Manuel Delgado Millan
FCSM
LO QUE VIENE
Es muy delicada la posición política en la que nos vamos
a encontrar ante un gobierno que está ahí por nuestro esfuerzo para
convercerlo de que era tan posible, como imprescindible que la
corrupción rampante, indigna y declarada en sentencia, salga del
gobierno de España. Será muy difícil porque es un gobierno débil porque
no quiere y rechaza nuestra ayuda. Será débil porque sabe que no hay más
alternativa que hacer lo que pide la ciudadanía en la calle, o echarse
en los brazos los poderes fácticos que ya impidieron un pacto de
gobierno tras las dos últimas elecciones. Esa debilidad y esa disyuntiva
no es nueva en un gobierno del PSOE. Ya se dio en tiempos de Aznar en la
oposición, con el gobierno de Felipe en crisis por su propia y enorme
corrupción, apoyado por Pujol y Anguita despreciado por ser el profeta
de lo que vino, ampliado. Es difícil, hasta ahora imposible, convencer
al PSOE de que haga en el gobierno lo que promete en las campañas y
quieren sus votantes. Fue imposible que el PSOE viera a Anguita como un
aliado para ser fiel y honrado, se unió comprando voluntades dentro de
IU, con quienes lo querían fuera de la política. Esa fue la verdadera
pinza, de la que no pudo defenderse.
Si Sánchez, como parece, no quiere o cree que no puede
satisfacer las demandas reales de la ciudadanía, todo apunta a que
repetirá la jugada.
El escenario es distinto y algunos actores pueden
parecer nuevos, pero el guión de la obra se puede repetir. El tema
catalán es una novedad, pero esa polarización, va a llevar aún más al
PSOE a profundizar en su esquizofrenia si no avanza en lo que propone
Unidos Podemos, en una solución dialogada y democrática.
Si el
independentismo no cede en plantear una salida unilateral, será aún peor
justificando las posiciones de fuerza que PP y C,s nunca van a
abandonar porque compiten por esa "bandera". Ayudaremos al gobierno y al
conjunto del pueblo catalán a un acuerdo político fruto del diálogo
entre catalanes y con el Estado. Se puede, también en eso se puede. Pero
la demagogia y los medios pueden hacernos pagar, en España y Cataluña,
estar en ese terreno de bandera blanca. El PSOE decidirá si elige esa
bandera o, como hasta ahora, se une a la del "a por ellos".
De ello depende, no sólo su futuro como gobierno, también el de muchas políticas sociales, de futuro.
De una nueva correlación de fuerzas por mor de alianzas
nuevas, de un gobierno con el pueblo, dependerá que esas políticas den
respuesta a todas las crisis, con la imprescindible refundación del
Estado, con la revitalización de la democracia, con la recuperación de
derechos, con la necesaria colaboración para transformar Europa. Todo
está en juego.
La política rosa ha empezado a lanzar banales crónicas
sobre cómo visten las ministras, maniobras de distracción y marketing.
Se complicará todo si no se afronta el fondo. Si Sánchez renuncia a
eliminar los vetos de Rajoy a leyes que ya están planteadas y acordadas
en el Congreso. No seremos nosotros, ni Pablo, ni Alberto, ni el grupo
de Unidos Podemos quienes decidan nuestro apoyo o rechazo a Sánchez. No
será un interés de partido. Serán las gentes el juez. No miremos la foto
de familia del gobierno, repetida estos días. Proyectemos otra foto de
España, en la que, si estamos a la altura, debemos salir todas y todos,
sonriendo.
No es que seamos exigentes, ni impacientes, es que
tenemos memoria y conocemos al personal. Las exigencias no son más que
necesidades urgentes e inaplazables. Tenemos la misma paciencia, el
mismo tiempo que tengan los problemas y quienes los sufren. Nuestra
tranquilidad vendrá de que se empiece a trabajar de inmediato en
dirección correcta para afrontarlos como es necesario.
No se puede juzgar a nadie antes de ver sus actos, pero
tampoco generar expectativas entusiastas porque se monte una campaña de
marketing, en base a nombres y perfiles. Guiños le están llamando los
voceros. Algunos han pasado de poner el grito en el cielo a ser
inmediatamente seducidos. No entremos en analizar currículums, tampoco
basta con alegrarnos de que haya muchas más mujeres, porque eso es
genial, pero, por sí mismo, no garantiza nada. Si en el currículum se
viera, además de una buena formación, a mujeres cuidadoras de familias
desahuciadas; si se viera a economistas, a mentes lúcidas que han
estudiado caminos para poner el dinero a trabajar por la dignidad de las
personas, sus derechos, por quienes generan riqueza en la economía
real, a ministras que son claramente enemigas de los especuladores y
aliadas de quienes se levantan cada día para ganar la vida de los suyos,
estaríamos más tranquilos. La mayoría de ministras y ministros, son
gente que acceden a cargos porque han tenido cargos, que tranquilizan a
la Europa de los mercados, porque vienen de estar allí poniendo límites
al gasto social y rigor para quien no lo necesitan. Tranquila la Botín y
alarde televisivo de sorpresas porque gusta la pasarela con alguna
celebridad que sabe de naves espaciales. Mucho mejor que el que ha
escrito tres novelas, y es tertuliano de programas rosa.
Ojalá en España se investigue, se apueste por la
cultura, pero eso necesita dinero y de eso nada. De momento. Sin dinero
no sale la cuenta de la sanidad y la educación, y los presupuestos son
los de Rajoy. A los que esperamos diálogo y acuerdos, en Catalunya, para
unir España sin imposiciones, Borrell y Marlaska son malos augurios.
Pero nada está dicho, basta con esperar recordando que echar a Rajoy,
siendo imprescindible, obligado y posible como dijimos desde hace
tiempo, es sólo un primer paso.
En definitiva, estamos tranquilos hasta ver. Pero ya estamos menos tranquilos que Rivera, menos sonrientes que Soraya.
No damos nada por perdido, ni nada por ganado. Nos limitamos a decirnos, hoy como ayer, que Sí se puede. Que Unidas Podemos.
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