jueves, 17 de julio de 2025

El Gran Leviatán global






Remedios Copa
Colectivo Prometeo

En estos días pasados en los que buena parte de mi tiempo transcurrió en diversos dispositivos en centros sanitarios del Sergas, la espera entre un procedimiento y otro me dio la oportunidad de comprobar el enorme esfuerzo que el personal realiza, la exquisita atención que presta a los pacientes tanto en la parte técnica como en la vertiente humana, pese a la escasez de personal y el estrés que eso supone para realizar su labor.

En esa espera he tenido tiempo para la reflexión y la lectura e inevitablemente terminar concluyendo en que la situación actual deja poco margen para la tranquilidad y la esperanza.

Constatar la saturación de la asistencia sanitaria pública, (que sigue siendo la mejor y la más fiable de las alternativas actuales), la precariedad laboral de la mayor parte del personal que presta sus servicios y la sobrecarga de trabajo que soportan porque la falta de personal suficiente les obliga a asumir la parte correspondiente a los puestos necesarios que no están cubiertos, plazas vacantes que no se están cubriendo, jubilaciones, bajas laborales, permisos y vacaciones que tampoco se dotan de la cobertura de sustitución suficiente, hacen penosa e ingrata la situación para quienes nos cuidan y para los pacientes. Esperar días por una consulta de atención primaria, meses o incluso un año, (o más), por la consulta para una especialidad, o aguantar varias horas de espera en un servicio de urgencia es algo que se está normalizando como si eso fuera lo correcto y deseable, pero no es así. Es el efecto de los recortes en los presupuestos dedicados a la sanidad pública y también en el creciente interés en derivar cada vez mayor porcentaje del presupuesto de la sanidad pública a la concertación privada.

Los recortes en los servicios públicos y sobre todo en lo que tiene que ver con la parte de bienestar social están afectando en todos los ámbitos: sanidad, dependencia, educación, residencias para mayores, padecen los males de la congelación y recortes presupuestarios y la derivación de dinero público para la concertación con las empresas privadas, cuyo objetivo de negocio es la maximización del beneficio, de ahí el descenso de la calidad de la prestación al usuario. Otro aspecto importante a tener en cuenta y que explica no pocas cuestiones es la red de conexiones entre quienes prestan los servicios subcontratados y concertados y quienes otorgan las concesiones.

Si ahora tenemos las limitaciones que tenemos en los mencionados servicios, no es difícil imaginar lo que ocurrirá si quienes ostentan el Gobierno, sea en España o en cualquier otro país de la UE, se someten a las interferencias, caprichos e imposiciones del regidor de turno del imperio hegemón y le permiten pisotear la soberanía de nuestro país o de cualquier otro país europeo, convirtiéndonos en marionetas al servicio de sus intereses y transformando la cultura y formas de vida y desarrollo de la ciudadanía europea en un modelo cautivo y esclavizado, sometido a guerras y distopías que nos avocan a un abismo que solo responde a intereses ajenos.

Ceder el 5% del PIB a la industria armamentista, (de guerra y que requiere que haya guerras para mantenerse), es acabar con el bienestar y todo lo público en el país. Es un nivel de presupuesto que ni los EE UU contemplar dedicar a la OTAN. Es necesario tener en cuenta que el Estado solo recibe del PIB un pequeño porcentaje que es el que ingresa a través de los impuestos. De esos ingresos del Estado, Trump quiere que se extraiga el equivalente a un 5% del total del PIB, de ahí salen los 80.000. 000.000 que la OTAN reclama de España; esa cifra representa un gasto en armamento superior al 20% de los ingresos de que dispone el Estado para mantener todos los servicios públicos del país, las infraestructuras y necesidades de la ciudadanía.

Otra cuestión que motiva la exigencia norteamericana sobre Europa es que la gran destinataria de todo ese dinero es la industria armamentista norteamericana, porque la industria europea no está en condiciones de fabricar todo el armamento que EE UU exige para la OTAN y además, exige que la dotación de la OTAN sea con material militar homologado por los EE UU, es decir, tendremos que comprarle el suyo, o montar nuestras fábricas de armas en su país y sometidas a sus normas.

Está muy claro que los recursos europeos irán a levantar la economía norteamericana arruinando la europea, pero las guerras que EE UU necesita para vender sus armas serán en territorio ajeno a su país, como viene haciendo hasta ahora: Oriente Medio, Europa/Rusia, Asia Pacífico…

Lo triste de la situación es que frente a todas las gravísimas amenazas que se ciernen sobre nuestro país, y sobre la humanidad entera, en el Parlamento, y en otros foros, solo se manifiestan estrategias perversas para derribar al Gobierno de España y poner freno e impedimentos a todas las medidas que toma para sacar adelante el país, defender su soberanía y preservar los derechos y el bienestar de nuestra sociedad. La derecha no ofrece más alternativa que el insulto y “quítate tú para ponerme yo”, pero “la izquierda de la izquierda” también pone mucho más empeño en ganar protagonismo propio para arañar unos cuantos votos en el futuro, que en la búsqueda y garantía del interés general.

Decía al comienzo que también hubo lugar para algunas lecturas interesantes, entre ellas, me gustaría recordar dos: “El fin de la Megamáquina” y “NRx: el movimiento que quiere cargarse la democracia”, en ambos casos de la mano de José David Sacristan de Lama que desde la perspectiva en que ambas se complementan, como él afirma, desvelan muy bien las fuerzas que operan en la deriva de una civilización suicida. “No se hasta qué punto hay un cerebro central maquiavélico que dirija esta deriva, pero el resultado es el mismo si hay muchos pequeños centros empujando en la misma dirección”.

Afirma que es la apoteosis neoliberal, un espacio sin fronteras. “La megamáquina ha crecido a lo largo de la historia, desde el surgimiento de los primeros centros estatales de poder y riqueza, pero sobre todo, según Scheidler, a partir del advenimiento de la ciencia renacentista y de la tecnociencia, que la ha dotado de una potencia desmesurada y la ha hecho cada vez más ubicua, hasta convertirse en el sistema-mundo, el gran Leviatán global”.





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