Desgraciadamente, el 1º de mayo ha quedado como una procesión secular rutinaria, henchida de liberados sindicales y colegas, de políticos profesionales cuasi vitalicios, de eslóganes manidos como ropa usada, con proclamas incumplibles para la feligresía de turno. Finada la laica eucaristía laica, a las tabernas, y no a las barricadas, para ahogar, entre cervezas y vinos, el doloroso hecho de un mundo maravillosamente revolucionario que nunca llega.
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Desgraciadamente, el 1º de mayo ha quedado como una procesión secular rutinaria, henchida de liberados sindicales y colegas, de políticos profesionales cuasi vitalicios, de eslóganes manidos como ropa usada, con proclamas incumplibles para la feligresía de turno. Finada la laica eucaristía laica, a las tabernas, y no a las barricadas, para ahogar, entre cervezas y vinos, el doloroso hecho de un mundo maravillosamente revolucionario que nunca llega.
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