La situación del país en el pasado reciente ha empezado a
modificarse. Dos rasgos caracterizaban esa situación. Por un lado, la
desoladora crisis económica y social, consecuencia de las políticas de
ajuste y austeridad. Por otro, la monolítica e inamovible actitud del
PP, que con sus agresiones y su política reaccionaria, incluida la
represión, y con su contumaz desprecio a las protestas populares, había
llegado a provocar cierto desánimo en las movilizaciones, que han sido considerables desde la aparición del 15M y que concluían en casi todos los casos dándonos contra el muro levantado con la mayoría parlamentaria del gobierno.
Sin nada positivo que ofrecer, sino paro y sufrimientos, el Gobierno
ha lanzado una campaña sistemática de propaganda huera sobre que la
crisis económica ha dado la vuelta a la esquina y que se ha iniciado la
recuperación. Contra este análisis y pronosticó hay que reafirmar que la
crisis se prolongará por bastante tiempo, con todas sus secuelas
sociales, y que la recuperación ni tiene fuerza para prender ni hay
razones de fondo en la economía española para esperar que se ponga en
marcha. Sin perjuicio de algunos datos, obtenidos de forzar las
estadísticas aquí y allá, es bastante más probable que se produzcan
nuevas conmociones en la economía que nos retrotraigan al pasado,
teniendo en cuenta que los problemas de la deuda exterior y la deuda
pública no se han solucionado sino que, como está ocurriendo con esta
última, ha experimentado un crecimiento incontenible que atenaza la
política económica en el contexto de la crisis del euro y la
inestabilidad financiera internacional.
Sin embargo, frente a la ficticia euforia del PP, el malestar social
no ha dejado de crecer y por muchos motivos la presión en la caldera que
constituye el país no ha dejado de aumentar, afectando incluso al
conjunto de las instituciones políticas y partidarias.
(…)
El sombrío mundo al que nos veníamos acostumbrando, sin luces y sin
brechas, se ha roto, habiéndose producido algunos hechos fundamentales
que permiten sospechar un cambio en las expectativas políticas. Nos
referimos claro está a los últimos éxitos de las movilizaciones
sociales, con los resultados favorables de algunas huelgas defensivas,
el Gamonal y la victoria contra la privatización de la sanidad en
Madrid. Destellos en un clima tormentoso y cargado que, si se
generalizan y aprovechan las enseñanzas, pueden cambiar profundamente el
panorama político, en un tiempo además en el que la inminencia de las
elecciones europeas puede remover el mapa político y resquebrajar el
bipartidismo dominante, principalmente por el desencanto de los
ciudadanos más que por la emergencia de alternativas, como parece que
reflejan las encuestas.
(…)
La situación con la crisis económica y social vigente y los nuevos
ánimos populares abren la posibilidad de torcer el brazo al gobierno,
contraponiendo a las directrices del poder la voluntad de esa mayoría
social, y nos dan tareas suficientes para mantener la actividad e
impulsar la organización del Frente. Es así como estamos comprometidos
con las próximas movilizaciones, las ya convocadas –con especial
referencia a las marchas de la dignidad del 22 M- y las que puedan
surgir con carácter general o local por la política reaccionaria que se
da en todos los ámbitos, derivada de del “austericidio” y las
concepciones morales de la derecha. Combates políticos de importancia
capital están abiertos, como es la ley de seguridad ciudadana, la
eliminación de los derechos de la mujer al aborto, los escandalosos
desahucios y todos los ajustes, abusos y recortes que se intentarán
imponer siguiendo las exigencias y directrices de las instituciones
internacionales y los mercados financieros.
Por supuesto, seguimos pensando que la izquierda, si además de
protestar y defenderse quiere plantear alternativas al sistema e
impulsar soluciones reales a la crisis económica y social, ha de aclarar
el tipo de relaciones que se deben mantener con Europa – la
recuperación de la soberanía económica es imprescindible- y se ha de
avanzar en la eliminación de la deuda pública, cuyas cargas, habiéndose
sobrepasado el billón de euros, son ya insostenibles. Los datos sugieren
que se esa generando otra gran burbuja financiera global cuya eclosión
tendría efectos incalculables sobre las poblaciones. Por otra parte, los
objetivos y presiones de la Troika no dejan ningún margen para llevar
una política distinta a la que se viene practicando, con las
consecuencias dramáticas que sufrimos.
(…)
El país, como hemos expuesto y analizado desde que el Frente Cívico
surgió, está en unas circunstancias excepcionales, donde la
multiplicidad de factores que están entrando en juego hace imposible
determinar el futuro. No obstante, nuestras tareas de articular
sociedad, infundir conciencia social, comprender que la lucha en
necesaria y perfilar objetivos claros y decisivos pueden verse
favorecidas y recibir nuevo ímpetu. Así como cobrar una trascendencia
que hasta ahora se nos presentaba lejana. Estar a la altura de las
circunstancias, comprender que el futuro podemos escribirlo la inmensa
mayoría, debe animar a todos y todas las personas que integran el Frente
Cívico para que, unidos nosotros y fomentando la unidad de las clases
populares y las fuerzas progresistas, demos solución a esta dramática
situación de nuestro país.
(…)
Para el Frente Cívico, partiendo de la firmeza y claridad en los
objetivos perseguidos, de la búsqueda e impulso de la unidad,
construyendo la mayoría que somos sin sectarismos ni exclusiones, y de
la movilización y la lucha como instrumentos del avance social, el año
2014 puede iniciar el tiempo nuevo que venimos preparando para sacar al
país del abismo.
En Córdoba, a ocho de febrero de dos mil catorce
1 comentario:
Esta muy bien.
Pero si queremos cambiar las cosas, no queda mas remedio que crear un programa alternativo que remedie la situación de buena parte de los ciudadanos que hoy las están pasando canutas y crear un frente electoral, para las próximas elecciones generales.
Sin olvidarse de todas las luchas que se llevan y las que hagan falta, ni del contra poder que defiende Julio Anguita.
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