domingo, 14 de enero de 2024

Regreso al pasado: el discurso reaccionario en la educación

 




Jordi Adell
Profesor del Área de Didáctica y Organización Escolar de la Universitat Jaume I (jubilado)
Miembro del colectivo DIME

Hace tiempo que asistimos a una extraña confluencia de ideas entre ciertos sectores educativos de nuestro país. En este texto, de la mano de varios textos anteriores, analizaremos algunas de las características del discurso reaccionario en educación y, brevemente, hipotetizaremos alguna de sus causas, imaginaremos las consecuencias de su extensión y sugeriremos algunas medidas para evitarlo a largo plazo. Sobre el pensamiento político en educación pueden verse los análisis de Apple (2013) sobre las orientaciones conservadora, neoliberal y progresista y, como ejemplo de pensamiento reaccionario, cualquier obra de Hirsch (2021). No tendría el menor interés en volver a revisar algo sobradamente analizado si no fuera porque en los últimos tiempos hemos asistido a una preocupante asunción de algunas de las ideas clave del marco reaccionario por parte de docentes que, en otros ámbitos de su vida, se sienten y declaran progresistas e incluso de izquierdas.

Análisis previos
Lo cierto es que no estamos descubriendo ningún secreto. En "La moda reaccionaria en educación", Jaume Trilla (2018) ya denunció la involución del discurso pedagógico que ha tenido lugar en nuestro país en los últimos años a través del análisis de las ideas que conforman las diversas posiciones reaccionarias, de sus estrategias discursivas y de los objetivos de sus ataques. Trilla resume el discurso reaccionario en cuatro puntos: a) la nostalgia por un pasado idealizado en el que reinaba la disciplina y la autoridad del docente; b) la reducción de la educación a la transmisión y evaluación de contenidos; c) la obsesión por “excluir, dividir, segregar… será por sexos, por capacidades o por lo que sea” (id.: 8); y finalmente, d) las denuncias de adoctrinamientos varios. En el libro se incluyen, además, una crítica a la falta de rigor de algunos enfoques de las pedagogías progresistas actuales y una serie de propuestas sobre “cómo hacer pedagogía hoy” (id.: 120).
Trilla clasifica a las personas y grupos que defienden posicionamientos reaccionarios en educación en tres tipos:

"reaccionarios tout court y sin fisuras (la carcundia); profesionales de la docencia que se ofenden si se les confunde con los anteriores, pero que abominan de cualquier propuesta o práctica innovadora (los del gremio); e intelectuales prestigiosos que, por su cuenta o apadrinando a los anteriores, con gran desparpajo formulan dicterios gratuitos o proponen puras futilidades (los eximios) (Trilla, 2018: 13)."

El Colectivo de Docentes DIME (2022), en un artículo titulado “El discurso rojipardo en educación”, denuncia el hecho de que medios de comunicación progresistas publiquen artículos de opinión y entrevistas a defensores del pensamiento reaccionario en las que “desbrozada la argumentación rimbombante y conspiranoica de su discurso, afloran elitismo, neorranciedad, clasismo y un profundo desconocimiento de historia y de investigación educativas”. Según el Colectivo DIME, tres axiomas articulan el citado discurso: “La educación consiste en (re)transmitir contenidos... La cultura del esfuerzo y la meritocracia… Hay pedagogos y pedabobos” (sic).

Gortazar (2022), en un artículo reciente publicado en El País, añade algunos elementos más para el análisis. Así, afirma que una parte importante del profesorado de secundaria, “que siempre se mostró reticente a los cambios pedagógicos promovidos en las últimas décadas”, ha adoptado un discurso basado en tres premisas. La primera es que la misión de la escuela es instruir y transmitir conocimientos. La segunda, que el nivel educativo está bajando con cada nueva ley educativa. Y tercera, que “la modernización pedagógica del sistema educativo supone un secuestro del conocimiento por parte de las elites que copan facultades de Educación y organismos supranacionales”. Gortazar denomina a estos docentes de secundaria “la coalición de la instrucción”.

De toda esta literatura (y alguna más que citaremos a lo largo del artículo) extraemos algunas ideas clave del pensamiento reaccionario en educación, todas ellas compartidas por los tres sectores descritos por Trilla: la carcundia, los del gremio y los eximios. En su libro hay ejemplos detallados, especialmente del primer y tercer grupo. En el fondo, este artículo es una especie de guía para que cualquier persona que no haya asistido a las escaramuzas antipedagógicas de los últimos años reconozca el discurso reaccionario allí donde lo encuentre y no se llame a engaño.

Cualquier tiempo pasado fue mejor/el fin del mundo se acerca
Uno de los elementos clave del pensamiento educativo reaccionario es la nostalgia por un pasado idealizado y falso, construido con un propósito: rechazar cualquier tipo de innovación educativa, sea organizativa, didáctica, curricular, tecnológica o de cualquier otro tipo. El inicio de todos los males educativos actuales, por ejemplo, se atribuye a la LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema Educativo, de 1990) y a la ampliación de la educación obligatoria de los 14 a los 16 años. Durante la Transición, sugiere Trilla, debía ser muy poco estético añorar la educación franquista y los reaccionarios apenas tenían credibilidad. Pero esperaron mejores tiempos: la LOGSE. En ese pasado imaginario, las y los estudiantes de bachillerato eran obedientes, respetuosos, aplicados y, naturalmente, todos iguales, fruto de una rigurosa selección previa. Un régimen de evaluación constante se aseguraba de que tuvieran el nivel necesario para seguir las clases. Recordemos que el Partido Popular intentó reimplantar las reválidas en la LOMCE, paradas por la oposición de prácticamente todo el arco parlamentario. El currículum, basado en las disciplinas clásicas y en los contenidos (que son confundidos habitualmente con los conocimientos) también era mejor que el actual, diseñado para fabricar analfabetos. En cuanto a la didáctica, los reaccionarios añoran la instrucción directa, esto es, un profesor sabio, un sage in the stage, desgrana desde su tarima (recordemos que Esperanza Aguirre propuso hace unos años recuperarlas) los contenidos de un tema en el que es experto (en el tema, no en cómo enseñarlo) ante sus estudiantes, ordena diversos ejercicios para adquirir el conocimiento y ejercitarse en casa (los incuestionables deberes). La clase magistral, vamos. Se trabaja individualmente y una gran parte del aprendizaje se realiza individualmente en el hogar: los deberes. La memoria no solo es un elemento imprescindible para el aprendizaje, sino que constituye el rasgo fundamental del mismo conocimiento: se potencia y promueve por encima de aspectos como la comprensión o la praxis. Las familias no cuestionan nunca el buen hacer de las y los docentes y no hay ninguna tecnología que aporte nada positivo a la educación, excepto la pizarra, la tiza y el libro de texto.

El nivel educativo baja (pero solo después de mi generación)
Gortazar (2022) considera que “la bajada de nivel” es “el mito fundacional… que sostiene todos los demás. La matriz que justifica la visión apocalíptica de la educación en España”. Los datos de las evaluaciones internacionales muestran que el nivel educativo se mantiene y no empeora, a pesar de que la población estudiantil creció espectacularmente en las últimas décadas, incluyendo casi un millón de alumnos inmigrantes que se integraron en los centros educativos públicos. Martínez García (2016) afirma con datos que el nivel educativo no baja y Moreno (2022) afirma que “los datos no avalan la creciente desconfianza en el sistema escolar, que beneficia, sin embargo, a toda una coalición de intereses. En el medio-largo plazo perdemos todos”. ¿Una “coalición de intereses”? ¿A quién beneficia el mito de la caída de nivel? Según Moreno, en primer lugar, a las posiciones e instituciones conservadoras. Así, atribuyen a la izquierda la decadencia de la educación pública, algo que, encima, afirman, persigue deliberadamente. “La Gran Negación desmantela la legitimidad del principio de igualdad de oportunidades y da alas a la reducción progresiva del espacio público de socialización que es la escolarización”. En segundo lugar, beneficia a los discursos conservadores que privilegian la experiencia docente sobre la innovación o la creatividad. Tercero, a los empleadores, que de este modo pueden justificar bajos sueldos y condiciones laborales abusivas para las y los jóvenes, que “se están formando”. Finalmente, y citamos textualmente a Moreno, a “Catastrofistas, agoreros, milenaristas y llorones profesionales. Entre la nostalgia de una época dorada de unos y el elitismo inconfeso de otros, surge un narcisismo apocalíptico que tiene la ventaja de quedar exento de responsabilidad sobre las catástrofes que pregona.”

La cultura del esfuerzo y la meritocracia
Otro elemento clave del discurso reaccionario es la defensa a ultranza de la cultura del esfuerzo, el mantra educativo de la derecha y ultraderecha en España, y la meritocracia. El esfuerzo es lo que explica y justifica el éxito académico y las diferencias sociales y económicas en la edad adulta. La falta de dicha cultura tiene efectos realmente negativos. En la prensa podemos leer artículos con títulos tan surrealistas como “Los riesgos de no educar a los hijos en la cultura del esfuerzo: adultos dependientes, insatisfechos y déspotas” (López Iglesias, 2022). La carencia de cultura del esfuerzo es resultado de la posmodernidad, del uso excesivo de dispositivos con pantalla o, directamente, de la mala educación de la familia. Que se trata de un concepto ideológico, creado para justificar las diferencias entre ricos y pobres y el relato incontestable de la cultura norteamericana es evidente.

Gil Hernández (2023) ha resumido perfectamente en dos frases los mitos fundacionales de la meritocracia: “La igualdad de oportunidades no existe, son los padres” y “No hay igualdad de oportunidades, ni se la espera”. Ver las repetidas quejas (por la falta de cultura del esfuerzo de los jóvenes) en boca de los líderes políticos de derecha y ultraderecha (y de algún despistado de otro partido) debería dar pistas sobre el marco discursivo al que pertenece el concepto junto a sus afines: igualdad de oportunidades y meritocracia.

En el discurso reaccionario, los factores personales, familiares y socioeconómicos no merecen ninguna consideración: si un estudiante suspende el examen es porque no se ha esforzado lo suficiente. Quienes se esfuerzan aprueban y triunfan en la vida. El sistema educativo es una escalera por la que se asciende con trabajo duro y constante. Las cifras sobre la relación entre éxito académico y capital cultural familiar o las cifras de fracaso y repetición por clase social, la segregación que implica la doble red de escolarización no son elementos relevantes de reflexión y no aparecen en el discurso. Tampoco merecen atención las diferencias individuales, la necesaria inclusión, declarada imposible y negada por alguno de sus ideólogos.

Las ideas de Rogero (2019) y las aportaciones de Mellado (2023), Martínez García (2023) y Gil Hernández (2023) al debate de Espacio Público “La Meritocracia: ¿un principio conservador o progresista?” aportan claridad al debate. En el discurso reaccionario no hay lugar para nada que no sea el individuo. Esos camareros que no quieren trabajar 12 horas diarias cobrando el sueldo base es un notable ejemplo ajeno (además de la hora de llegada habitual al Congreso de los Diputados del líder de Vox) de “la falta de cultura del esfuerzo en este país” que denuncia toda la derecha.

Fuera la tecnología de mi aula
Otro de los rasgos característicos del pensamiento reaccionario es el rechazo frontal a cualquier uso de tecnología digital en las aulas. Los teléfonos móviles deben ser prohibidos porque no imaginan ningún uso educativo de un dispositivo de acceso a información multimedia, que graba audio y vídeo, hace fotografías y permite comunicarse con otras personas. La tecnología funciona, además, como un chivo expiatorio, siendo la causa de todos los males de la juventud actual…, desde la (falsa) acusación de que los adolescentes no leen (Ministerio de Cultura y Deporte, 2023) hasta asociar en las redes sociales, y de manera torticera, el uso de pantallas en la infancia con el aumento en los últimos años del número de niños y niñas diagnosticados de trastornos del espectro autista (TEA) en un centro educativo no especificado (¿no será que tenemos mejores servicios de diagnóstico y atención?). La competencia digital, una competencia básica que debe desarrollarse en la educación obligatoria en toda la Unión Europea, incluye “el uso crítico, responsable y sostenible de la tecnología”, conocer y valorar “las aportaciones y el impacto de la tecnología en la sociedad, en la sostenibilidad ambiental y en la salud”, así como “la adquisición de valores que propicien la igualdad y el respeto hacia los demás” en la interacción en las redes sociales (estamos citando el currículum de la ESO). De todo esto se priva al estudiante.

Lo cual no es óbice para criticar el hecho de que las administraciones educativas, estatal y autonómicas, independientemente del partido que gobierne, tengan una actitud muy laxa respecto a la privatización de infraestructuras digitales (Saura, Cancela y Adell, 2022; Saura, Cancela y Parcerisa, 2023), al acceso de las grandes compañías tecnológicas a los datos de los estudiantes a través del uso de sus plataformas en la nube y de que, en gran medida, hayan renunciado al uso de software libre, especialmente durante la pandemia. Esas políticas invitan a aceptar en gran medida el discurso ludita. Pero si obviamos el desarrollo de la competencia digital en la educación obligatoria, estaremos echando a los niños y adolescentes a los pies de los caballos de los intereses privados y a lo peor que ofrecen las redes informáticas. Ignorancia y tecnología es una combinación explosiva. Del mismo modo que hasta que rediseñemos nuestras ciudades debemos enseñar a los niños y niñas a circular de manera segura por la acera, a respetar las normas de tráfico y a no ponerse en peligro…, hasta que las redes informáticas dejen de ser el salvaje oeste del capitalismo, la actitud conservadora no sirve absolutamente de nada. Más bien al contrario: fabricar un público incauto e ignorante de los entresijos de la tecnología los aboca al desastre. Ahora, además, hay que considerar a toda prisa las posibilidades y peligros de la Inteligencia Artificial, tanto su uso en la educación (la única preocupación de los conservadores parece ser evitar que los estudiantes la utilicen para hacer los deberes) como la educación para su uso (los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que todos los ciudadanos y ciudadanas necesitan en el ámbito laboral, social, familiar) y, en especial, para defender sus derechos, apenas formulados, ante el posible uso abusivo de dichas tecnologías por parte de empresas privadas y autoridades. Esta segunda dimensión no parece tener mucho recorrido… todavía.

La culpa de todo la tienen los pedabobos
Una de las marcas de la casa de cierto discurso reaccionario es la Gran Conspiración entre políticos, pedagogos y organismos internacionales (véase Gimeno Sacristán, 2008 y 2013). El objetivo de dicha conspiración es generar trabajadores dóciles y ciudadanos obedientes, fácilmente gobernables, desposeyendo a la juventud de todo tipo de contenido cultural. En las páginas de la prensa más reaccionaria (y a veces en la otra también) del país aparecen periódicamente figuras de la cultura (los eximios) inflamadas por alguna decisión relativa al currículum (normalmente de algún gobierno progresista). Los pedagogos y la pedagogía son el chivo expiatorio favorito del discurso reaccionario, el hombre de paja ideal sobre el que disparan en cualquier ocasión y por cualquier motivo. El nivel del discurso sobre la Gran Conspiración es similar al que sataniza las vacunas contra la covid, el 5G, el terraplanismo, las chemtrails o el gran reemplazo. Fernández Navas (2021) destaca la visión reduccionista de la antipedagogía sobre la ciencia y la falsa dicotomía entre la estupenda escuela tradicional y la fracasada escuela progresista (culpa de los pedagogos). Otro elemento característico de la antipedagogía es la falta de un mínimo respeto y la agresividad en el lenguaje que emplean los reaccionarios. No vamos a insistir en esta línea, solo reconocer que Rivas Flores (2021: 14) tiene razón cuando afirma que los ataques generan “reacción a la reacción”, mayor agresividad, corporativismo, cierre de filas, etc.:


Al final, se niega el pan y la sal al contrario, impidiendo cualquier avance hacia algún tipo de consenso. Daría la impresión, por el tipo de reacción tan visceral que representa este movimiento, que las reformas pedagógicas han tocado alguna fibra muy íntima de la sensibilidad pedagógica de sus militantes.

Cómo combatir la derechización de la educación de este país
Es posible que hayamos llegado tarde para evitar la catástrofe que supondrá un sistema educativo diseñado por una alianza Partido Popular-Vox, con pin parental, un currículum anti-todo y medidas organizativas retrógradas y autoritarias. Un sistema apoyado por una parte de los docentes (especialmente de secundaria) y sus sindicatos. Pero tres medidas parecen urgentes: una mejora de las condiciones de trabajo de las y los docentes, una reforma en profundidad de la formación inicial, especialmente del Máster de Secundaria, y, en tercer lugar, una mejora de la formación permanente. La primera medida es imprescindible, no solo por la reivindicación unánime de una bajada de ratio, que se justifica por los cambios didácticos necesarios, sino por el escaso atractivo de la docencia para algunos sectores profesionales. La enseñanza no puede seguir siendo una salida de segunda fila para titulaciones en las que hay un mercado dinámico de trabajo. Debe ser una primera opción.

En segundo lugar, no es posible que el curso que prepara a los futuros docentes para el ejercicio de su profesión forme personas que desprecien el conocimiento clave para dicho ejercicio. Es necesaria una reforma radical del currículum del Máster de Secundaria y su planteamiento sin coste de muchas universidades públicas y de tremendo negocio online para algunas privadas. Quizá sería interesante la inclusión de asignaturas optativas de inducción a la docencia en las titulaciones de contenido, aunque hubiera que pasar por encima del cadáver de algunos catedráticos.

Un ejemplo: España, con un 8,5%, es el primer país de la OCDE y la UE en tasa de repetición en la ESO (medias por debajo del 3%, según Save the Children, 2023). Somos casi récord mundial. Dicha tasa de repetición afecta especialmente a las clases más desfavorecidas y cuesta 1.441 millones de euros, esto es, el 6,2% del gasto público en educación primaria y secundaria obligatoria. La repetición de curso no es un problema del alumnado y sus familias, ni de la bajada del nivel educativo, es un problema del sistema educativo. Téngalo en cuenta cuando alguien le diga que lo que quieren el gobierno, los pedagogos y la OCDE es aprobar a todo el mundo por la cara para tener masas de trabajadores sin cualificar en la era de la inteligencia artificial.

La formación permanente del profesorado debe ser un instrumento al servicio de las y los docentes, de su desarrollo profesional, y de la administración. Y debe contar con los recursos necesarios, atender a las verdaderas necesidades del sistema, ser realista en sus objetivos y buscar el cambio real en las aulas, no la expedición de certificados vacuos.

Para terminar
Las reformas educativas son complicadas, tan complicadas que la mayoría fracasan. Viñao (2006) explicó las razones con enorme claridad hace años. Pero la dificultad de la tarea no debe inducirnos a rendirnos y a renunciar a educar. Quizá si dejamos de ver la educación únicamente como transmisión de contenidos y la repensamos, como nos propuso Paulo Freire, como una praxis basada en la libertad, la reflexión y la acción para transformar el mundo, veamos la educación de otra manera. Pero eso es pedagogía, algo que no sobra últimamente.



Referencias
Apple, Michael (2013) Knowledge, power, and education: The selected works of Michael W. Apple. Londres: Routledge.

Colectivo de docentes DIME (14/11/2022) “El discurso rojipardo en educación”, CTXT https://ctxt.es/es/20221101/Firmas/41295/discurso-rojipardo-educacion-lomloe-izquierda.htm

Fernández Navas, Manuel (2021) “La pedagogía ha estado, está y siempre estará en crisis”, Crónica. Revista de Pedagogía y Psicopedagogía, núm. 6, pp. 5-11. http://www.revistacronica.es/index.php/revistacronica/article/view/119/66

Gil Hernández, Carlos J. (2023) “Hay que esforzarse más por debatir de políticas que de meritocracia en público”, Espacio Público, 20/02. https://espacio-publico.com/la-meritocracia-un-principio-conservador-o-progresista

Gimeno Sacristán, José (2008) “En defensa de la Pedagogía”, El País, 15/12.https://elpais.com/diario/2008/12/15/educacion/1229295604_850215.html

(2013) “Primero saber y sólo después opinar”, El País, 31/03. https://elpais.com/sociedad/2013/03/28/actualidad/1364475200_338215.html

Gortazar, Lucas (2022) “La ‘coalición de la instrucción’ en educación y los mitos que la sostienen”, El País, 13/12. https://elpais.com/educacion/2022-12-13/la-coalicion-de-la-instruccion-en-educacion-y-los-mitos-que-la-sostienen.html

Hirsch, Eric Donald (2021) How to Educate a Citizen: The Power of Shared Knowledge to Unify a Nation. Harper Collins.

López Iglesias, Sonia (2022) “Los riesgos de no educar a los hijos en la cultura del esfuerzo: adultos dependientes, insatisfechos y déspotas”, El País, 12/11.https://elpais.com/mamas-papas/expertos/2022-11-12/los-riesgos-de-no-educar-a-los-hijos-en-la-cultura-del-esfuerzo-adultos-dependientes-insatisfechos-y-despotas.html

Martínez García, José Saturnino (2016) “No baja el nivel educativo”, El País, 07/09. https://elpais.com/elpais/2016/09/05/opinion/1473067365_939212.html

(2023) “Meritocracia: falacias y magia”, Espacio Público, 17/05. https://espacio-publico.com/intervencion/meritocracia-falacias-y-magia

Mellado, Pedro (2023) “La meritocracia educativa, el rearme ideológico neoliberal”, Espacio Público, 19/05 .https://espacio-publico.com/intervencion/la-meritocracia-educativa-el-rearme-ideologico-neoliberal

Ministerio de Cultura y Deporte (2023) Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2022. Los índices de lectura españoles aumentaron 5,7 puntos en los últimos diez años, con una especial incidencia entre los adolescentes. https://www.culturaydeporte.gob.es/actualidad/2023/02/230227-barometro-habitos-lectura.html

Moreno, Juan Manuel (2022) “La Gran Negación: ¿por qué triunfa el mito de la caída del nivel y la rebaja de exigencia en educación?”, El País, 18/03. https://elpais.com/educacion/2022-02-18/la-gran-negacion-por-que-triunfa-el-mito-de-la-caida-del-nivel-y-la-rebaja-de-exigencia-en-educacion.html

Rivas Flores, José Ignacio (2021). “Ignorancia atrevida o viviendo del cuento: La falacia del antipedagogismo”. Crónica. Revista de Pedagogía y Psicopedagogía, núm. 6, pp. 13-21. http://revistacronica.es/index.php/revistacronica/article/download/120/67

Rogero, Julio (2019). “La trampa de la ‘cultura del esfuerzo’”. El Diario de la Educación, 08/08. https://eldiariodelaeducacion.com/2019/04/08/la-trampa-de-la-cultura-del-esfuerzo/

Santos Guerra, Miguel Ángel (2017) “Carta abierta a un antipedagogo.” El Adarve, 28/10 https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2017/10/28/carta-abierta-anti-pedagogo/

Saura, Geo; Cancela, Ekaitz y Adell, Jordi. (2022) “¿Nuevo keynesianismo o austeridad inteligente? Tecnologías digitales y privatización educativa pos-COVID-19”, Archivos Analíticos de Políticas Educativas, vol. 30, núm. 116. https://doi.org/10.14507/epaa.30.6926

Saura, Geo; Cancela, Ekaitz y Parcerisa, Lluís (2023) “Privatización educativa digital”, Profesorado, Revista de Currículum y Formación del Profesorado, 27(1), 11-37. https://doi.org/10.30827/profesorado.v27i1.27019

Save the Children (2023) Repetir no es aprender. Mitos desmentidos y alternativas posibles a una práctica ineficiente e inequitativa. Save the Children. https://www.savethechildren.es/sites/default/files/2022-09/Repetir_no_es_aprender.pdf

Trilla, Jaume (2018) La moda reaccionaria en educación. Barcelona: Laertes.

Viñao, Antonio (2006) “El éxito o fracaso de las reformas educativas: condicionantes, limitaciones, posibilidades”, en J. Gimeno Sacristán, J. (Ed.). La reforma necesaria: entre la política educativa y la práctica escolar (pp. 43-60). Madrid: Morata. https://www.academia.edu/76956712/Gimeno_Sacrist%C3%A1n_J_ed_2006_La_reforma_necesaria_entre_la_pol%C3%ADtica_educativa_y_la_pr%C3%A1ctica_escolar

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