Fuente: Diario Público
Pablo Iglesias / Alberto Garzón
[En este artículo a dos manos Alberto y Pablo recogen las tesis sobre la necesaria unidad y la apuesta por el trabajo colectivo que tanto el Colectivo como el FCSM hemos venido defendiendo desde nuestro origen.Frente a la Oligarquía que nos desgobierna, la lucha es el camino. Recomendamos su lectura]
Porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.
(Federico García Lorca)
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.
(Federico García Lorca)
El presente artículo quiere servir para reafirmar nuestro compromiso
de trabajar unidos para construir un país soberano donde la justicia
social y la igualdad real entre mujeres y hombres sean una realidad, y
donde el reconocimiento de la plurinacionalidad informe la organización
territorial de España. Escribiendo juntos queremos reflexionar sobre
algunas claves de la situación política en España y sobre los desafíos
políticos, sociales y electorales que Podemos, Izquierda Unida y el
resto de fuerzas hermanas debemos afrontar, a nuestro juicio, cooperando
unidos.
A nuestro criterio, lo que nuestra sociedad se está jugando en estos
años es qué tipo de país será España durante las próximas décadas. Y
partimos de la convicción de que no queremos permitir que las fuerzas
conservadoras y reaccionarias del país sean las que diseñen nuestro
futuro, entregándonos a una noche oscura de pérdida de libertades y
derechos sociales. No en vano, en estos años nos jugamos qué tipo de
servicios públicos y derechos laborales tendremos, de qué libertades
podremos disfrutar y qué capacidad real tendremos para poner en marcha
nuestros propios proyectos de vida. Nuestra aspiración es contribuir a
hacer un país distinto, mejor y centrado en las mujeres y hombres que
trabajan diariamente para que sus hijos e hijas puedan vivir sin
penurias ni miserias. Nuestra propuesta política, nuestro proyecto de
país, es lo que compartimos ambos y lo que justifica que apostemos por
la unidad en un momento histórico tan importante como este.
Aspiramos a ganar social y políticamente al PP y a su recambio
naranja y no renunciamos a atraer a las posiciones del cambio a cuantos
actores políticos y sociales quieran construir con nosotras y nosotros
un país en el que la libertad, la igualdad y la fraternidad se
conviertan en los principios efectivos del impulso constituyente que
necesita España.
España entre la restauración reaccionaria y el cambio democrático
La tensión entre restauración oligárquica y cambio social y
democrático sigue definiendo la situación política española. Hay al
menos seis dimensiones de esa tensión.
En primer lugar, existe una tensión social que deriva de las
políticas de recortes impuestas por la Troika para afrontar la crisis
económica en España y en los países de la periferia europea. Por mucho
que los partidos de las élites hayan proclamado la normalización de la
situación económica, lo cierto es que la precarización del mercado de
trabajo, el paro, la desigualdad creciente, el deterioro del sistema de
pensiones y de los servicios sociales, entre otros fenómenos, son una
realidad que hace de nuestro Estado social uno de los menos
desarrollados de la Unión Europea. El empobrecimiento, absoluto y
relativo, de nuestra población se describe por el hecho de que hoy los
sectores populares tienen que trabajar más tiempo por menos dinero y,
por lo tanto, viven en peores condiciones en un momento histórico en el
que, paradójicamente, los avances técnicos permitirían todo lo
contrario.
En segundo lugar, con esas políticas de recortes se está amenazado un
conjunto de capacidades esenciales para la vida como son tener y cuidar
hijos e hijas, cuidar a familiares y amigos o mantener los hogares.
Todo eso es lo que se llama reproducción social, y está gravemente
amenazada por la combinación de reducción de salarios y desmantelamiento
de los servicios públicos. Las familias más pudientes cubren algunas de
esas necesidades externalizando los cuidados a empresas privadas y a
mujeres en muchos casos migrantes y pobres, pero la inmensa mayoría de
familias en España realiza esas actividades con cada vez más dificultad y
prácticamente siempre sobre los hombros de las mujeres. Las imponentes
movilizaciones de reivindicación de los derechos sociales
protagonizadas por los pensionistas y por el movimiento feminista son
también indicadores inequívocos de la crisis de reproducción social que
nuestro país atraviesa y en particular, del papel protagonista que van a
tener las mujeres en los cambios que necesita nuestro país.
En tercer lugar, España vive una crisis territorial grave, como
consecuencia de las enormes dificultades para afrontar el encaje
político e institucional de la plurinacionalidad. La estrategia
autoritaria del PP, sostenida por el resto de partidos monárquicos, de
judicializar un conflicto político ha generado en la práctica un Estado
de excepción territorial y ha abierto la puerta a un recorte
generalizado de libertades. Los partidos monárquicos se han demostrado
incapaces de pensar España y su Estado como inclusivo y diverso y no han
sabido ofrecer a la ciudadanía catalana una solución democrática y un
proyecto ilusionante de participación en España. Jamás hemos compartido
las estrategias del procesismo, pero es imposible resolver la
situación catalana mediante la fuerza y la acción de los jueces. El
único camino para avanzar en la resolución del conflicto catalán pasa
por comprender que nuestro país está formado por mujeres y hombres que
se sienten de diferentes naciones y que aspiran a cooperar desde el
reconocimiento de sus distintas identidades y sus derechos democráticos.
En cuarto lugar, España padece una parálisis institucional sin
precedentes. Por un lado, la profunda corrupción no se expresa sólo por
los millares de casos que afectan al PP, sino que refleja una concepción
patrimonial de las instituciones por parte de las élites políticas y
económicas que cercena la calidad democrática de nuestras instituciones y
las relaciones entre los sectores público y privado. La historia de
nuestro país refleja lo asentadas que están las prácticas políticas de
las oligarquías que, entendiendo España como su cortijo privado, han
sobrevivido incólumes incluso al advenimiento de la democracia hace
cuarenta años.
En quinto lugar, los sistemas políticos demoliberales de nuestro
entorno, están sufriendo en toda Europa una crisis de legitimidad como
consecuencia del desplazamiento de la soberanía desde la ciudadanía
hacia los actores económicos del mercado mundial. La conciencia de que
en nuestra sociedad gobiernan los mercados, es decir, los grandes grupos
económicos y financieros, y no los Gobiernos elegidos democráticamente
supone un reto adicional para las fuerzas progresistas que aspiramos a
que la democracia llegué también a la economía.
Finalmente, debemos recordar que somos una comunidad humana que vive
en un entorno natural que impone unos límites ecológicos a nuestra
actividad productiva, por encima de los cuales no sólo deterioramos el
medio ambiente sino también la vida misma. Nuestro planeta es finito y
frágil, y no puede soportar por más tiempo una actividad humana que se
canaliza a través de un modelo de producción y consumo que sólo se rige
por el criterio de la acumulación incesante. Desbordados sobradamente
los límites de la biocapacidad del planeta, la comunidad científica ha
alertado durante décadas de que el cambio climático, la extinción de la
biodiversidad, el exceso de consumo de agua dulce, la contaminación
atmosférica y otros fenómenos amenazan con provocar efectos desastrosos e
incontrolables: sequías graves, avance de la desertización, lluvias
torrenciales, deshielo del ártico y glaciares, entre otros. Ambos
firmamos en el año 2014 el manifiesto Última llamada en el que
se ponía de relieve la emergencia política de esta cuestión, ahora aún
mayor. Y somos conscientes de que las consecuencias del calentamiento
global son especialmente graves para España, que no sólo se encuentra en
unas latitudes ya bastante cálidas sino que además ha desaprovechado
durante estos años una extraordinaria oportunidad para iniciar una
transición en el modelo energético.
Nuestro proyecto de país
Como consecuencia de todo lo anterior, consideramos necesario
trabajar unitariamente en lo político y en lo electoral. Nuestra
aspiración es construir un bloque histórico de cambio y de
transformación social que pueda abordar estos retos y diseñar una España
democrática que atienda a las necesidades económicas, sociales y
ecológicas de nuestros conciudadanos y conciudadanas. Somos fuerzas
políticas distintas, con reconocidas diferencias en algunos aspectos
programáticos pero consideramos imperioso poner encima de la mesa lo que
nos une: el tipo de país que queremos que sea España en las décadas
siguientes.
Hartos de los recortes en sanidad, educación, dependencia, servicios
sociales o pensiones, queremos blindar los servicios públicos al máximo
nivel. Hartas de la desigualdad entre mujeres y hombres, queremos acabar
con el patriarcado y con los sistemas culturales que oprimen y explotan
a las minorías de nuestro país. Hartas de las guerras que promueven
nuestros Gobiernos, queremos promover la paz y la solidaridad entre
pueblos. Hartos del parasitismo de los falsos liberales que expolian lo
público, queremos una administración pública democrática y libre de
corrupción. Hartas del autoritarismo que judicializa el conflicto
catalán y que encierra también en cárceles a cantantes y raperos y multa
por hacer chistes, queremos un sistema de libertades donde prevalezcan
los derechos humanos. Hartos de los desahucios y de los alquileres
inaccesibles, queremos alquileres públicos y poner coto a especuladores y
a los parásitos financieros. Hartas de ver cómo el poder ha atacado sin
piedad el mundo de la cultura, de los teatros, la danza y el cine,
queremos una España que libere su creatividad y cultura del reino de la
mercantilización obsesiva, de la precariedad miserable y de la
dependencia extrema respecto a cuatro empresas caníbales de la esencia
humana. Hartos de las guerras de banderas, queremos una España fraterna y
construida desde abajo y con diálogo. Hartos y hartas de tanta
precariedad, inseguridad y falta de esperanza para nuestras familias,
queremos una España de redistribución y derechos laborales. En suma,
hartos de la España del PP y Ciudadanos queremos construir una España
distinta, mejor y en la que todas y todos podamos, sobre todo, vivir con
dignidad.
Los autores de este texto representamos a dos formaciones políticas
necesarias para el cambio político en España. Hace diez años muy pocos
nos conocían, y puede decirse que en cierta medida somos un reflejo
personal, pero sobre todo colectivo, de las transformaciones recientes
de nuestro país. Estamos convencidos de que son millones las mujeres y
hombres, de todas las edades y condiciones, que comparten con nosotros
este proyecto político de esperanza. Por eso queremos anunciar, tras
estas reflexiones, nuestra voluntad política de caminar juntos en la
lucha política y electoral de los próximos años. Queremos expresar
nuestra firme voluntad de hacer todo lo que esté en nuestra mano para
que la España del futuro sea el resultado del pensar y actuar de la
gente común y no de las fuerzas conservadoras y reaccionarias que hoy
saquean nuestro presente.
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