Miguel Ángel López Muñoz*
Colectivo Prometeo
Hacerse eco de los delirios de un enajenado no parece ser muy inteligente. El enajenado dicta el marco de discusión y refutarlo conduce a un terreno pantanoso y abocado a la ridiculez que incentiva su vocación.
El auto denominado “cura rockero”, José Ruiz Osuna, ha regurgitado el pasado 11 de octubre en su página de Facebook, su penúltimo delirio sobre las bondades de Franco, de su dictadura y sobre la maldad providencial del Gobierno actual, según se hace eco el diario digital Cordópolis. Esto podría ser un delirio más de uno de esos individuos que no sólo quiere falsear la historia y el presente, sino que quiere recuperar y terminar implantando el fanatismo religioso que sirvió de base a la dictadura asesina y ladrona de Francisco Franco y de las oligarquías patrias, al que no merece prestarle atención para no colocarlo bajo el foco del interés y del debate.
Sin embargo, si lo entendemos como síntoma y no como delirio, la situación cambia. ¿Por qué en España esta basura intelectual aparece en la plaza pública desde hace unos años al calor de la propaganda mediática de formaciones políticas y discursos intolerantes, cargados de odio, mentirosos, falseadores e insidiosos? Los fachas de toda la vida, vamos, pero ahora fuera del armario.
Está claro que frente a algo nuevo han sido creados y promocionados estos discursos, una vez que el bipartidismo ya no era capaz de disimular su desnudez. Pero continuando con el cura de Cañete de las Torres (Córdoba), no pasa desapercibida la fecha de su publicación un día antes de la “Fiesta Nacional de España” (nombrada así en 1987, antes “día de la Hispanidad” en su denominación franquista), acompañada de una foto del Dictador con el pie de foto siguiente: “Visita el 15 de junio de 1949 a la Basílica del Pilar de Zaragoza, Francisco Franco arrodillado ante la imagen de la Virgen”. En eso acierta el “cura rockero”: no hay una fiesta más nacionalcatólica que el 12 de octubre. Aúna el imaginario civilizador del imperio español, con el día de la “patrona” del cuerpo policial-militar de la Guardia Civil y “Patrona y Madre de la Hispanidad”, según el papa polaco Karol Józef Wojtyla.
Sin necesidad de salir de la provincia de Córdoba –ni de Facebook–, si leemos la publicación del Ayuntamiento de Palma del Río del día 12 de octubre podremos encontrarnos con su felicitación por el “Día de la Virgen del Pilar” acompañado de múltiples fotos de la alcaldesa asistiendo a misa junto con un nutrido número de miembros de la Guardia Civil y cuerpos policiales locales. En blanco y negro las fotos pasarían por reliquias de los años cuarenta en la dictadura de Franco. Pero no, las fotos son a color y acaban de tomarse. ¿Cabe mayor incultura democrática y mayor humillación al carácter aconfesional del Estado español que apropiarse de los símbolos comunes para ponerlos al servicio de unos y utilizarlos contra otros? Y es que en democracia el pluralismo ideológico en pie de igualdad de toda la ciudadanía es un principio regulador de la vida en convivencia y los poderes públicos son los primeros que deben asegurarlos, protegerlos y defenderlos. Si se utilizan los símbolos con tanto desprecio e ignorancia por la democracia, ¿qué no se hará con el dinero público, la educación pública, la sanidad pública y el patrimonio histórico-cultural de todos y de todas?
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