martes, 13 de diciembre de 2011

Cuando democracia es sólo una palabra.

                         Caricatura española del siglo XIX. Semanario " La Flaca". Caciquismo




Jorge Alcázar


Estamos en puertas de un nuevo atentado terrorista contra las ya degradadas instituciones democráticas. Las reuniones franco – alemanas que se han venido produciendo en las últimas semanas - con la connivencia del resto de dirigentes europeos -  para la puesta en marcha de una reforma “exprés” de los tratados de la UE, así lo ponen de manifiesto.
En el breve período de tiempo histórico de tres años se han consumado acontecimientos que poco a poco han ido menguando y socavando las soberanías populares.
 En países como Portugal, Grecia, Italia o Irlanda se han eliminado de un plumazo gobiernos salientes de unas urnas ya de por sí bastante devaluadas.

Los recortes económicos y sociales efectuados en todos los países de la UE y auspiciados por el BCE han venido a minar las voluntades populares así como sus derechos fundamentales.
Reformas de tratados, convenios, constituciones y todo tipo de documentos otrora sagrados están a la orden del día y pasan a velocidad de vértigo sobre nuestros pies, dejando a un lado del camino la voluntad popular que los selló en su día.
Bajo un estado de shock preparado se ha inoculado en el ciudadano la sumisión ante el destino fatal que le espera.
Si nuestra participación en la democracia era ya mínima - dejándonos decidir entre una cosa y su parecida y sólo cada cuatro años -, con leyes electorales al servicio de grandes corporaciones políticas –más parecidas a instituciones empresariales privadas que a partidos políticos al servicio de la sociedad -, ahora ni siquiera tenemos voz ni voto. Con el argumento de que es necesario que “tecnócratas”  sean los que decidan nuestro rumbo, se han posicionado estratégicamente los peones para que la partida dé un giro drástico. La celada está siendo consumada.
Mientras tanto, acudimos como corderos al matadero. El efecto del miedo es tal que no es necesario atacar con nocturnidad. A plena luz del día se produce una reforma constitucional que obedece a la causa, se habla abiertamente de establecer condiciones laborales infrahumanas – desregulación del empleo, eliminación del salario mínimo interprofesional, creación de contratos basura, despido libre, supresión de prestaciones sociales por desempleo y un largo etc. – so pretexto de que esta es la única y última alternativa (medidas que en España vienen precedidas por una reforma laboral leonina ejecutada por el gobierno de Zapatero); la privatización de los sectores públicos estratégicos comienza a ser una realidad y deja de ser tema tabú, y se nos dice abiertamente que hemos vivido por encima de nuestros posibles. Y esto no es mayestático, pues el sujeto sólo somos aquellos que día a día acudimos, cuando nos dejan, a un trabajo cada vez peor remunerado y en peores condiciones, para poder enriquecer cada vez más los bolsillos del avariento poderoso – sólo hay que echar un vistazo a los datos que reflejan la creciente desigualdad entre ricos y pobres -, que contrajimos créditos con intereses que rozan la usura y hacemos uso de una educación, sanidad y demás derechos sociales bien pagados y merecidos. Nosotros, que soportamos cada vez con mayor dolor una forma de tributar injusta e insolidaria que ha propiciado el expolio de las riquezas nacionales hacia paraísos fiscales. Nosotros – nos dicen - somos Goldman & Sachs, el BCE, Standard & Poor’s, la Reserva Federal de Boston, Lehman Brothers, los grupos de inversores, los especuladores, los creadores de la burbuja inmobiliaria, los propietarios de la banca, la industria, los grandes “trust” empresariales y los medios de comunicación.
Es por ello que debemos ceder soberanía. Nuestra sociedad no es madura para afrontar las consecuencias de sus acciones – se nos dice- . El camino ha de ser allanado para que las trabas democráticas desaparezcan y la voz del pueblo calle y se silencie, ya que de otro modo el infierno espera. Son ahora los Papademos, Monti, Draghi, Van Rompuy, Merkel, Sarkozy, Botín, Fernández Ordóñez, etc. los que deben dirigir. Así ha de ser y así se hace.
La verdadera cara del capitalismo se muestra sólida y nítida.

            Pero mientras tanto, yo digo que, cuando gobiernos en activo son arrojados de los sillones presidenciales por los adalides de los mercados, cuando la banca privada - con el beneplácito del BCE y demás instituciones pseudodemocráticas - somete a países, bajo coacción y represión, a políticas económicas lesivas y destructoras de derechos sociales ampliamente combatidos y alcanzados; cuando se confabula en pasillos y círculos cerrados para proponer e imponer medidas y acciones que dañan a una mayoría y sólo benefician a unos pocos – con nombres y apellidos -; cuando las decisiones no obedecen a una soberanía popular sino a una oligarquía económica al servicio de intereses muy particulares, y en definitiva, cuando democracia es sólo una palabra, entonces podemos gritar, sin ánimo de equivocarnos, que nuestras sociedades, nuestros gobiernos y nuestra forma de vivir ya no son democráticas. El gobierno ya no es del pueblo y para el pueblo; la democracia sólo pertenece al mundo de las palabras y no al dominio de los pueblos.
             





1 comentario:

Anónimo dijo...

Recomiendo la lectura de este libro del filósofo argentino Enrique Dussel, titulado: 20 tesis sobre Política (por favor, que le llegue a Julio Anguita).

http://www.carteleracultural.org/wp-content/uploads/2011/09/Enrique-Dussel-20-Tesis-de-Politica1.pdf