jueves, 20 de julio de 2023

Adelante, Sumando mucho más

 




José A. Naz Valverde
Colectivo Prometeo

El domingo 23J nos encontramos ante unas elecciones que me hacen pensar en las de 1933.

Aquellas se convocaron tras dos años del primer gobierno de la II República, como consecuencia de los conflictos en la coalición de gobierno entre republicanos y socialistas y la polémica por las propuestas de reformas, de corte liberal y modernizantes de Manuel Azaña. Las propuestas fueron tomadas como ataque a los ideales de los sectores más reaccionarios, desde los monárquicos a la jerarquía católica y los poderes económicos de derechas.

Por su parte una gran parte de la clase obrera las veía como insuficientes. Esto supuso que las fuerzas de derechas y ultras actuaran conjuntamente y se presentaran unidas, mientras la izquierda se presentaba dividida y una parte de la clase obrera, dirigida por la CNT hizo una intensa campaña por la abstención, proponiendo como alternativa a la “farsa electoral” la revolución popular.

La consecuencia es conocida, la victoria de la reacción, que preparó el camino del golpe de Estado de 1936, la guerra civil y la represión de 40 años de dictadura. Y un aniquilamiento cultural que ha mantenido en gran parte de la sociedad los valores tridentinos y fundamentalistas de la “unidad de España” que ,como explicaba Julio Anguita , nunca existió territorialmente y es una entelequia basada en la Monarquía y la Iglesia católica (“un rey, una Iglesia, un país”)

Es preocupante que en 2023 se perciban aún estos mismos planteamientos en los mensajes de las derechas en esta campaña electoral. Estoy seguro que la gran mayoría de la población española está suficientemente modernizada y no sigue personalmente los patrones de estos supuestos valores reaccionarios.

¿Entonces qué está pasando? Un amigo y conocido historiador, me explicaba que “en estos cuatro años de gobierno de coalición las derechas han hecho política, mientras el Gobierno ha hecho sindicalismo”.

Las derechas se han dedicado a hacer ideología, retomar los principios de la inmutable y eterna España, su sacrosanta Unidad, sus valores cristianos (más bien nacionalcatólicos) etc. Aunque de hecho sus programas consolidan una visión económica capitalista al servicio de las grandes corporaciones, en contra de todos los servicios públicos y con preocupante desprecio de los derechos humanos. Yo le contra argumentaba que me parecía que el Gobierno había hecho muchas “políticas” protegiendo a las capas más desfavorecidas en momentos tan difíciles como la Pandemia o la Crisis de guerra en Ucrania, intentando mejorar los servicios públicos como la sanidad, subiendo exponencialmente el salario mínimo y las ayudas mínimas o las pensiones, legislando para evitar los despidos, mejorando la legislación laboral, protegiendo las libertades individuales y los derechos sexuales, etc, etc.

Su respuesta me resultó clarificadora pero impactante: la mayoría de las personas nos movemos primero por sentimientos, impulsos primarios sin mucha reflexión, que nos llegan en mensajes muy cortos y simples y reproducimos. Para tener una visión objetiva de la realidad hay que pararse algo a analizarla. Ante mi insistencia de lo incomprensible de que se puedan creer los slogans vacíos antes que tu propia realidad que tienes delante, parece que coincidíamos en que en una sociedad tan mediatizada, donde todos los llamados medios de comunicación están en manos de las grandes corporaciones, se fabrica el “relato” y se sirve ya listo para engullir y repetir.

Es cierto que el Gobierno de Coalición ha incumplido parte de sus compromisos firmados, no ha llegado a desarrollar todo lo posible parte de la legislación prevista, pero es, con diferencia, el que más ha legislado en medidas sociales desde la entrada de la Democracia, aunque con tensiones entre los socios para cumplir lo firmado; coincido con mi amigo que en política internacional se han desdibujado los principios fundamentales de la izquierda en cuanto a defensa de los derechos humanos y la posición pacifista, etc.

Ante esto, ¿qué puede hacer la gente el próximo domingo?

-        Las personas de la mayoría social que se consideran con valores de derechas, deberán optar entre una opción que favorezca su vida diaria, su trabajo, sus pensiones,  sus servicios públicos o sus derechos o los valores ideológicos de esa “esencia española de toda la vida” privándose a sí mismo de dichos beneficios y favoreciendo a las elites de poder de este país.

-        Las personas que se consideran de izquierdas o progresistas, tienen también dos opciones, parecidas a las que se planteaban en 1933: optar por no participar porque el gobierno no ha cumplido todo lo prometido y promover la organización popular para después combatir el gobierno reaccionario que resulte; o votar para que este gobierno continúe, en cuyo caso tiene dos opciones, elegir entre el partido mayoritario y más reticente a los cambios o al que más ha presionado para que los cambios se realicen.

En cualquier caso, elegir el gobierno que más garantice el avance social es condición indispensable, pero no suficiente. La ciudadanía tendrá que organizarse, más allá de votar, para reclamar el cumplimiento de las promesas y mayores avances.

En mi caso, como persona que vivió el final de la dictadura y no participa de la ideología que la reivindica y propone volver a muchos de sus valores, y teniendo en cuenta lo extremadamente peligroso de esta situación, podéis imaginar que votaré la coalición que más políticas sociales plantea, aunque le exigiré junto con la ciudadanía que me acompañe, que además de hacer aún más “sindicalismo”, como dice mi amigo “HAGA POLITICA”

 

 


1 comentario:

Ángel Naz García dijo...

Muy buena comparativa y análisis de la situación actual. Enhorabuena por un artículo tan clarificador. Cualquiera que haya visto el debate de anoche, un debate a 3 de RTVE (un debate al que no acudió Feijó y no pudo explicar sus propuestas por motivos de fuerza mayor, ya que en ese momento estaba dando una entrevista en el AS), por mucho que se maquille a través de los medios, sabe perfectamente que políticas y propuestas quieren aplicar cada un@. Para poder blindar y mejorar sus propios derechos y libertades l@s ciudadan@s deberían reflexionar sobre su futuro y bienestar apelando a la coherencia como principal argumento antes de arrojar sus votos...yo lo tengo clarísimo de cara al 23J, votaré con mucha ilusión y sobretodo con la conciencia tranquila, nunca he sido partidario del harakiri.