sábado, 8 de julio de 2023

Desasosiego

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

Desasosiego o lo que es lo mismo, intranquilidad, inquietud o desazón, es la percepción más común entre quienes tienen consciencia de los peligros reales que nos acechan y la falta de sensatez que ante ellos manifiestan quienes están en la obligación de resolverlos pero que utilizan su posición de forma manifiestamente negligente, o lo que es peor, actúan en defensa de intereses espurios.

Vivimos una época convulsa en la que los intereses de unos pocos, un número cada vez más reducido, condena a la indigencia a una gran mayoría de la población que aumenta día a día, conforme crece la desigualdad social en el mundo. En estos momentos ya se contabilizan en Europa 122.000.000 de pobres y se calcula que en 2025 se podría alcanzar la cifra de 146.000.000 y, aunque la posibilidad de cambiarlo está en nuestras manos, parece que todo lo damos por perdido y nos dejamos vencer sin hacer nada al respecto; simplemente la mayoría se está dejando llevar como si eso fuera algo inevitable y olvida que los cambios y las luchas sociales que los hacen posibles nacen de la suma de nuestras actitudes personales frente a determinados hechos y nuestras opciones políticas cuando votamos.

La portavoz de Oxfam/Intermón señalaba hace poco como lo que parecía una característica de los países en desarrollo y con rentas medias bajas, está resultando una constatación alarmante tanto en naciones emergentes como en países ricos; es una lacra que afecta también a las nuevas potencias económicas y que podemos observar en países con estructuras “aparentemente” democráticas y estructura social cohesionada.

Un ejemplo es ese sentido lo encontramos en los EE UU, dónde el 1% de su población acumuló el 95% del crecimiento posterior a la crisis del 2008. La U E también muestra una situación inaceptable y España es el país más desigual de la U E. Se calcula que nuestro país tendrá en 2025 más de 20.000.000 de personas en riesgo de exclusión social, casi el 42% de la población.

Nuestra situación, que hasta 2008 tenía unos niveles de bienestar equiparables a los de la U E, ha perdido la equidad y preocupa que si se mantienen las políticas de austeridad y no se hace inversión en políticas sociales que recupere de los recortes, se erosionarán los mecanismos de redistribución de la riqueza y traerá consecuencias dramáticas.

Pero más allá de las consecuencias en materia de recursos económicos, también estamos seriamente amenazados de pérdida de derechos y libertades que son fundamentales para el desarrollo de las personas, del pensamiento crítico y la participación real en el modelo de sociedad que queramos construir. De todo ello dependerá el perfil de país y la calidad de vida de las personas.

Desasosegante es ver desaparecer en la práctica libertades vitales reconocidas en la Constitución como la libertad de información, libertad de expresión, de prensa, de acceso a medios de comunicación o redes sociales en función de que sus contenidos sean acordes o discordantes con los relatos oficiales o las ideologías dominantes. Y esta tendencia también se está generalizando no solo en España o la U E, porque es tendencia generalizada como también lo es el aumento de las ideologías de la derecha más reaccionaria y los mensajes de radicalización y odio que dividen y enfrentan a la sociedad.

Si tomamos como referencia países ajenos a la U E, podemos ver expulsiones de parlamentarios electos, ilegalización de partidos políticos y cierres de medios de comunicación que no sean afines a la línea del poder en Ucrania. Limitación de canales de información y silenciamiento de información de profesionales que contradigan el relato oficial en la U E. Pérdida de derechos de las mujeres en Italia, (ejemplo: limitación del derecho de custodia a madres lesbianas). Aunque no son los derechos de las mujeres, en función de derechos sobre su cuerpo o identidades sexuales, los únicos que se está cuestionando en Europa, América u otros países, porque la tendencia al retroceso tiende a generalizarse a nivel global.

En España tenemos, sin ir más lejos en estos días, ejemplos en distintos ámbitos de lo que la ideología de la derecha impulsa. Es cierto que quién la manifiesta más abiertamente es Vox, pero quien ha dado pie a que puedan llevarla a la práctica es el PP al permitirles entrar en los Gobiernos de Comunidades Autónomas y ejercer responsabilidades en materias tan sensibles como educación, cultura o sanidad.

Un reflejo de lo expuesto es la interrupción de un concierto en Murcia por parte de un Policía Local, obligando a la cantante a modificar su actuación y vestimenta, teniendo que taparse el pecho, so pena de ir detenida a la Comisaría. Del intento de que las mujeres tuvieran que ver la ecografía y escuchar los latidos del corazón del feto antes de abortar también tuvimos cumplida información, tanto del hecho como de las protestas al respecto. En los últimos días, las suspensiones de conciertos y obras de teatro programadas, incluso algunos espectáculos que ya estaban contratados, se están llevando a cabo allí dónde Vox gobierna con el PP y tiene responsabilidades de Gobiernos en el área de cultura. Se están prohibiendo tanto obras de teatro clásicas como modernas y con los conciertos ocurre lo mismo; unas veces porque algún/a actriz, autor/a o cantante son homosexuales, trans, etc., o el tema toca algún aspecto que para Vox es intocable. Lo preocupante es que el PP lo permite.

Por si toda esta maraña fuera poco, sin ninguna consulta al respecto ni hacer una declaración de guerra tal como estipula la Constitución, nos han metido en una guerra que nos está desangrando y está siendo la ruina económica y social de la UE, su escalada nos está poniendo en grave riesgo de una guerra nuclear, pero eso sí sin cortarse ni un pelo en decir que “estamos en guerra”, o “es nuestra guerra y no escatimaremos recursos en ella”; recursos que pueden ser armas, dinero o efectivos militares, se supone. En todo caso sería más ajustado y sensato hablar de guerra de la OTAN y analizar en profundidad en cómo y por qué entró en esa guerra. O tal vez, recordar que cada vez más la guerra en Ucrania viene siendo considerada una guerra de EE UU contra Rusia en suelo ucraniano.

Del problema climático, la contaminación de los océanos o el despilfarro y la falta de estudios serios en los proyectos sobre las nuevas energías, ¿para qué hablar? Los políticos están ocupados en las elecciones y, explicar sus programas para todo esto…

¿Tendrán razón quienes insisten en que antes de votar hay que conocer el programa concreto para saber a quién hay que votar? Julio Anguita decía que el PROGRAMA era imprescindible. Personalmente comparto su criterio.

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