargo, resulta
preocupante que se mantuviese esta situación de crispamiento y
competición política ante el segundo asalto hacia el que nos
enfilamos, la llamada fase de “desescalada”, pues las
oportunidades para el conflicto se multiplican ante la ambigüedad de
múltiples situaciones que la complejidad organizativa provocará.
No perdamos la esperanza pues aún tienen una
oportunidad para hacer POLÍTICA,
esperemos que la aprovechen y que “la miseria política no
nos lleve a una política de miseria”.
3 comentarios:
Un aporte para continuar la reflexión:
https://blogs.publico.es/dominiopublico/32733/malestares-de-la-vida-cotidiana-en-situaciones-de-crisis-por-el-coronavirus-xii-el-porque-de-una-campana-educativa/
Saludos.
En primer lugar deseos de salud y bienestar para todo el mundo y para el colectivo Prometeo.
Leo en vuestro artículo que los partidos de la oposición no están trabajando contra la Covid 19 sino que su objetivo es simplemente electoralista y hacerse con el poder (sic). Pero, ¿puede tratarse a toda la oposición al gobierno en estos términos?, ¿no habría que matizar en trazo algo más fino las posiciones mantenidas por estos partidos, o si han cambiado etc?
Sobre el cálculo electoralista, no afirmaría que el insulto, la mentira, el bulo y el odio son rentables , no pondría en relación las variables número de votos con estas prácticas pues entonces estaríamos perdid@s.
Desgraciadamente estamos viendo lo que apuntan en su articulo, a partir de ahora se va a ver con mas claridad quien esta por las personas o por ideologías u intereses
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