Pepe Mujica acompañado por nuestro compañero Julio Flor (dcha) y José Fernández de la Sota,directores del documental |
LA REVOLUCIÓN TRANQUILA DE PEPE MUJICA
Claves
para un mundo harto
de corrupción y carente de paradigmas,
que debe gobernarse de otra forma
Julio
Flor y José López Mercado / Periodistas
“Pepe
Mujica, la revolución tranquila”, se titula el documental que el
escritor José Fernández de la Sota y el periodista Julio Flor han
dirigido para Euskal Telebista y que ambos han venido presentando en
distintos ciudades a las que han sido invitados. Ahora les toca
Córdoba, a quien tanto afecto profesa Julio Flor, a la ciudad y
-¡cómo no!- a algunos de los que luchan y viven con coraje cívico,
como la gente del Colectivo Prometeo y el FCSM, de donde ha partido
la invitación.
Ni
qué decir que el documental -que se emitió el año pasado en la
televisión pública vasca- tuvo una gran audiencia en un horario
nada usual para los documentales: las 22:30h., en prime
time.
Hubo después un debate sobre los buenos gobiernos, sobre los
dirigentes íntegros y coherentes. Nadie discutió a Mújica en la
televisión. Es más, se buscó a alguien que pudiera equiparársele
en Europa.
Siempre
nos ha parecido sana la crítica. Igual que resulta necesario el
tener a alguien a “la contra” de lo que tú haces o dices. Es un
estímulo. Así deben verlo los periodistas. Esa crítica llegó
cuando, con el documental bajo el brazo, Flor y De la Sota han
recorrido algunas ciudades del Estado español. Bien es cierto que
tras la proyección de un documental, no es el mejor momento para
enzarzarse en una polémica que empieza a ser recurrente.
Ese
viejo reproche a Mujica se ha vuelto a repetir ahora, cuando faltan
unos días para presentar el documental sobre su trayectoria en el
Centro Cívico Rey Heredia de Córdoba. Que va acompañado por las
hermosas palabras de "Acampada Dignidad". Queremos aprovechar la
extensión que facilita un artículo escrito para contar y entrar en
el fondo de lo que se nos demanda. Dando aire y vida a la crítica
constructiva.
El
pasado 2 de mayo, el Coordinador de la Mesa Estatal del FCSM, Juan
Rivera, publicó en su página de Facebook el cartel que anunciaba el
acto en Córdoba. En uno de los comentarios que hizo Julio Flor se
podía leer:
“Quiero
preguntarnos si Mujica ¿es el techo al que debemos aspirar, o es un
suelo por el que nuestra civilización puede caminar?... Quisiera
creer que es un camino firme por el que podemos avanzar”
Esa
idea llevó a Frank Conchon a contestar:
“No
estoy de acuerdo en que Mujica represente algún suelo por el que
transitar, a no ser la entrada triunfal de las multinacionales en
Uruguay, Monsanto (multinacional
estadounidense productora de agroquímicos y
biotecnología destinados a la agricultura),
12 zona franca, puertos privados, y mucho más, leyes que
transformaron el Uruguay en uno de los primeros en inversión
directa, pero estoy harto de decirlo”
Fue
entonces cuando
recordamos la formidable intervención de Pepe Mujica en la cumbre de
Río de Janeiro. Frank Conchon contestó con lo siguiente:
"Intervenciones
miles, todas maravillosas, pero luego ‘No lo Hice porque no pude,
no me dejan’, pero hacer entrar con todos los beneficios a las
multinacionales, ningún problema. Campos sin agua, país denunciado
por la ONU por encerrar menores en contenedores, en fin te podría
contar horas, nada que ver con los discursos. Es polvo mágico no
mas”…
¿ENTRADA
TRIUNFAL DE LAS MULTINACIONALES?
Es
difícil responder a una afirmación tan tajante cuando se habla de
"la
entrada triunfal de las multinacionales".
No es correcto, las multinacionales ya estaban instaladas en Uruguay
desde mucho antes. Es más, desde la salida de la dictadura hasta
ahora, el tema de la inversión es el expediente al que han recurrido
todos los gobiernos para impulsar el empleo, el crecimiento del PIB,
el saldo exportador, los balances fiscales y todas esas categorías
que manejan (y con los que nos manejan) los economistas.
Así
que lo de la "entrada triunfal" es un recurso retórico,
pero que no encaja con la realidad. En buena medida, el flujo de
inversiones que llega a Uruguay es marginal respecto al que ingresa,
por ejemplo, Brasil; y si alguna predilección han tenido por Uruguay
ciertas inversiones no es porque se les hayan abierto puertas que en
otras partes se le cierran, ni por la exuberancia de sus recursos
naturales, ni por la escala de su mercado, ni porque exista una mano
de obra ociosa o cautiva; sino por los bajos índices de corrupción,
por la calificación de la mano de obra y obviamente por la
rentabilidad que obtienen (1*).
¿Que
Mujica podría haber estimulado más las inversiones y el trabajo
nacional? Es posible. De hecho lo hizo, con iniciativas como el
FONDES, destinado a promover la autogestión y el cooperativismo
(pese a que esa y otras iniciativas que se implementaron no hayan
movido la aguja de la macroeconomía). Respecto a las zonas francas,
comparto con que si las mismas tuvieron algún sentido en algún
momento para atraer inversiones hoy no lo tienen y la discusión
sobre ese tema se abrió durante el gobierno de Mujica. La ley que
regula su funcionamiento es la 15.921, del año 1987, obviamente que
no durante el gobierno de Mujica y recientemente se introdujeron
modificaciones a la reglamentación que las amparaba, lo que motivó
protestas de los principales inversores del sector.
Lo
mismo sucede con transgénicos y pesticidas (vinculados a Monsanto y
otras corporaciones), pero también es un tema que precede al
gobierno de Mujica y reconozco que no sé de ninguna acción enérgica
destinada a frenar su despliegue (y hoy se están sintiendo los
efectos del monocultivo -primordialmente sojero- y de los plaguicidas
en la producción familiar), sobre todo en recursos naturales como el
agua potable.
Sobre
los puertos privados no tengo noticia de lo que dice Frank Conchon, a
no ser la terminal de contenedores belga que opera en el puerto de
Montevideo, que sigue siendo patrimonio nacional, pese a los intentos
privatizadores de gobiernos anteriores (recuerdo al compañero que la
Administración Nacional de Puertos fue una de las empresas que
pretendió subastar el gobierno de Luis Alberto Lacalle en 1992,
obteniendo un 72% de rechazo en el plebiscito que dijo NO a la
llamada Ley de Empresas Públicas).
EL
“DEBE” DEL GOBIERNO DE MUJICA (2010-2015)
Creo
que el debe del gobierno de Mujica y del que lo precedió (también
de signo "progresista"), se da en otras áreas, como por
ejemplo la educativa (en primerísimo lugar) o la logística (por
ejemplo, poco o nada se hizo para reactivar el ferrocarril, que dejó
de funcionar en 1987), en no haber puesto freno a la concentración
de la tierra, los agro negocios y el monocultivo, que se han
expandido al ritmo del crecimiento del precio de los “commodities”
en el mercado internacional. Podríamos seguir con otros males del
“subdesarrollo”que ni creó ni solucionó Mujica, pero resultaría
ocioso hacerlo en este caso.
Creo
que en este tema hay que ser muy cuidadosos y separar la
significación de Mujica como luchador histórico, del dirigente
político de hoy, de su inalterable estilo de vida e incluso de esa
aureola de “estrella pop” que le ha dado un mundo harto de
corrupción y carente de paradigmas. La realidad es más compleja y
Mujica debe ocuparnos en tanto variable para entender y modificar la
realidad.
Pero
centrándonos en su gobierno y lo que dejó, digamos primero que no
gobernó solo, o para ser más directos: que estuvo al frente de un
gobierno “bicéfalo”. Su llegada a la Presidencia es producto de
acuerdos con el sector del Frente Amplio que en todo este período ha
dominado el Ministerio de Economía (MEF) y en ese sentido Mujica no
pudo (y tampoco quiso) confrontar con la línea económica mantenida
por el MEF, lo que lo llevó a crear herramientas como el Plan Juntos
(en el área de Vivienda y financiado con el 80% de su sueldo como
presidente) o a llevar a órbita de la Presidencia algunas oficinas
que deberían funcionar en la del MEF (como la de Planeamiento y
Presupuesto).
Trabajó
permanentemente para obtener recursos para la atención de los
sectores más pobres y puso mucho de él en eso.
Lo hizo sin perder su talante republicano, aceptando las reglas de
juego que se le imponían, que en algunos casos implicaban el acceso
a recursos mínimos para cuestiones perentorias.
Su
gobierno fue absolutamente innovador en lo que se denominó la agenda
de las “nuevas leyes sociales”, lo que potenció la libertad
social trabajosamente construida tras la dictadura, pero eso nos
lleva a uno de los problemas que Mujica no pudo resolver: la
distancia existente entre esa libertad civil y la desigualdad social.
Eso a contrapelo de las cifras que nos hablan de la reducción de la
pobreza y del incremento sostenido del salario real, entre otras
mejorías registradas en su período de gobierno.
Es
verdad que, a pesar de esos números, se ha incrementado la
marginalidad social, el porcentaje de jóvenes sin empleo y los
índices de ‘prisionización’, entre otras cosas. Y esto viene de
lejos. Al menos desde la década neoliberal (los años 90). Si
razonáramos en términos sociológicos diríamos que se ha roto la
alianza entre la clase media y los sectores más vulnerables de la
población, o que la lucha por la igualdad ha quedado rezagada de la
lucha por la libertad, y eso, además de comportar injusticia, es
políticamente peligroso.
UNA
LATINOAMÉRICA EN “REGRESIÓN”
Dicho
en otras palabras, estamos en presencia de una nueva sociedad, de
nuevas formas de riqueza (asociadas sobre todo al capital financiero)
y de nuevas formas de pobreza, que ya no pueden ser tratadas con los
expedientes de antaño.
Pero
con respecto a Mujica, sucede algo más curioso. A saber: que se le
sigue tratando como si en la actualidad fuera el presidente (eso es
perceptible entre los más pobres). Por añadidura, ningún
mandatario en las últimas décadas ha tenido un índice más alto de
aprobación. El problema que ya está apareciendo en el horizonte es
que el panorama regional está cambiando en sentido regresivo, que
Argentina se tensa en una situación de polarización que seguramente
tendrá derivaciones graves, que lo propio sucede en Brasil (con
otras dimensiones e implicaciones aún más graves) y que ese marco
con el que Mujica contaba para impulsar un conjunto de reformas de
fondo que estaban en su agenda, se está deteriorando rápidamente.
Teniendo
en cuenta todo esto nos llama la atención el encono que está
apareciendo en el horizonte político contra su figura. No sólo
sostenido por la derecha al uso, sino por otros sectores, que parecen
olvidar que ya fue presidente y que seguramente no lo será nunca
más, que tampoco tiene una línea de sucesión clara ni pretensiones
de perpetuarse en el liderazgo. Confieso que no alcanzamos a advertir
el porqué de esa inflexión, aunque entrevemos que hay en eso una
sanción al personaje que no siendo “políticamente correcto”,
operó como contraste sobre un sistema político hundido en el fango.
Si eso es así, al mensajero de otro modo de hacer las cosas –aun
cuando hoy por hoy sea perfectamente inocuo- hay que hundirlo también
en el fango, al menos para demostrar que la corrupción está
definitivamente incorporada a la sociedad y a la política y que
efectivamente, no hay otra forma de hacer las cosas que incorporarla
como una segunda piel.
MUJICA
ALZÓ LA VOZ EN SOLITARIO
(1*) El tema de “la
entrada triunfal de las multinacionales” nos parece tan
descabellado que nos obliga a hacer una digresión. La irrupción del
capital trasnacional en Uruguay data de 1948, año en el que el
Parlamento aprueba la creación de Sociedades Anónimas Financieras
de Inversión (SAFI). En 1982, cuando la dictadura militar se batía
en retirada, se aprueba la incorporación al corpus de la ley del
secreto bancario y la emisión de acciones al portador. Estaban dadas
las condiciones para transformar al Uruguay en un paraíso fiscal, lo
que efectivamente se pone en práctica durante el gobierno de Luis
Alberto Lacalle (1990-1995). En ese período sí, efectivamente, se
produce “la entrada triunfal de las multinacionales” al amparo de
la consigna que de manera bastante desvergonzada hacía el gobierno
de entonces: "Uruguay P.F.”, lo que perfectamente podía ser
traducido a “plaza financiera” o “paraíso fiscal”.
Esta situación
eclosiona durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010),
cuando la OCDE coloca a Uruguay en la “lista gris”, junto a otros
paraísos fiscales”. En ese momento, Mujica –por entonces
ministro de Ganadería- alzó la voz en solitario, enfrentándose no
sólo a la oposición, sino al equipo de economía de su fuerza
política, denunciando la peligrosa situación en la que se
encontraba el país, exigiendo la eliminación de las SAFI y el
secreto bancario. Si de relevar luces y sombras de Mujica se trata,
sin duda que entonces estuvimos en presencia del mejor Mujica, como
se estuvo en presencia de un político de gran altura cuando también
en solitario restableció al comienzo de su presidencia las
deterioradas relaciones con Argentina. En resumen, a Mujica (y a su
gestión) se le puede atacar por diversos flancos, pero no
precisamente por ese.
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