viernes, 11 de febrero de 2022

Las razones de una guerra


Remedios Copa
Colectivo Prometeo

Aunque los orígenes de la guerra en Ucrania se remontan a cuando Viktor Yanukovich rehusó firmar un acuerdo comercial con la U E y optó por establecer relaciones comerciales con Rusia, momento en el que comienzan los enfrentamientos entre los rusofonos  de Ucrania y los nacionalistas ucranianos, apoyados estos últimos por los neonazis entrenados en el exterior, con el levantamiento bajo el lema “Levántate Ucrania” y el consiguiente derrocamiento del Gobierno,  ascendió al poder Petró Oleksiyóvich Porosenko, manteniéndose en el cargo desde el 7 de junio de 2014 al 20 de mayo de 2019.

Las discrepancias entre los ucranianos llevaron a que en febrero de 2014 un grupo armado prorruso tomara el Gobierno y el Parlamento de Crimea, el referéndum independentista para la anexión a Rusia fue favorable y la Duma ratificó el acuerdo por el que Crimea se incorporaba a Rusia, y cuatro días después, Ucrania retiró sus tropas de Crimea.

Si bien los dos años de mayor intensidad de la guerra fueron 2014 y 2015, siempre estuvo latente en zonas del este de Ucrania, (Donest y Lugansk llegaron a proclamar su independencia y pedían integrarse en Rusia), los enfrentamientos continuaron siempre con mayor incidencia en Donbass, dónde la mayoría de la población es de habla rusa y tiene reconocida la nacionalidad rusa, además de la ucraniana.

El actual Presidente, Volodímir Zelenski, se enfrenta a las propias tensiones internas de Ucrania y a la vez los ucranianos no dejarán de ser víctimas de los intereses de terceros que pueden llevar a la muerte indiscriminada de gran parte de la población civil y arrasar con la mayor parte de su ejército.

Como siempre que intervienen EE UU y la OTAN, y este caso no es la excepción, lo que está por medio son razones de poder y económicas. Prestigio, Poder y Energía son las claves.

Ucrania es clave en el paso del gas ruso a la U E, y además tiene interés en que así siga siendo porque Rusia le paga un canon por ese servicio. Si se abre el gaseoducto Nord Stream, conocido como el gaseoducto Ruso-Alemán, Ucrania puede perder peso y una parte de sus ingresos. En caso de que las autoridades de Kiev entren en guerra con Rusia, Lukasenco, presidente de Bielorrusia, advirtió a Ucrania que le cortaría el suministro de energía que pase por su país, incluida la eléctrica.

El tema de la energía también afecta a EE UU, que mantiene la exigencia de que no se abra el gaseoducto de Nord Stream para evitar el abastecimiento de gas natural a la U E a un precio más ventajoso porque le perjudicaría  en la exportación de gas licuado que ahora le suministra.

Tampoco España es ajena a los resultados de las estrategias internacionales de suministro de gas natural y de hecho, ante la crisis de Ucrania, se postula como “hub” energético del sur de Europa.

En este sentido, el gaseoducto España-Alemania parece que está presente en los planes de la OTAN. El objetivo de ese gaseoducto es aliviar para los próximos años la dependencia del gas ruso que ahora tiene la U E. Su trazado a través de los Pirineos le haría llegar el gas de Argelia, proyecto que coincide con un viejo sueño de la industria de la cuenca del Rin.

Al parecer están pensando en la península Ibérica como plataforma de distribución de gas natural y gas licuado, capaz de aliviar a Centroeuropa de la dependencia del gas ruso; en ese proyecto también está interesado Portugal y, con las ocho plantas de regasificación  que reúnen España (7) y Portugal (1), podrían almacenar y tratar el gas licuado. Este proyecto cuenta también con el interés de Marruecos en surtirse de gas natural a través de España puesto que ahora tiene problemas de suministro por el bloqueo argelino. Por otra parte Alemania también tiene en su punto de mira este proyecto para asegurarse el suministro de gas natural del Magreb y no estar tanto a expensas de Rusia.

España reúne condiciones para ser ese “hub” de distribución energética porque además de las plantas de regasificación, cuenta con el 30% de la capacidad de almacenamiento de gas licuado de Europa.

Esta sería, a corto plazo, una muy buena noticia desde el punto de vista de la economía y la geoestrategia, pero el hándicap está en que se trata de una energía fósil perjudicial por la incidencia de sus efectos  en el calentamiento global y resultará difícilmente sostenible si no se modera el consumo.

 

 



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