lunes, 18 de enero de 2021

La Historia no ha terminado




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

   Es difícil predecir cuál será el resultado del devenir con el cambio de Gobierno en los EE. UU. Aunque muchos millones de estadounidenses piensen que el conflicto ha terminado, Trump y sus seguidores tratarán de demostrar que esto es el comienzo y lucharán hasta que el control de los EE. UU. les sea devuelto. 
   Tal vez Joe Biden se equivoca cuando dice que el vandalismo del Capitolio, no es EE. UU. Olvida que en 1812 ya hubo un intento de quema del Congreso y que el nacimiento del país fue un acto violento que continuó de hito en hito con una historia de violencia. Si el comienzo fue con la matanza de los indios, hoy prácticamente exterminados y recluidos en la reserva, EE.UU. pasó por la guerra civil con 620.000 muertos computados y, en la lucha por los derechos políticos y los derechos civiles de la población negra, quedaron regueros de muertos, linchamientos y asesinatos de líderes. 
    Si hacemos un repaso de los líderes asesinados, aunque a todos a todos nos resultará familiar Martin Luther King, defensor de los derechos civiles de los negros, hubo otros líderes electos calificados como extraordinarios políticos que también fueron asesinados, recordemos a John Kennedy y Abraham Lincoln. 
   Es una historia de violencia, desigualdad e injusticia, se mire desde dónde se mire. Una violencia interna a lo largo de toda su historia y, una violencia ejercida contra otros países con ensañamiento imperial en países latinoamericanos, Vietnam, Balcanes, Irak, Libia, Palestina, Siria, y los que vendrán después, porque desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, la política de los EE. UU. no cesó de hacer la guerra con el fin de imponer sus propios intereses. 

    En estos momentos, los estadounidenses están en plena confrontación y aunque Joe Biden crea que la tormenta ha pasado y que sus más de 80 millones de votantes le garantizan el fin de la pesadilla y la vuelta a la normalidad, a Trump no le falta razón al afirmar que todo empieza ahora y que los próximos años pueden traerlo de nuevo a la Casa Blanca, porque EE. UU., aparentemente un país estable, se encuentra en un momento típico de los sistemas alejados de los puntos de equilibrio y ante cualquier acontecimiento inesperado pueden sobrevenir serias consecuencias. No hay que olvidar que Trump tuvo 74 millones de votos y cuenta con fieles seguidores que pueden acarrear sorpresas. 
    Teniendo en cuenta que los estadounidenses se encuentra en plena confrontación y circulan indicios de que existen instrucciones para que se organicen nuevos disturbios en torno a la toma de posesión del nuevo Presidente, el FBI advirtió de la necesidad de reforzar la seguridad y ya se ha movilizado a 20.000 efectivos de la Policía Nacional. Como dijo algún comentarista político, esa previsión se podría considerar propia de un estado de guerra. 
   De Sousa Santos identifica tres factores que pueden provocar cambios en una u otra dirección: desigualdad y fragmentación, primacía del derecho y por último, Stacey Abrams, la ex congresista negra gracias a cuyo trabajo se consiguieron los dos senadores demócratas del estado de Georgia
    Stacey Abrams merece una mención especial por su trabajo buscando articular políticamente a todas las minorías pobres de de Georgia, (negra, latina y asiática), en un estado dónde el 57,8% de la población es blanca. Durante 10 años trabajó en la organización de un padrón electoral de minorías pobres, fomentó la unidad en sectores empobrecidos y separados por prejuicios étnicos y raciales alimentados por las clases dominantes. Pero aunque su trayectoria hacía de ella la candidata a la Vicepresidencia, Biden optó por Kamala Harris, más conservadora y próxima a los intereses de las grandes empresas de información y comunicación. Abrams logró una victoria que podía acabar con la ambición de Trump el mismo día en que los vándalos irrumpieron rompiendo cristales y saquearon el Capitolio; su victoria en Georgia fue la demostración de que el trabajo político puede garantizar la supervivencia de las democracias liberales en tiempos difíciles, porque está demostrado que en dichos tiempos no sirve limitarse a votar cada cuatro años. 
   “La obra de Stacey Abrams, multiplicada por los movimientos Black Lives Matter, Black Voters Matter y tantos otros, muchos de ellos inspirados en Bernie Sanders y "nuestra revolución" animada por él, puede devolver a la democracia estadounidense la dignidad y la vitalidad que Trump puso en riesgo. Si es así, la mejor lección que los estadounidenses pueden aprender es que el mito del "excepcionalismo” estadounidense es solo un mito”, asegura de Sousa. EE. UU está demostrando ser un país tan vulnerable como cualquier otro a las aventuras autoritarias y la fortaleza o fragilidad de su democracia dependerá de los mecanismos que pueden impedir que los autócratas, los antidemocráticos, sean elegidos democráticamente. 
   No faltan quienes comparan acontecimientos vividos por Hitler con los recientes de Trump, porque en ambos casos, habiendo perdido el sentido de la realidad, dan órdenes que nadie cumple. Cierto que Hitler se negó a creer la llegada del ejército rojo al igual que Trump no reconoció haber perdido las elecciones. Pero Trump no está viendo su fin político ni tiene intención de retirarse; está amparado por los grupos supremacistas blancos, armados, leales y dispuestos a seguir al líder en cualquier orden y además él los considera verdaderos patriotas y auténticos estadounidenses. 





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