Fuente:Diario16.com
Antonio Pintor Álvarez
Colectivo Prometeo
En el juego del dominó una regla básica que los jugadores llevan a
rajatabla consiste en repetir la misma ficha siempre que se pueda.
Curiosamente el Cabildo y sus diocesanos, como buenos jugadores de
dominó, utilizan la estrategia de repetir una y otra vez la misma
cantinela en su empeño por apropiarse de la Mezquita-Catedral.
El sábado 15 de septiembre se hizo público el informe elaborado por
la Comisión de expertos nombrada por el Ayuntamiento de Córdoba para
argumentar histórica y judicialmente la titularidad pública del
monumento.
En el citado informe un equipo de profesionales, de manera honesta,
desinteresada y valiente, aporta un interesante relato sobre algunos
acontecimientos relevantes para la cuestión que nos ocupa, y se exponen
“dos características básicas en la historia del edificio que han persistido por encima de todos los cambios políticos o religiosos”:
- La ligazón del edificio al Estado, tanto durante la etapa de la dinastía Omeya como posteriormente a la Corona de Castilla.
- El fuerte vínculo afectivo de los cordobeses con respecto al monumento, tanto cuando siendo musulmanes era una Mezquita, como cuando siendo católicos se transformó en Catedral.
El informe concluye que la Mezquita-Catedral, aunque se
mantiene en uso por la Iglesia Católica desde su consagración en 1236,
no se dispone de documentación que acredite la propiedad de la misma, y
por el contrario existen múltiples hechos que señalan al Estado como su
propietario.
Se trata de unas conclusiones integradoras en las que no se excluye a
nadie, se le sigue dando un protagonismo importante a la Iglesia en
aquello que para ellos, según predican es lo más importante, su uso para
el culto, y se enriquece el desarrollo de las posibilidades que el
monumento presenta al incluir a otras instituciones académicas,
culturales y a la ciudadanía mediante sus representantes políticos, en
la gestión del mismo. Además del impacto económico, que supondría para
la ciudad, el hecho de que los ingresos obtenidos como consecuencia de
las visitas turísticas dejen de ser “dinero negro” del que nada se sabe
para convertirse en una fuente de ingresos transparente, tanto en
cantidad como en el destino. Se trata de dar una solución salomónica,
similar al: “Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de
Dios”, es decir, continuar con la parte del monumento correspondiente a
la Catedral para uso del culto católico y dedicar el resto al
enriquecimiento artístico y cultural para la ciudad y sus visitantes.
Ante el rigor y consistencia del informe, el Cabildo y sus aliados
(feligreses, cofradías y Partido Popular) repiten de manera machacona a
modo de letanía el mismo mantra: “la Mezquita-Catedral les pertenece
desde 1236 por ser una donación del Rey Fernando III al obispado de la
ciudad (Aunque sigan sin aportar documentación que lo justifique), que
gracias a su cuidado el monumento se ha podido conservar en tan buen
estado (A pesar de las abundantes referencias históricas de hechos,
pasados y presentes, que demuestran el afán constante por borrar toda
huella del legado Omeya y la abundante aportación económica por parte
del Estado, en sus diferentes ámbitos, para la restauración del
monumento) y que el proceso de inmatriculación se ha hecho de acuerdo a
la ley (Afirmación que nadie discute, pues lo que se cuestiona es la
legitimidad y el uso que se ha hecho de una ley injusta, antidemocrática
y propia de una dictadura teocrática)”.
Este mantra ha calado hondo y se ha incrustado emocionalmente en una
parte importante de la sociedad cordobesa, dificultando el dialogo con
quienes de manera razonada, como hacen los autores del informe, exponen
otro punto de vista.
Lo paradójico de esta cuestión es que quienes defienden que la
propiedad del monumento siga perteneciendo a quien siempre fue su
propietario, el Estado español y consecuentemente a TODOS los españoles,
se les reprocha haber iniciado la polémica en torno a la
Mezquita-Catedral, en vez de señalar al Obispado que en el año 2006,
alteró el estatus del monumento al inmatricularlo a su nombre utilizando
los privilegios que les otorgaba una ley franquista que permitía al
Obispo, sin necesidad de aportar ninguna prueba, con solo su palabra
registrar cualquier inmueble a su nombre y figurar como propietario del
mismo. El escándalo dentro y fuera de nuestras fronteras, ha alcanzado
tal envergadura que el “piadoso” ministro Gallardón se vio obligado a
derogarla. Aunque, eso sí, considerando legales todos los actos
realizados bajo su amparo y dando un año de plazo para que entrara en
vigor. En definitiva, una “amnistía registral” que ha permitido que la iglesia se apropie de miles de edificios de todo tipo y condición.
Por el contrario, quienes defienden la propiedad para una
organización privada y dependiente de un Estado extranjero con lo que el
monumento, al menos nominalmente, dejaría de pertenecer a España, son
considerados defensores de su patria y de su patrimonio. Algo explicable
como secuela de cuarenta años de dictadura teocrática, no olvidemos que
Franco fue “caudillo de España por la gracia de Dios”, en los que la
fusión Iglesia-Estado era absoluta. Situación que los gobiernos de la
democracia, desgraciadamente, han hecho poco por corregir. Así nos
encontramos con municipios en los que hay dos autoridades en la
alcaldía, una real de carne y hueso y otra virtual, perteneciente al
mundo de los espíritus.
Sin embargo lo más desagradable e inaceptable de esta polémica es la
falta de rigor documental en quienes defienden la propiedad de la
iglesia y, lo que es peor, suplir esta carencia con el recurso a
fantasmas para crear miedo y desazón entre la población. En ese sentido
resulta lamentable las notas publicadas en la prensa local por parte de
la Agrupación de Cofradías en las que para mostrar su apoyo al Obispo
recurren al insulto y descalificación personal de los autores del
informe, atribuyéndoles “abyectas conclusiones” para “intentar eliminar a
los cristianos” entre otros disparates. O las del portavoz del cabildo
que vuelve a la conspiración judeo-masónica y comunista para quitarles
el monumento, no aclarando si se lo quedaría el PCE, sería para la
internacional comunista, para Rusia, China, etc. O las insinuaciones de
cierta prensa al relacionar la polémica con la amenaza del terrorismo
yihadista.
En fin fantasmas, miedo e insultos en lugar de documentos y argumentos.
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