jueves, 10 de noviembre de 2011

Los creadores de empleo

                                                                             Rodin: " Los burgueses de Calais"

Nuestro compañero Julio ha publicado durante las últimas semanas - en la revista  " El Economista"- cinco breves reflexiones que llevan como título común " Los creadores de empleo". Aquí tienes la recopilación




Julio Anguita

Los creadores de empleo
(I)


            La creación de empleo es en las manifestaciones de cualquier político, sindicalista, empresario o financiero, el objetivo fundamental hacia el que deben orientarse las distintas propuestas de política económica; al menos esa es la inevitable coletilla con la que culminan cualquier opinión o cualquier propuesta. Y desde luego que no es para menos la hiperinflación verbal sobre tal cuestión. Con una tasa de paro del 21´1%, el triple de la media de la OCDE,  y con las perspectivas de que- siguiendo la estela de Grecia, Portugal e Italia- no hay expectativas de crear empleo en lo que resta de año, además de estimar en un 7% las empresas que en nuestro país van a reducir plantillas en ese mismo período de tiempo, el problema alcanza ya la categoría de hecho catastrófico sin previsible remisión en su gravedad.
            Ante esta situación de excepción económica, social, política y moral, la alarma que tal hecho debiera conllevar tendría que haberse plasmado en un debate ciudadano en toda regla y con todas las urgencias que el problema requiere. Lamentablemente no hay tal; y no lo hay porque en casi todos los casos la cuestión suscita el miedo a una evidencia más que inquietante; la creación de empleo no es posible sin cambiar el modelo económico y cuestionar con ello los tabúes, los dogmas y tópicos que fracasados una y otra vez vuelven a reiterarse discurso tras discurso.
            Para la patronal la creación de empleo necesita de cambios profundos en las modalidades de contratación y flexibilizar, aún más, las  condiciones laborales ¿De verdad creen que ello puede paliar la falta de mercado y la ausencia de objetivos para la iniciativa privada? ¿El hundimiento del ladrillo fue causado por las condiciones laborales o por la sobreproducción y la especulación? ¿Pueden señalar o siquiera insinuar, los sectores productivos a los que dirigir la inversión?¿Desde que nuevas empresas puede relanzarse la economía?¿Dónde están los potenciales consumidores de los nuevos establecimientos fabriles?
                                                         


 (II)


            El discurso oficial o sea el del neoliberalismo en sus diversos matices, grados y variedad de siglas políticas, hace depender la creación de empleo de una serie de premisas y condiciones sine qua non: un clima de confianza para las inversiones, el mantenimiento de un crecimiento económico sostenido, una fiscalidad que incentive a los emprendedores (eufemismo actual de empresario) y una serie de decisiones políticas que eleven todo ello a la categoría de ejes intangibles, incuestionables axiomáticos y propios de una verdad casi revelada.
            El problema radica cuando el modelo se inserta en el marco de una crisis, del exceso de capacidad productiva, de la intensificación de la concurrencia nacional e internacional a los mercados, de la desregulación de los circuitos económicos, de la disminución de la demanda y el consumo de masas, de los grupos de intereses corporativos, del cierre de los grifos de la financiación junto con los  obstáculos que de hecho hacen al llamado libre comercio holdings, cartels, zonas económicas y Estados nacionales. La realidad que estamos viviendo nos ilustra con creces acerca de la inexistente veracidad de los dogmas del mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido, a la luz de su incompatibilidad con uno de los fines a los que aseguran están dirigidos: la creación de riqueza y su consiguiente creación de empleo.
            Por otra parte los Derechos Humanos y los ordenamientos constitucionales surgidos en la primera mitad del siglo XX y hasta hoy, han recogido la concepción del trabajo como derecho individual e inalienable, tal y como lo planteara Víctor Considerant (1808- 1893). En consecuencia el derecho al trabajo si no es una simple cuestión declarativa, implica un sujeto al que exigir ese derecho y un deber inherente a ejercerlo, o a facilitar y no impedir que otros puedan hacerlo.
            ¿Quién es ante el Derecho el sujeto al que se debe exigir que el derecho al trabajo, mediante la creación de empleo pertinente: la empresa privada o los poderes públicos?      







 (III)


            Es indudable que el texto completo del artículo 35 de la vigente constitución (recomiendo su lectura), es lo suficientemente explícito como para poner contra las cuerdas la política económica reinante hoy en día. Ante la flagrante contradicción existente entre la legalidad y la realidad los poderes económico- sociales han planteado dos líneas de argumentación tendentes a invalidar la contundencia del citado artículo 35 y los concomitantes con el mismo (básicamente todos los del Título VII de la Constitución).
            Hay quienes califican a los Derechos y Deberes contenidos en el Título Preliminar del texto constitucional como cuestiones puramente declarativas. No ha sido planteado así a la ciudadanía cuando se el pidió el voto para refrendar la Constitución. A mi juicio es una opinión fuera del contrato social implícito en el consenso cívico.
            El catedrático de Derecho Constitucional Gregorio Peces Barba sostiene que el derecho al trabajo solo puede garantizarse si coinciden en un mismo sujeto el mantenedor del derecho (el Estado, los Poderes Públicos) y el titular de la estructura ocupacional del país si al menos está en condiciones de decidir significativamente la creación de empleo; en caso contrario debemos desembarazarnos de una promesa incumplida (el texto constitucional) y de imposible cumplimiento, de una rémora, justificada en el pasado pero que hoy puede ser una gigantesca hipocresía.
            Después de esta conclusión nadie podrá extrañarse sobre la facilidad con la que los grupos y castas dirigentes del país se han instalado en la aceptación del incumplimiento permanente de los textos tenidos como sagrados cuando les conviene. Y ello con ser gravísimo no lo es tanto si además se constata que además el discurso oficial hace radicar el anclaje de la Democracia y el Derecho en la consecución de los DDHH (entre ellos el del trabajo), la Carta Social Europea y un lago etc.
            La reforma constitucional perpetrada hace una semana no es un accidente sobrevenido o un imprevisto es, simplemente ,una aplicación de la nueva barbarie económica.




 (IV)


            Creo que con excepciones colectivas minoritarias el mundo de la economía y el de la política rehúyen permanentemente el afrontar con luz, taquígrafos y valentía ética un debate que permanentemente merodea por el ambiente y que ya cobra caracteres y exigencias de perentoria inmediatez: la creación de empleo.
            La experiencia previa a la crisis y la que padecemos ahora se han encargado de desmontar la repetición de tópicos, lugares comunes y lemas  de recurrente y cansina inanidad. El crecimiento económico (cuando lo hay) no asegura una disminución notable del paro ni tampoco lo asegura la permanente rebaja de las condiciones laborales tenidas por la OIT y la justicia más estricta como indispensables en el mundo del siglo XXI. La terciarización de la economía, el aumento exponencial de la capacidad productiva, la disminución de demanda agregada a consecuencia de la crisis y de la aparición de otras zonas de producción y la inevitable reconsideración del concepto de calidad de vida no pueden sostener la creación de empleo para la totalidad de la población.
            ¿Dónde están los sectores, servicios y actividades capaces de generar empleo? La respuesta es simple: en la satisfacción de las necesidades personales, sociales e inmediatas del ser humano; no hay mercado más fijo, más seguro y más importante. Y éstas, obviando la alimentación, la vivienda y el vestido se centran en cuatro pilares: sanidad-atención social, educación, cultura y mantenimiento del medio ambiente,
            Estas necesidades no pueden ser atendidas desde los parámetros del beneficio empresarial privado ni tampoco, por supuesto, desde la burocratización estatalizada. Pero si lo primero es imposible de corregir por propia definición lo segundo lo puede ser perfectamente desde la democratización de la actividad pública y la vigilancia ciudadana institucionalizada y regulada.
            Si no se entra en este debate que por otra parte conlleva el de la jornada laboral y el del concepto salario estaremos dando vueltas a la noria con más paro y más precariedad.







 (y V)


            Hace unas semanas D. Mariano Rajoy aventuraba la posibilidad de que, en caso de ganar las elecciones, podrían crearse unos tres millones de empleos. Para dar mayor verosimilitud a su afirmación subrayó que previamente, deberían de crearse un millón de empresarios. La fórmula magistral es de una impecable lógica teórica instalada en la res cogitans de Descartes pero sin posibilidad alguna de salir de ella; pura entelequia.
            La utilización de la palabra crear para referirse a la aparición de empresarios, es una expresión que trae ecos de una economía dirigida, estatalizada, planificada; estoy seguro que el señor Rajoy pensaba en otra cosa. Deduciendo de su adscripción ideológica suponemos que se refería a que la economía de mercado (calificada de libre) era la que podía realizar este desiderátum. Y naturalmente ese acontecimiento no podría ser realidad sin que el crecimiento económico lo hiciera posible. Nuevamente una descripción lógica hecha en la caverna platónica.
            En Abril del 2010 el FMI y la OCDE anunciaron que la recesión ya había sido superada pero que ello no suponía en absoluto la inmediatez de la creación de empleo; auguraban que sería en este año de 2011 cuando el desempleo empezaría a reducirse en la zona euro. Seguramente que en la mente de los veinte millones de parados producidos por la crisis en la OCDE  estará el recuerdo de la recuperación habida en 1990 o en el 2001 y la nula incidencia de las misma en la creación de empleo.
En consecuencia el panorama de futuro no es otro que una- hoy por hoy hipotética- recuperación pero sin reducir el desempleo. Y eso significa que el consumo seguirá bajo y ello debilitará aún más las posibilidades de la recuperación. ¿Qué tipo de empleo y qué tipo de iniciativa privada son capaces de afrontar con éxito este problema? En vez de aclararlo, siguen en la letanía de consignas y frases hechas.
Por otra parte lo de Rota, el escudo de misiles y las expectativas de puestos de trabajo, no son sino gags de una comedia de astracán.
           

3 comentarios:

Escuela del futuro dijo...

He leido intensamente los articulos(mi teclado me impide poner tildes, perdon) de Julio Anguita, en ellos he encontrado la verdad de sus comentarios, he bebido de su intelecto y me ha hecho reflexionar criticamente sobre "el hecho laboral" y estando de acuerdo con el en cada uno de los puntos que indica, me queda una pregunta ¿Cual seria la salida "ideal"?
La critica al sistema economico actual es un hecho, ¿pero seria posible un comunismo democratico? ¿Podriamos luchar contra el egoismo humano? Si Europa es el fin ¿Cual es el camino? Dejo muchas preguntas en el aire y me veo capacitado para contestarlas, le pediria a Juan Rivera que me diera la oportunidad de enviarle un articulo en que fundamente estos hechos y sea publicado en su blog, espero tu respuesta. Gracias.

Juan Rivera dijo...

José María, el Colectivo funcionamos de la siguiente manera: se leen los artículos y se debaten.Una vez aprobados , se publican. Creo que no se da ningún inconveniente para que, si te apetece, nos mandes uno tuyo.

Anónimo dijo...

Este artículo - entrevista es merecedor, al menos, de su lectura y debate en el seno del Colectivo, compañer@s.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-181151-2011-11-13.html