[ Nuestro queridísimo Víctor Ríos nos regala este excelente artículo / prólogo. Altamente recomendable ]
Víctor Ríos
TopoExpress
Prólogo del autor al libro Marea Básica. Contra el paro y la precariedad. |
“Puede afirmarse
tranquilamente que, en la historia del hombre, no ha habido ningún
derecho fundamental que haya descendido del cielo o nacido en una mesa
de despacho, ya escrito y redactado en los textos constitucionales.
Todos son fruto de conflictos, a veces seculares, y han sido
conquistados con revoluciones y rupturas, al precio de transgresiones,
represiones, sacrificios y sufrimientos.”
Luigi Ferrajoli. Derecho y razón. Teoría del garantismo penal.
Corría el año 1986. En el nº 26 de la revista Mientras Tanto Paco Fernández Buey y yo publicábamos Apunte para un diálogo entre insumisos, un
texto escrito en marzo de ese año, tras la celebración del referéndum
sobre la permanencia en la OTAN. Se trataba de un intento de
contribuir a la reflexión sobre los problemas, retos y dilemas de los
movimientos sociales, rebasando la inmediatez en el análisis y las
propuestas. En él, tras un repaso a la situación de los distintos
movimientos, con especial énfasis en las razones del crítico momento
por el que atravesaba el movimiento obrero, planteábamos la necesidad
de programas de lucha y de estudio en el marco de los movimientos
sociales existentes. Programas que respetasen el carácter heterogéneo y
plural de los grupos y colectivos que componían cada uno de estos
movimientos. Se trataba de “ir creando una nueva cultura que fuese para
los de abajo el equivalente de lo que fue la cultura de las primeras
internacionales obreras”, decíamos entonces.
Hoy,
treinta años después, muchas personas y colectivos seguimos empeñados
en esa tarea en un contexto distinto. Los problemas que describíamos en
aquel texto subsisten y se han agravado. Pero han irrumpido
movimientos que aportan otros enfoques, otras alternativas y una savia
nueva a la lucha por la emancipación social. Este es el caso de la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad.
Un movimiento que defiende un derecho fundamental, que corresponde
universalmente a todos los seres humanos: el derecho a una vida digna.
Un derecho social que debería ser a su vez una garantía de libertad
frente al chantaje y el estigma de la pobreza, la precariedad y la
exclusión social.
La Marea Básica contra el Paro y la Precariedad
se conformó en marzo de 2015 por la decisión de distintos colectivos
que habían participado en el lanzamiento de una ILP por la Renta Básica
en julio 2013 y en las Marchas por la Dignidad de marzo de 2014. Su
objetivo: la consecución de una renta básica reconocida como un derecho
universal e incondicional de todos los ciudadanos. Como lo son ya el
derecho a la educación o a la salud. O, en el ámbito político, el
derecho al sufragio universal. Un objetivo que en la actividad de los
colectivos que componen la Marea se presenta articulado con la
defensa de otros derechos básicos como los reconocidos en la Carta
Social Europea, a fin de que nadie viva por debajo del umbral de la
pobreza.
Teniendo en cuenta algunos de los rasgos principales
del contexto histórico en el que estamos viviendo, creo que las
características de la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad
y las actividades desplegadas desde su nacimiento permiten pensar que
este movimiento está llamado a marcar un antes y un después en la lucha
por la Renta Básica en nuestro país. Dicho sea esto sin desmerecer la
labor de los colectivos y personas que vienen defendiendo esta idea
desde hace décadas, buena parte de los cuales participan también en
esta Marea.
La propuesta de sustituir subsidios y
prestaciones discrecionales y selectivas, inscritas en una visión
asistencial y paliativa de la pobreza, por una asignación de alcance
universal concebida como un derecho humano fundamental no es nueva. Sin
remontarnos a los antecedentes más lejanos, descritos por Philippe Van
Parijs y Yannick Vanderborght en su libro La renta básica y por los trabajos pioneros sobre este tema en España de Ramiro Pinto Cañón –La revolución del paro y Los
fundamentos de la Renta Básica y la perestroika del capitalismo.
Teoría alternativa sobre economía política en la sociedad tecnológica y
del bienestar, entre otros- y de José Iglesias Fernández –La cultura de las rentas básicas (historia de un concepto), entre otros- cabe recordar que la idea empieza a difundirse entre nosotros a partir de mediados de los años ochenta.
Aparece entonces en algunos textos, como en uno de Van Parijs en 1986 en el número de la revista Mientras Tanto antes citado, que contenía un epígrafe, La asignación universal y la transición a corto plazo, en el que planteaba “una
asignación de alcance universal concedida a todo el mundo
–cualesquiera que sean su edad, su estado civil y su situación
económica-, asignación cuyo importe dependería únicamente de la edad y,
llegado el caso, del grado de invalidez.” Una propuesta que no era nueva, pero sí ajena a la mayoría de los movimientos sociales existentes.
También
se plantea en los congresos de Los Verdes a principios de los noventa y
en las coordinaciones contra el paro, la pobreza y la exclusión social
que estuvieron en el origen de Baladre. En 1989 la Fundación de
Investigaciones Marxistas organizó un seminario con el título “Una vía capitalista al comunismo: el salario social garantizado”, al que siguieron sucesivas jornadas de reflexión y debate sobre el tema de la renta básica y el reparto del empleo.
De aquellos años recuerdo el interés suscitado por un artículo de José Iglesias Fernández, Del reparto del trabajo al reparto de la renta, escrito en junio de 1994 y publicado en el nº 61 de la revista Mientras Tanto.
Tras una introducción con cifras sobre la magnitud alcanzada por el
paro y la pobreza, su autor pasaba a analizar las estrategias posibles:
el reparto del empleo y el reparto de la renta. Describía con detalle
la propuesta ya denominada como Renta Básica evaluando sus pros y contras, para rematar el texto con este párrafo: “sería
un gran error contemplar ambas propuestas, reparto del trabajo y
reparto de la renta, como dos esquemas compitiendo entre sí. Las
condiciones a las que parece encaminarse la sociedad moderna van a
exigir la existencia de múltiples fórmulas para gestionar la nueva
situación estructural del mercado de trabajo y las transformaciones que
las mismas implican respecto a la distribución del producto social.
Una sociedad rica, que pretenda adentrarse en el siglo XXI en
condiciones que respeten mínimamente las condiciones de vida de la
mayoría de la población, muy probablemente tendrá que disminuir
sustancialmente la jornada de trabajo, aunque solo sea para compensar
los aumentos logrados en la productividad en los últimos veinticinco
años. Simultáneamente, tendrá que conceder el derecho a la percepción
de ciertas rentas, recurriendo a procedimientos ajenos al mercado de
trabajo, como propugnan los defensores de la renta básica.” Este
debate sigue vigente en nuestros días. Una posición similar a la citada
la expresa, por ejemplo, Luis Fernando Medina Sierra, presentándola
en forma de ameno diálogo no exento de sentido del humor en su artículo
Renta Básica y Empleo Garantizado: Un Diálogo sobre el No Poder, publicado en enero de 2017 en la revista digital Contexto.
Luego vendrían varios encuentros de colectivos en Málaga y Barcelona y las Primeras Jornadas sobre el Derecho Ciudadano a la Renta Básica celebradas en noviembre de 1998. En 2001 se puso en marcha la Asociación Red Renta Básica,
impulsada entre otros por Daniel Raventós y David Casassas, que
celebró su primer simposio en junio del mismo año. La conexión con la
dimensión internacional de este movimiento, ya existente desde antes,
quedó bien plasmada en la celebración en Barcelona del X Congreso de la Red Global de Renta Básica
(BIEN), en septiembre de 2004, con la asistencia de personas y
colectivos de los distintos países que forman parte de esta red
internacional. Las semillas de la renta básica estaban ya sembradas en
pequeños núcleos de académicos y activistas en España y en buena parte
de Europa.
Estas breves pinceladas sobre los orígenes de la
propuesta de la renta básica y los colectivos y personas impulsores de
la misma en nuestro país no se proponen solo para facilitar algunas
referencias a quienes estén interesados en rastrear el recorrido
inicial de la idea. Permiten también constatar el salto dado desde los
momentos descritos hasta el presente. Un presente en el que la gravedad
y persistencia del paro y el aumento de la precariedad en las
condiciones de vida y de trabajo de amplios sectores sociales han
colocado en primer plano la urgencia de nuevas respuestas, distintas a
las repetidamente fracasadas de las políticas públicas impulsadas por
los partidos que se han turnado en el poder en las últimas décadas aquí
y en el conjunto de la Unión Europea.
No hay más que ver las
cifras actuales de paro, precariedad y pobreza y tener algo de
sensibilidad y los ojos abiertos a nuestro alrededor para reconocer y
comprobar el dolor, el sufrimiento de tantas personas que no tienen a
su alcance ya no una vida digna, sino los mínimos vitales para
subsistir. A ello hay que añadir la inseguridad y angustia de quienes
tienen hoy un empleo sin ninguna garantía de seguir manteniéndolo
mañana.
En
este sentido, la acelerada automatización de los procesos de trabajo
mediante el desarrollo e implantación de la robótica y de la
inteligencia artificial comportará mayores pérdidas de empleos, como
recoge un reciente estudio de la OCDE que cifra en el 12% los que pueden estar en riesgo
en España en los próximos tiempos. La eurodiputada Mady Delvaux, del
Partido obrero socialista luxemburgués, adscrito al Partido Socialista
Europeo, ha presentado como ponente un informe al Parlamento Europeo
sobre normas de derecho civil sobre robótica en el que plantea que “a
la luz de la repercusión que la robótica y la inteligencia artificial
podrían tener en el mercado de trabajo, debería considerarse
seriamente la posibilidad de introducir una renta básica universal, e
invita a todos los Estados miembros a que reflexionen sobre ello.” Su propuesta no ha sido recogida en la resolución sobre el tema aprobada por el Parlamento el 16 de febrero de 2017.
Este
panorama no sería completo si no insistiéramos en un elemento clave
antes aludido: el del rotundo fracaso de las políticas públicas de
creación de empleo y de lucha contra la pobreza. El fiasco de estas ya
no puede achacarse sobre todo a la mayor o menor cuantía de los
recursos destinados a crear empleos o a combatir la pobreza. A día de
hoy ya son numerosos los trabajos que ponen en evidencia el fracaso de
las rentas mínimas de inserción en nuestro país. Las evaluaciones
externas del Programa Interdepartamental de la Renta Mínima de
Inserción (PIRMI) no dejan lugar a dudas. Lo mismo que las de la
eficacia del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y de los
Servicios Públicos de Empleo de las Comunidades Autónomas,
continuadores del desaparecido y anquilosado INEM. Datos recogidos para
evaluar los efectos de la Renta Mínima de Inserción muestran
resultados de signo contrario al esperado por las instituciones: su
cobertura disminuye cuando se producen los incrementos de las
situaciones objetivas de necesidad. Lo mismo ocurre con otros
programas, tal y como recoge el Consejo Económico y Social en su
informe Sobre políticas públicas para combatir la pobreza en España del 25 de enero de 2017: “Por
otro lado, los programas puestos en marcha para paliar las situaciones
de desempleo más preocupantes, como el Programa de Activación para el
Empleo (PAE), el Prepara o la Garantía Juvenil, tampoco están dando el
resultado esperado.”
Claro que las políticas neoliberales
tienen que ver con ello. Pero no sólo. La crisis civilizatoria en la
que nos encontramos va mucho más allá de señalar el fracaso del
neoliberalismo en el ámbito de satisfacer las necesidades sociales
básicas y garantizar la sostenibilidad de la vida en el planeta. Es una
crisis de valores, de proyecto civilizatorio, que obliga a replantear
los modos de producir, consumir y vivir, de organizar la sociedad si
queremos que los derechos humanos fundamentales no se conviertan en
reliquias del pasado esculpidas en las declaraciones universales,
cartas sociales y constituciones que los proclaman.
En este
contexto no se trata de buscar paliativos, actitud en la que cabe
situar iniciativas como la presentada en el Congreso de diputados en
febrero de este año por parte de los sindicatos mayoritarios para el
establecimiento de una prestación de ingresos mínimos de 426 euros para
las familias sin recursos. Ante esto un comunicado de la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad planteaba
-acertadamente en mi opinión- que no puede existir otro criterio de
suficiencia para sobrevivir de modo digno que el umbral de la pobreza;
plantear una renta mínima por debajo de dicho umbral supone contravenir
la Carta Social Europea. España, como firmante de dicha Carta debe
cumplirla y trasladar a la legislación lo que en ella se dispone. Según
las últimas estadísticas disponibles de EUROSTAT el umbral de la
pobreza está fijado en nuestro país en 663,31(hoy 684) euros. No es por
tanto de recibo elaborar una Ley de Renta Mínima que no tenga en
cuenta este requerimiento.
De lo que se trata es de cambiar de
paradigmas. Algo a lo que se resisten tenazmente economistas,
instituciones públicas y fuerzas políticas que siguen encadenadas a los
marcos obsoletos de políticas fracasadas. Es necesario un cambio en el
sentido común dominante, un nuevo modo de pensar que supere muchas
inercias y prejuicios. Romper moldes, revisar axiomas, supone
reconocer, por ejemplo, que el derecho al trabajo ya no es en la
actualidad garantía del derecho a la subsistencia. La satisfacción de
las necesidades básicas no viene garantizada hoy por el derecho al
trabajo. Ello implica revisar ideas vinculadas a la cultura del trabajo dominante en el movimiento obrero tradicional.
Para
superar estos marcos y cambiar modos de pensar muy enraizados en
amplios sectores sociales hacen falta sujetos colectivos con capacidad
de librar la batalla de ideas que permita modificar dichas mentalidades
y actitudes aún muy extendidas. Y a su vez, brindar alternativas que
vayan tomando cuerpo y siendo asumidas por mayorías sociales. Tal es el
envite en el que se inscribe la tarea de un movimiento como la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad.
Esa
batalla de ideas se libra en el conjunto de la sociedad. Se trata de
mostrar, por ejemplo, que una herramienta como la Renta Básica es
deseable desde un punto de vista ético, consistente desde un punto de
vista programático, socialmente necesaria y urgente, políticamente
posible y económicamente sostenible. Para ello conviene leer y divulgar
trabajos como los del eminente jurista Luigi Ferrajoli, quien lleva
más de veinte años planteando que uno de los principales derechos
sociales es el derecho a la subsistencia, y que este quedaría
garantizado mediante la concesión a las personas de un salario o renta
básica. (Ferrajoli ha desarrollado su argumentación sobre este asunto
en múltiples artículos y conferencias así como en varias de sus
principales obras como Los fundamentos de los derechos fundamentales, Principia Iuris, vol. 2, y Democracia y garantismo. Pueden consultarse al respecto varios de sus textos en la web de Sin Permiso. Entre otros, La renta básica, un derecho fundamental, breve llamamiento redactado para apoyar una movilización europea en 2011).
Para
avanzar en esta dirección, además de fraternidad y buenas razones,
hace falta fuerza social. De ahí la necesidad de vertebrar un
movimiento de mujeres y hombres capaces de lograr el interés, la
aceptación y el respaldo activo de amplios sectores sociales.
En
este movimiento hay personas con una dilatada trayectoria de
integridad y lucha de más de veinte y treinta años. Otras, más jóvenes,
han irrumpido en calles y plazas en la década actual. Biografías y
trayectorias diversas unidas por valores, objetivos y actitudes
comunes, para quienes el paro y la precariedad no son un “objeto de
estudio”, sino una realidad cotidiana vivida en carne propia. Un
movimiento así construye sus saberes a partir de su propia experiencia
personal y colectiva, convierte en conocimiento y en poesía el dolor,
el sufrimiento, la dignidad y la esperanza.
A través de los
textos aquí presentados se puede obtener una información de primera
mano sobre las características de los colectivos que conforman la Marea Básica.
Se podrá apreciar que quienes narran sus vivencias de lucha no son
académicos ni profesionales de la escritura: son los hombres y mujeres
que padecen las injusticias y la marginación en sus carnes. Algunos de
ellos, con buena pluma y alma de poeta y todos con un corazón enorme y
una gran densidad de sentimientos fraternales y solidarios que van
aflorando según relatan sus experiencias.
Se trata de un
movimiento compuesto por personas que viven al límite, muchos de ellos
desempleados ya sin prestaciones o con ingresos que los sitúan por
debajo del umbral de la pobreza. Personas que saben bien lo que es
vivir en el borde de la subsistencia, sufrir con los apuros de la
pobreza para ir sorteando abismos de miseria mediante la creación de
nuevos lazos sociales, no competitivos, solidarios, basados en la ayuda
mutua. Estas voces de los de abajo se expresan habitualmente mediante
la oralidad. Aquí podemos sentir la vibración poética de sus textos,
conocer el contenido de sus pensamientos escritos por ellos mismos.
Otra
rara singularidad de estos textos se encuentra en su afán de contar la
verdad desnuda de sus reflexiones y opiniones. Sin lenguaje
diplomático, sin edulcorar los contrastes y diferencias. Una
transparencia no tan frecuente cuando los colectivos se disponen a
contar sus experiencias de puertas a fuera de las organizaciones. Así,
unos reconocen que los activistas resultan escasos en algunos momentos.
Otros no eluden manifestar que se saben en minoría en la defensa de
ciertos planteamientos dentro de la Marea Básica. Pero todo ello
expresado llanamente, sin reproches a los demás ni segundas o
terceras intenciones. El cultivo de la fraternidad está a la orden del
día en la Marea Básica, como lo pude apreciar en persona durante
su Escuela de Formación realizada en julio de 2016 en Valladolid. Un
claro contraste y un excelente ejemplo para los sectarismos y cainismos
que tanto daño han hecho y siguen haciendo a los movimientos sociales y
fuerzas políticas que en la lucha por la libertad y la igualdad se han
dejado por el camino la fraternidad entre unos y otros. Claro que para
eso quizás ayude el que no haya poder en disputa, ni cargos, ni
salarios de “liberados”… Y sí en cambio práctica de comunidad y ayuda
mutua en múltiples formas, como lo relatan aquí los Parados en
Movimiento de Valladolid, los Campamentos de la Dignidad de Extremadura
y los demás colectivos.
Tampoco se omiten en sus textos las
críticas a otros movimientos o fuerzas políticas aliadas. Eso sí, en un
tono de respeto, sin la displicencia ni la presunta superioridad tan
frecuentes en este tipo de observaciones cuando las hacen ciertos
académicos u organizaciones que se creen investidas de poderes
superiores y funciones iluminadoras autoasignadas.
La Marea Básica contra el Paro y la Precariedad
se halla inmersa en la construcción de una ética de lo colectivo, una
ética de la resistencia compartida en nuevos espacios de organización y
resistencia, espacios de emancipación quizás podíamos
llamarlos, resultado de relaciones y prácticas sociales autónomas, que
son a la vez espacios de supervivencia y de acción sociopolítica en los
que se apunta al establecimiento de relaciones sociales no
capitalistas. De esta forma, los espacios de emancipación acogen las
prácticas liberadoras de las que emergen los nuevos saberes para la
emancipación emanados de movimientos sociales como la Marea Básica.
Por
eso la comunicación y difusión de estas experiencias puede verse como
una contribución práctica a la reinvención de la emancipación social.
De ahí la importancia de que las experiencias alternativas circulen, se
conozcan y compartan, para enfrentar el clamoroso silencio mediático
tejido con el fin de hacerlas invisibles y de evitar que el
conocimiento de su existencia y actividades pueda servir de ejemplo y
estimular su extensión.
El cultivo de la dignidad ocupa un
lugar central en la acción sociopolítica iniciada desde los márgenes
que caracteriza a este movimiento. Aunque operando en contextos
distintos, hay rasgos que ofrecen semejanzas con los que podemos
observar en movimientos como los sin tierra brasileños, los zapatistas
mexicanos o los de los barrios populares de Caracas, entre otros. Al
situar en primer plano la bandera de la dignidad, todos ellos han
emprendido caminos de autoconciencia, de comprender y nombrar lo que se
es y se está haciendo, por decirlo con una expresión utilizada por
Raúl Zibechi en sus reflexiones sobre estos movimientos en América
Latina. (Zibechi y Ana Esther Ceceña, entre otros, han desarrollado
interesantes trabajos sobre estas características presentes en
movimientos sociales latinoamericanos).
Hoy ya no basta con
aceptar que la dignidad es el valor básico fundante de los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales reconocidos en
Declaraciones, Pactos Internacionales y Constituciones. No hay dignidad
humana sin eliminación de la miseria, escribía Ernst Bloch. Por eso,
para garantizar los derechos inviolables que son inherentes a la dignidad de la persona,
como reza el artículo 10.1 de la Constitución Española, es preciso
empezar por garantizar el derecho a la subsistencia, a una vida digna.
Sin ello, el libre desarrollo de la personalidad, invocado en el mismo artículo, se queda en agua de borrajas.
La
historia enseña que tampoco basta con invocar garantías
jurisdiccionales para lograr hacer efectivos los derechos más
elementales. Cabe reconocer que se va avanzando en la reclamación de
exigibilidad de los derechos económicos y sociales para que estos se
sitúen a la par con los derechos civiles y políticos en lo que respecta
a asegurar su universalidad. Pero aún queda mucho por recorrer en esta
dirección. Para lograr el reconocimiento efectivo de estos derechos no
hay más camino que luchar por ellos, organizar la fuerza social para
conquistarlos, una fuerza traducible luego en fuerza política capaz de
realizar los cambios jurídicos que conviertan los derechos básicos
defendidos en leyes de obligado cumplimiento. Sin una fuerza social
externa al sistema político que ejerza como un auténtico contrapoder
social capaz de presionar y movilizar no se pueden conquistar nuevos
derechos, ni siquiera garantizar el cumplimiento de los ya reconocidos.
De ahí la importancia de extender y consolidar la fuerza social de un movimiento como el de los colectivos que conforman la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad.
Un movimiento con una gran diversidad de procedencias sociales y
culturales y un buen caudal de sabiduría acumulada a partir de sus
experiencias de lucha. Un movimiento que se afana día tras día en
transformar el desencanto en esperanza, el sufrimiento y la desazón en
rabia e indignación, la soledad en apoyo mutuo, la vergüenza en
dignidad, la impotencia individual en fuerza colectiva.
La Marea Básica contra el Paro y la Precariedad
sabe que la dignidad humana solo puede garantizarse de un modo
universal, para todos los seres humanos, si se garantizan las
condiciones materiales de una vida digna para todos. Y eso empieza por
garantizar el derecho universal a la existencia, condición de una
libertad real para todos. Por eso lucha por conseguir un respaldo
social cada vez mayor para el establecimiento de una renta básica, como
el mejor instrumento para lograr dicho objetivo. Y enlaza la lucha por
la conquista de este nuevo derecho social fundamental con la exigencia
simultánea del cumplimiento de derechos reconocidos y vulnerados, como
el de que ninguna renta mínima puede estar por debajo del umbral de
pobreza, tal y como plantea el Comité Europeo de Derechos Sociales al
amparo de lo estipulado en la Carta Social Europea firmada por España.
La Marea Básica
es una marea viva; una expresión novedosa en la larga marcha histórica
de los movimientos sociales por la conquista de derechos
fundamentales. Uno de sus colectivos, los Campamentos Dignidad, lo
enuncia así: “los Campamentos Dignidad, como las PAH, las corralas,
las asambleas de parados y precarios, las sillas del hambre o la
diversidad de colectivos que componen la Marea Básica o las redes de
solidaridad popular son expresiones de esa radical novedad. Son
herramientas colectivas que producen comunidad y esperanza, que generan
“empoderamiento popular”, que construyen pueblo, en definitiva.” Las páginas que siguen muestran que las mujeres y los hombres de la Marea Básica saben bien que el pueblo se construye en movimiento y desde abajo.
En 1872 uno de los mayores filósofos del derecho europeo, Rudolf von Jhering, tras advertir de que “solamente luchando alcanzaremos nuestros derechos”, concluía su opúsculo La lucha por el derecho con esta cita del Fausto
de Goethe que me gustaría dedicar aquí a todas las personas y
colectivos que empuñando las armas de la fraternidad, la pasión, la
razón y la dignidad contribuyen a labrar sin descanso los caminos hacia
la emancipación:
“es la última palabra de la sabiduría, que solo merece la libertad y la vida el que cada día sabe conquistarlas”.
REFERENCIAS y BIBLIOGRAFÍA BÁSICA EN CASTELLANO
Páginas digitales de movimientos y colectivos citados:
Marea Básica contra el Paro y la Precariedad: http://mareabasica.es/
Red Renta Básica: http://www.redrentabasica.org/rb/
Renta Básica de las Iguales: http://rentabasicadelasiguales.coordinacionbaladre.org/ Red Global de Renta Básica (Basic Income Earth Network): http://basicincome.org/
Red Renta Básica: http://www.redrentabasica.org/rb/
Renta Básica de las Iguales: http://rentabasicadelasiguales.coordinacionbaladre.org/ Red Global de Renta Básica (Basic Income Earth Network): http://basicincome.org/
Blogs personales:
Ramiro Pinto Cañón: https://ramiropinto.es/ José Iglesias Fernández: http://www.rentabasica.net/
Libros básicos, citados cronológicamente:
Ramiro Pinto La revolución del paro. Ed. Cardeñoso, 1998.
Daniel Raventós. El derecho a la existencia. Ed. Ariel, 1999
José Iglesias Fernández (coord.) Ante la falta de derechos, ¡Renta Básica Ya! Ed. Virus, 2000
Ramiro Pinto. Los
fundamentos de la Renta Básica y la “perestroika” del capitalismo.
Teoría alternativa sobre economía política en la sociedad tecnológica y
del bienestar. Ed. Entinema, 2003.
José Iglesias Fernández. Las Rentas Básicas. El modelo de implantación territorial. Ed. El Viejo Topo, 2003
Daniel Raventós. Las condiciones materiales de la libertad. Ed. El Viejo Topo, 2007
Van Parijs y Vanderborght. La Renta Básica. 2006. Reedición, con un nuevo e interesante prólogo de Félix Ovejero, en Ed. Ariel, 2015
David Casassas- Daniel Raventós. La renta básica en la era de las grandes desigualdades. Ed. Montesinos, 2011.
Daniel Raventós. ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes. Ed. El Viejo Topo, 2012
AA.VV. Renta básica de las iguales y feminismos. Ed. Zambra, 2014
Cive Pérez. Renta Básica Universal. Ed. Clave Intelectual, 2015
Prólogo de Marea Básica. Contra el paro y la precariedad.
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