José Antonio Naz Valverde
Colectivo Prometeo
Empezó la campaña para las elecciones al Parlamento Andaluz. Todas las encuestas hasta ahora dan por hecho la victoria de la Derecha gobernante, y gran parte de los tertulianos repiten el mantra aprovechando para valorar positivamente el “talante” y la gestión de “Juanma”. La realidad palpable para la mayoría de las clases populares y medias andaluzas es que la política económica de estos años les ha perjudicado, como analiza el catedrático de economía Juan Torres: tasas altas de IVA, mientras se reducen impuestos a los ricos (rebaja del impuesto de sucesión a las herencias de mas de 1 millón de euros); los parámetros de convergencia con Europa han disminuido, sobre todo en tasas de desempleo y en el aumento de falsos autónomos; se ha aumentado el gasto corriente, se ha aumentado el personal contratado a dedo y el gasto en pagas a políticos, se ha favorecido los grandes capitales extranjeros, aunque sus proyectos no respeten el medio ambiente… Y lo mas importante, la política descarada de privatización de los servicios públicos, reconduciendo cada vez mas dinero a los centros privados por medio de los conciertos.
En educación ha supuesto la supresión de más de 1000 unidades en estos años, la reducción de presupuesto a las universidades publicas y la concesión de licencias a privadas que no tienen la calidad exigible.
En sanidad se practica una política de “externalización de servicios”, mientras se despiden miles de sanitarios cuando aun continua la pandemia y las listas de espera para intervenciones en los centros públicos supera las 800000 personas, colocándonos como la segunda comunidad en el ranking de peores servicios sanitarios. Y los partidos que gobiernan Andalucía han votado sistemáticamente en el Congreso contra todas las leyes que ayudaban a paliar la situación de las clases más vulnerables.
Ideológicamente se legisla sin mascaras para imponer los principios mas retrógrados en la educación de nuestra infancia, adoctrinándola en contra el feminismo y la libertad sexual; mantener las huellas franquistas incumpliendo y despreciando la memoria democrática, imponer una especie de Estado Católico, con nostalgia de nacionalcatolicismo, a una sociedad mayoritariamente secularizada y cuarenta años después de haber aprobado un nuevo régimen democrático y de libertades.
Debería darnos miedo pensar dónde podríamos llegar si se incrementan estas políticas durante otros cuatro años. Y pensar cómo puede marcar negativamente el futuro de nuestros hijos y nietos.
Como es lógico, ante esta situación, los partidos progresistas han planteado unir fuerzas para evitar la catástrofe. Podemos compartir que no se ha hecho de la mejor manera, que se han cometido serios errores, que no han estado a la altura de las circunstancias. Que desde hace tiempo tendrían que haber fomentado una verdadera “unidad popular” al estilo de lo planteado en estos momentos por la izquierda francesa, etc. Pero aquí estamos. Y ahora ¿ qué hacemos?
Podríamos “mandar a todos a la m…”, no participar en este juego electoral. Estaríamos contribuyendo a facilitar aún más las políticas que valoramos tan nefastas, perjudicándonos nosotros mismos y a una mayoría. O podemos apoyar la candidatura cuyo programa representa mejor nuestros planteamientos y puede enfrentarse a los que nos perjudican. No podremos votar la lista de la Unidad Popular que queríamos, pero al menos a la que ha unido mas partidos.
Si seguimos razonando en función de nuestros objetivos, quizás deberíamos intentar trasladar nuestra decisión a cuantas mas personas mejor: proponer a tanto trabajador o trabajadora que vota a la derecha unas sencillas preguntas: ¿ quién podría pagarse de su bolsillo la sanidad o la educación cuando estén privatizadas?, ¿ Cómo se financiarían los ERES, las prestaciones sociales, las pensiones, etc. si los que tienen las mayores rentas no pagan impuestos?
Tendríamos que explicar a ese casi 50% de abstencionistas, siempre de clases populares, que todos los sondeos y todos los presagios se cambian con el mínimo esfuerzo de ir a votar. Porque no hay más derecha, sino menos izquierda movilizada.
Pensando así, estamos obligados a reaccionar y a hacer reaccionar en nuestros entorno y en general. Eso se puede hacer con mas corazón e ilusión o menos, pero con la fuerza de la razón y la necesidad física y mental de defender y mantener o aumentar los progresos y derechos que tanto han costado.
Asumamos nuestra responsabilidad como personas ciudadanas y actuemos coherentemente.
1 comentario:
Es tan real lo que aquí se dice que al final podría ser realidad lo de: "-en el 'pecado' de muchos, llevaremos (casi) todos la 'penitencia'. Vamos para atrás como el cangrejo. M. Martínez
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