José
Antonio Naz Valverde.
Colectivo
Prometeo.
La llamada “ izquierda sociológica” en nuestro país siempre ha imaginado un PSOE “socialista”, “obrerista” y al servicio de los pobres. Por ello se habla de “las fuerzas de izquierdas”, concepto que ha sido asumido incluso por los partidos que existen precisamente para defender a las clases más desfavorecidas y esa mayoría social que consideran marginadas por las políticas del PP y del PSOE. Y, curiosamente, ese imaginario funciona a pesar de la historia y la realidad de los hechos desde el final del franquismo. Cuando la lucha contra el franquismo y por un régimen democrático se coordinaba en 1974 en la Junta Democrática, que propugnaba una ruptura clara del régimen, la presencia del PSOE en la misma era prácticamente inexistente. Sin embargo apareció en la Plataforma hacia la Convergencia Democrática, creada un año después con planteamientos más reformistas. Entre medias había tenido lugar el congreso del PSOE en Suresnes (Octubre 1974), donde se cambia la dirección de los socialistas republicanos por unos jóvenes desconocidos, fuertemente apoyados por la socialdemocracia alemana de Willy Brandt y con el visto bueno de EEUU. Este nuevo partido se nutrió de personas desconocidas en las múltiples luchas sociales y políticas contra el franquismo. Y esa mayoría considerada de izquierdas prefirió votar a este partido antes que al Partido Comunista, que había liderado la lucha antifranquista en todos los ámbitos políticos y sociales, a costa de las detenciones, las multas, la carcel y hasta la vida de sus militantes. Fue el primer “voto útil” de esa izquierda, que tuvo su máxima expresión en las elecciones generales de 1982. Más de 10 millones de votantes, incluyendo militantes del propio partido comunista, confiaron en las promesas de cambio, presentadas por una gran campaña con profusión de medios, confirmando en palabras de Felipe González que “el pueblo quiere socialismo y cambio”. Pero la mayoría absoluta de 210 sillones en el congreso no realizó las promesas de reforma agraria, nacionalización de la banca (en crisis), aumento de impuestos a los ricos, aumento de las pensiones, promocion de empresas públicas, control de las empresas por los trabajadores, edad de jubilación a los 62, sistema educativo público para todos, salida de la OTAN…Por el contrario se empezó la privatización de la banca pública, se mantuvo la permanencia en la OTAN, se aprobó la LODE implantando el sistema de conciertos en educación, se empezaron a desmantelar las grandes empresas públicas…Los 12 años de mayoría absoluta son también los de los casos de corrupcion, desde Filesa al caso Juan Guerra, pasando por el presidente del Banco de España, Mariano Rubio; pero también los Gal y la participación directa en la guerra de Yugoslavia..
A pesar de ello continúa el mantra del voto útil . A nivel general, y de forma particular en regiones como Andalucía, con el doble mensaje de “miedo a la derecha” y llamadas a “la unidad de la izquierda”. En todos los casos se ha clamado en campaña por las medidas de izquierda, que luego cuando se llega al gobierno se olvidan, posponen o se traicionan. La primera vez que González necesitó apoyos para gobernar, en 1993, desestimó las propuestas de IU y pactó con los nacionalistas catalanes y vascos.
Con Zapatero, la propuesta de separación De la Iglesia y el Estado se tradujo en aumento del 0,5 al 0,7% en la casilla de la Renta para la Iglesia Católica. Y las propuestas sociales quedaron supeditadas al pago a los bancos por el cambio del artículo 135 de la Constitución, pactado con el PP.
Y cuando en Diciembre de 2015 el PSOE obtuvo solo 90 diputados y las nuevas fuerzas de izquierda 71, con una diferencia entre ambos de 600.000 votos a favor de las segundas, Sánchez llega a acuerdos con Cs, sin contemplar para nada el pacto con Podemos, más allá de pedir que éste apoyara su acuerdo con la derecha naranja, prefiriendo que siguiera en el gobierno el corrupto PP. Cuando Unidos Podemos presenta la moción de censura, el PSOE no la apoya. A pesar de ello, Unidos Podemos pide al PSOE que la presente él y negocia con otros grupos de la izquierda el apoyo a la misma. Y ni siquiera en estas condiciones cumple con la mayoría de las propuestas firmadas.
Después de las elecciones de abril, los hechos son incuestionables: a pesar de que el socio necesario es Unidos Podemos, Sánchez se niega a pactar con ellos el gobierno de coalición que ofreció a Ciudadanos, y sigue pidiendo el apoyo de estos y del PP.
Anta tanta evidencia, tan reiterada y constante, esa mayoría social puede seguir engañándose, o simplemente reconocer que no es “de izquierdas”. La lógica y el sentido común apostarían claramente por lo segundo. Los programas y sobre todo los hechos son cada vez más evidentes. El electorado que dice querer cambios y mejoras sociales que beneficien a la mayoría no puede votar a partidos como el PSOE encuadrados claramente en el neoliberalismo, con miembros en los Consejos de Administración de las empresas del IBEX, y demandarles luego que actúen en contra de su naturaleza y sus intereses. Cuando conminan a que “los políticos hagan su trabajo”, no entienden que es justamente lo que están haciendo, defender cada uno sus propuestas. El error, la ignorancia o la hipocresía está en esos millones de votantes que dicen querer programas de izquierdas y no votan los partidos que las proponen y pelean por ellos. Lo demás es metafísica.
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