Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Como todo en la vida la
inteligencia artificial tiene sus pros y sus contras pero sobre todo, lo uno y
lo otro, dependerá siempre del uso que se haga de ella y de cómo se aplique a
la situación en cuestión.
No se puede negar que el
avance tecnológico en el campo de la inteligencia artificial tiene muchos usos
altamente positivos y que la robótica puede mejorar el rendimiento en muchos
procesos de la industria e incluso sustituir al operario humano en tareas
repetitivas, penosas o peligrosas. Un ejemplo de la utilidad altamente positiva
de la robótica lo hemos visto en la exploración de los daños en los reactores
en el accidente nuclear de Fukushima.
Pero como no todos los
avances resultan al cien por cien positivos, la mera sustitución de
trabajadores humanos en los puestos de trabajo en que la robótica puede hacerlo
con eficacia trae apareada la generación de un alto índice de paro generado por
la desaparición de dichos puestos. Los expertos en ese tipo de ingeniería
prevén que hasta la cuarta parte de los empleos actuales desaparecerán con la
implementación de la inteligencia artificial y la robótica.
Si a eso añadimos que buena parte del personal que ocupaba ese tipo de empleo no será readaptable a nuevos puestos, bien por edad en la que ya han perdido el hábito del aprendizaje y/o por el bajo nivel de formación que su trabajo requería, difícilmente serán candidatos a desempeñar otros puestos y menos aún cuando exijan una cualificación técnica alta como la que requerirán la mayoría de los nuevos empleos que serán necesarios en el campo de la ingeniería de la inteligencia artificial, que serán pocos y de alta cualificación, por lo que nunca podrán absorber a los trabajadores que desplazan.
Otro problema, y no es de
índole menor, es la falta de cambios en el modelo de sociedad y del mundo
laboral para realizar una adaptación compensada y justa que equilibre los
desajustes que se producen derivados de la que también se ha denominado como
cuarta revolución industrial. La digitalización y la robótica no pueden
contemplarse únicamente como ventajas para mayor rentabilidad de una empresa
porque sustituye a un buen número de trabajadores y desaparece la obligación de
pagar cotizaciones a la Seguridad Social y también el IRPF. Es cierto que al
principio se planteaba que dichas tecnologías pagasen un impuesto en función de
los puestos de trabajo que sustituían, pero eso parece haber quedado en el
olvido y, mientras las empresas se llenan los bolsillos sin pagar contribución
alguna a cambio, de los trabajadores despedidos y de quién va a ocuparse de su
futuro nadie parece acordarse.
Por otra parte, tampoco
hay que olvidar la situación de calentamiento global y los efectos de la crisis
climática desbocada que estamos padeciendo y de cómo incide negativamente el
alto consumo de energía que estas tecnologías necesitan, o la cantidad de
elementos escasos en el planeta que requieren. Y por supuesto, lo que supone su
alto consumo de un bien escaso e imprescindible para la vida como es el agua.
Pero como decía al
principio todo tiene sus pros y sus contras y, sin negar las grandes ventajas
de los avances científicos y tecnológicos, no debemos olvidar los riesgos del abuso, del mal uso, o del uso perverso y sus
nefastos resultados para la humanidad.
Es en este último punto
en el que quiero detenerme hoy, porque es un ejemplo muy ilustrativo de cómo
una tecnología puede ser beneficiosa, caso de la robótica en el accidente de
Fukushima, o perversa cuando se usa en el ejemplo que expondré a continuación.
Y aquí ya vamos a entrar de lleno en la utilización de la inteligencia
artificial como arma de guerra y de cómo Israel la está utilizando para
planificar asesinatos selectivos en Gaza sin tener en cuenta las reglas
internacionales en cuanto a salvaguardar a la población civil.
Israel está utilizando un
programa de inteligencia artificial denominado “Lavender” para elaborar una
lista de sujetos que serán víctimas de asesinatos selectivos en Gaza. Según
publicaciones de los medios israelíes +972 Magazine y Local Call, el ejército
israelí utilizó este programa “para armar una “lista de asesinatos selectivos”
en Gaza que llegó a incluir hasta 37.000 hombres palestinos en un proceso que tuvo poca
supervisión humana”. Y lo más terrible es que también se complementó con otro
sistema de inteligencia artificial conocido como “¿Dónde está papá?” que
rastreaba a los incluidos en la “lista de asesinatos selectivos” mencionada
para asesinarlos por la noche cuando estuvieran en su casa con la familia como
primera opción.
También utilizaron el
sistema denominado “Evangelio” para destruir la infraestructura civil de Gaza,
es decir, universidades, bancos, complejos de apartamentos, con el fin de crear
presión de la población civil sobre Hamás.
El resultado de esta
combinación de sistemas de inteligencia artificial, tal como señala en una
entrevista realizada por Amy Goodman al investigador Yuval Abraham, periodista
israelí que se entrevistó con miembros del Ejército israelí “que estaban
conmocionados por las atrocidades cometidas”, el programa “Lavander” contenía
errores de identificación de objetivos, (calculaban las fuentes militares que
un 10%), porque bastaba que coincidiese el nombre, tener un mismo apodo, o
perfiles de comunicación similares. Por su parte, el sistema “¿Dónde está
papá?” amplificaba las muertes de civiles al destruir la vivienda, o incluso el
edificio entero al bombardear cuando el individuo señalado se hallaba dentro.
El investigador Yuval
Abraham señala que, según sus fuentes entrevistadas, para los miembros de bajo
rango, (presuntos milicianos o simpatizantes señalados por la máquina), el
grado de daño colateral permitido estaba hasta 20 civiles, mientras que para un
comandante de Hamás el rango aprobado por el ejército se elevaba a la matanza
colateral de 300 civiles, aunque según otra fuente durante las primeras semanas
nunca existió el principio de proporcionalidad.
Como afirma Yuval Abraham
estos sistemas militares de inteligencia artificial son un peligro para la
humanidad, porque “la guerra basada en la inteligencia artificial permite que
las personas eviten rendir cuentas por sus actos”.
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