Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Dice Yayo Herrero que el capitalismo saca tajada convirtiendo en escaso lo que podía haber sido suficiente. Argumenta que la idea de escasez construida políticamente oculta que esta tiene más que ver, sobre todo, con la injusticia y la falta de mesura.
Y lo cierto es que la verdad oculta detrás de muchas de las versiones que sobre la realidad tratan de vendernos esconden los intereses de muchos que esperan suculentos beneficios del capitalismo del desastre y de la escasez. Y así podríamos hablar del relato de la guerra, de la transición ecológica o del “Santo Grial” estadounidense, que ahora nos presentan como el milagro redentor.
Lo peor de todo esto es que la inacción política en cuestiones clave hace cada vez más grave el abismo en el que se encuentra atrapada gran parte de la humanidad y muchos otros seres vivos. La vida de la biodiversidad en el planeta se reduce cada día con mayor intensidad sin que nadie haga algo en serio para detenerla.
Precisamente no se toman medidas porque no se verían como rentables, desde el punto de vista mercantilista del capital, e incluso podrían suponer una reducción de pingües beneficios para algunos sectores que ahora se están lucrando. O sí se toman pero no las adecuadas; en algunos casos las implementadas son incluso contraproducentes, porque el objetivo real que subyace es el beneficio de grandes corporaciones que, para mayor insulto a la ciudadanía, ni tributan en el país dónde se instalan ni dudan en convertir en territorio de sacrificio aquel en el que operan, aún cuando dicho territorio no necesitara para nada de tales instalaciones que, por otra parte, alteran las condiciones medioambientales y destruyen su medio de vida abortando cualquier posibilidad de desarrollo económico sostenible y soberanía alimentaria, sin que para esa población suponga a cambio beneficio o mejora alguna.
Ejemplo de decisiones dañinas para el medioambiente, para la calidad de vida e incluso para la salud humana y biodiversidad de la zona, son las concentraciones de macro-eólicos, (incluso dentro de la Red Natura), la apertura de minas de gran impacto ambiental y contaminación de tierras y acuíferos con sustancias peligrosas, la proliferación de macrogranjas, o la plantación masiva de eucaliptos, (que de forma ilegal se sigue haciendo en terrenos de cultivo agrícola), son ejemplos de decisiones indeseables por muy rentables que sean para unos pocos especuladores.
La reciente decisión de aprobar la implementación de parques eólicos y la apertura de minas, acortando los plazos para su autorización administrativa y sin un exhaustivo estudio medioambiental al respecto, todo ello con el fin de hacerse con dinero de ayudas y subvenciones de la Administración y de los fondos Next Generation europeos, no hacen más que agravar la situación medioambiental y por otro lado, muchas de las inversiones que se hacen en esos proyectos tampoco están suficientemente avaladas sobre la supuesta eficiencia de esa solución técnica en su conjunto. En este sentido, más que un esfuerzo común por implementar los mejores proyectos acordes a su eficacia y a las necesidades reales de cada territorio, parece que estén en una competición entre países e incluso entre comunidades.
No basta que una tecnología produzca mucha energía, explican muy bien algunos técnicos; además de producirla habrá que tener resuelto cómo almacenarla, distribuirla eficientemente y sostener el sistema estable para que no colapse. También hay que tener en consideración la cantidad de energía fósil que se requiere para crear su estructura, la contaminación que ese proceso industrial supone y la disponibilidad de los recursos materiales que se requieren. Todo esto sin olvidar que las recomendaciones para la situación actual, tanto climática como energética, inducen a la producción y consumo de proximidad en la mayor medida posible.
Como explican Antonio Turiel y Juan Bordera en su artículo El negocionismo, “aunque la lucha contra el cambio climático se ha vuelto una cuestión central y transversal aceptada por la inmensa mayoría de la sociedad, eso no significa que no haya otro gran problema: que las medidas que se tomen sean contraproducentes y elitistas, y logren poner a la misma gente en contra de un proceso que es su mejor esperanza para evitar mucho sufrimiento”. La figura del negocionista está en boga, dicen, aunque aún no se le había puesto nombre por su conocida y temida habilidad de camuflarse cual gattopardo. Su apetito voraz de recursos –los que dice defender– no parece tener fin.
Se refieren a quienes utilizan el cambio climático como coartada, pero si alguien cuestiona los macro-parques eólicos o fotovoltaicos con los que pueden destruir una parte de los valores naturales y eco-sistémicos de nuestro país, ya eres insolidario y no comprendes la gravedad del problema y te tachan de “oponerte a las soluciones necesarias e imprescindibles”. Pero en realidad están hablando de su negocio, lo disfracen como lo disfracen.
Este tipo de sujetos descalifican a los decrecentistas y tratan de confundir a la ciudadanía ponerla en contra del Decrecimiento, pese a que como señala el informe del IPCC cuya filtración dio la vuelta al mundo, “el capitalismo es insostenible” y el Decrecimiento “es un aliado para enfrentar la intersección de los enormes retos climáticos y energéticos” mientras que los lobbies y los gobiernos han realizado 32.000 “recomendaciones” para que se modifique el informe del IPCC.
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