Remedios Copa
Colectivo Prometeo
El movimiento
decrecentista es de las pocas propuestas históricas que tienen plena vigencia
en el contexto actual; lo tuvo en la crisis de 2008 y lo sigue teniendo tras la
pandemia, manteniéndose como el único camino para frenar la posible extinción.
Ya en 2009, Latouche
afirmaba que el Decrecimiento con mayúsculas es mucho más que una alternativa
concreta y que de esa matriz partirían múltiples alternativas que se situarían
fuera del paradigma suicida del crecimiento, cuyas consecuencias nos sitúan hoy
al borde del abismo como civilización y como especie.
Cuando hablamos del
cambio climático, sus causas y consecuencias, es ineludible hablar de
Decrecimiento porque es la herramienta contra la fe dominante del mundo
moderno, empeñado en mantener el crecimiento continuo en un planeta finito y de
recursos finitos.
Pues bien, ni los recursos son infinitos ni el planeta puede con las agresiones de los humanos y su loca carrera de explotación y consumo; estamos viendo estos días los efectos que tales comportamientos producen en el medioambiente y las consecuencias catastróficas que llevan consigo. La ola de calor de asola parte de Norteamérica se ha cobrado ya en torno a mil vidas humanas y muchas hectáreas de bosque arrasadas por el fuego, con la consiguiente destrucción de flora y fauna de las zonas afectadas.
Todo esto sin olvidar que
los científicos están advirtiendo de que la veloz descongelación de los
casquetes polares es una bomba que amenaza con mucho más que con la subida del
nivel del mar.
Aunque el problema se
viene atribuyendo al aumento de la población mundial, sin negar que contribuye
porque según datos de Casal en 2014 se había multiplicado por siete con respecto
a 1800, ese no es ni el único ni el mayor problema que tenemos hoy, puesto que
si esa es una razón para decrecer, también lo es el consumo desbocado que
hacemos, el desperdicio de alimentos, la contaminación innecesaria que muchas
veces generamos.
Si la biocapacidad actual
del planeta es de 1,73 hectáreas por cada persona, lo que cada uno de nosotros
consume de más es gracias a que nos estamos apropiando de lo que otros consumen
de menos. Por tanto, son muchas las vertientes desde las que tenemos que
reflexionar si los humanos queremos continuar viviendo en este planeta.
Tal como consta en las
conclusiones del I Congreso de la Rede para o Decrecemento Eo- Navia/Galiza/O
Bierzo, publicadas en el libro “Decrecemento. Construindo alternativa”,
“Decrecimiento no quiere ser un atranco ni una denominación rígida e
inamovible. Lo que queremos es decrecer para sobrevivir, llamémoslo como lo
llamemos, y hacerlo de manera democráticamente decidida, social e
internacionalmente justa y consciente de la realidad de extralimitación
ecosocial”.
El resultado de las
conclusiones a las que llegaron los participantes en el Congreso, (varios
cientos de personas), es que la alternativa a un decrecimiento democráticamente
controlado será un decrecimiento autoritariamente dirigido y socialmente
injusto como ya comienza a mostrarse cada vez más generalizado, de tal modo
que, tras el agotamiento del capitalismo cabe la posibilidad de dos modelos:
uno democrático y comunitarista hasta
que nos volvamos a situar dentro de los límites de un planeta finito, y otro
que adoptaría un modelo nazi y genocida que sacrifique a la mayoría para
mantener los privilegios de unos pocos.
Como ya he afirmado en
otras ocasiones, la postura decrecentista es tan necesaria como dura de
defender en una sociedad de cultura consumista, porque aboga por modificar la
escala de valores sociales y también el cambio interior de cada uno de
nosotros. Al mismo tiempo, habla de la necesidad de relocalizar la producción y
las numerosas actividades humanas como modo de superar la globalización y la
centralización ajena a la realidad ambiental y social de los territorios, a
todas luces insostenibles, tanto por el deterioro ambiental como por la escasez
de recursos.
El libro “Decrecemento.
Construindo alternativa”, aborda diferentes ámbitos y sienta las bases para un
debate social de gestión en áreas como la organización y autogestión; sociedad,
valores y eco-feminismo; medioambiente; salud; energía y transporte; educación;
alimentación, consumo y economía de proximidad; y por último, medios de
comunicación y cultura. Aporta por tanto una visión amplia y accesible que
permite familiarizarse con el concepto de decrecimiento y la necesidad de
decrecer y permite adentrarnos en una realidad que todas las personas
deberíamos conocer, reflexionar sobre ella y analizar nuestra posición frente a
esa realidad.
El Decrecimiento requiere
un debate social sosegado, con
participación de todos los afectados previo a las actuaciones que
implementen objetivos, para evitar que puedan ser eco-fascistas y/o resultar
muy perjudiciales para el entorno, de modo que las consecuencias negativas no
tengan vuelta atrás; por esa razón, debemos estar preparados para entender,
actuar y evitar males mayores.
Como dice Carlos Taibo,
hay que estar preparados para la sociedad postcolapsista y ver el decrecimiento
como una perspectiva, no como una teoría y, menos aún, como una ideología. (En el libro “Decrecemento. Construindo
alternativa”se incluye una aportación inédita de este autor a la Rede para o
Decrecemento Galiza/Eo-Navia/O Bierzo).
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