Remedios Copa Sánchez
Las gestas de un pueblo
en defensa de su soberanía e independencia cohesionan y otorgan identidad y son
motivo de reivindicación y orgullo. Así celebra la ciudad de Vigo su fiesta de
la Reconquista.
Vigo fue la primera
ciudad europea tomada por las tropas del ejército del Primer Imperio Francés de
Napoleón Bonaparte que logró expulsarlos y retomar su soberanía mediante el
alzamiento popular, hecho que tuvo lugar en plena Guerra de Independencia
española, el 28 de marzo de 1809. Ese camino marcado por los vigueses le valió
el título de fiel, leal y valerosa, otorgado por Fernando VII.
La reconquista de Vigo
es además una prueba viva de cómo la soberanía es cosa de todos y de que la
unión hace la fuerza. El marinero vigués, conocido como “Carolo”, que empuñó el
hacha contra la puerta de Gamboa, acto en el dejó su vida, luchó junto con las
fuerzas civiles, militares y religiosas que formaron las milicias populares
para liberar la villa.
Claro que cuando se
habla de gestas, no todas son de la misma índole. Tal vez la de Vigo por ser
una lucha de liberación y en legítima defensa, honra y se celebra año tras año
con orgullo y dignidad.
Dice André Vltchek que
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial han muerto en todo el mundo entre 50
y 55 millones de personas, víctimas del colonialismo occidental. Muchas de esas
masacres, afirma, fueron perpetradas en nombre de la libertad y la democracia y
llegaron de la mano de naciones europeas o de gobernantes que obedecen a
intereses de Occidente y que, a día de hoy cientos de millones han muerto de
indigencia y silenciosa miseria como consecuencia indirecta de guerras
iniciadas por occidente o de golpes de Estado a favor de sus intereses.
Estos días en que el
Presidente de México invita al Rey de España a pedir perdón por los hechos
ocurridos en torno al “descubrimiento” de América, me vienen a la mente
palabras de Noam Chomsky a propósito de la competencia por señalar cuál es el
mayor crimen cometido por Occidente. Respecto a la arribada de Colón al continente
americano señala que allí se encontraban civilizaciones avanzadas, con
ciudades, comercio y alto grado de
organización social y que, no mucho después, el 95% de esa población había
desaparecido.
Independientemente de
que podamos estar de acuerdo o no con las cifras de Chomsky, no olvidemos que
desgraciadamente no son los españoles los únicos que colonizaron territorios y
provocaron muertes en la población originaria. Los estadounidenses, del censo
aborigen que contaba una población de 200.000 personas a comienzo de 1900,
apenas queda representación y viven acorralados en reservas; si hablamos de lo
que EEUU ha provocado en otros países, es para temblar. Cuando nos adentramos
en el recuento de los genocidios, constatamos que los mayores van ligados al colonialismo
y que son países como Inglaterra, Bélgica, Alemania o Francia quienes en épocas
más recientes se llevan la palma, en lo que al continente europeo se refiere.
Volviendo a André
Vltchek, señala que los primeros campos de concentración fueron construidos por
el Imperio Británico en Kenya y Sudáfrica y que el primer holocausto no fue el
de la Alemania nazi contra los judíos europeos y los gitanos, (sin olvidar que
en ellos también recluyeron y exterminaron a españoles), sino que los alemanes
“estuvieron involucrados en las terribles masacres en el Cono Sur de América
Latina y otros lugares. Alemania ya había exterminado a la mayor parte de la
tribu Herero en Namibia”. Aunque de esto, dice, no se habla ni en Alemania ni
en Europa.
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