viernes, 4 de julio de 2014

Ada Colau, la dignidad y la izquierda imprevisible


Protesta de la PAH frente a las antiguas oficinas de Rodrigo Rato (22 de mayo). \ S.P.
Protesta de la PAH frente a las antiguas oficinas de Rodrigo Rato (22 de mayo). \ S.P.
    Las imágenes de la presentación de Guanyem Barcelona me llevan a recordar el momento en que me llegó un número teléfono de la PAH de Barcelona -la única PAH que existía en ese momento- al que llamé para interesarme por su funcionamiento y objetivos. Quien respondió fue la misma Ada que nos explicó todo lo que necesitábamos saber.
     Eran tiempos de inicio de esta crisis que tantos dramas humanos está generando en los que en mi municipio murciano de Molina de Segura diversas personas afectadas por el paro y las hipotecas intentábamos autoorganizarnos para hacerle frente a una situación que no esperábamos que se convirtiera en un largo calvario.
     Así se creó la segunda PAH en el Estado. Después se ayudó a crear la de Valencia, más tarde la de Madrid y a partir de ahí, como un efecto dominó, en Asturias, La Rioja, Andalucía...
     Eran tiempos de soledad, ya que el movimiento estaba nucleado sólo en torno a unos cuantos activistas y unos pocos afectados que encontramos en la PAH un lugar donde recuperar nuestra dignidad frente al banco que nos perseguía. Quienes empezamos a construir este movimiento no nos podíamos imaginar que íbamos a llegar a tanto, porque hemos llegado a mucho: mirar de frente y a la cara a los bancos es mucho. Un compañero me dijo un día que estábamos haciendo magia, y yo le pregunté ¿magia por qué?, y él me contestó: porque de la nada estáis creando un movimiento muy potente y eso es magia social.
     Después vino el 15M en el que la PAH formó parte desde su origen, desde meses antes de dicha fecha histórica. Previamente ya estaban en la retina de mucha gente las imágenes espectaculares  de las primeras  paralizaciones de desahucios -piquetes ciudadadanos contra los desahucios, recuerdo que los bautizó un periodista- y tras ello aparecieron con mucha fuerza las palabras desobediencia civil, resistencia a la autoridad, dación en pago, cadena perpetua, ILP, empoderamiento ciudadano, condonación de deuda…y el famoso “Sí se puede”...

"La rebelión de las lágrimas"

     También aparecieron las lágrimas, siempre las lágrimas. Recuerdo que por esas fechas un periodista me pidió un artículo desde el punto de vista de un afectado por la crisis y la hipoteca e hice uno con el título de “La rebelión de las lágrimas”.
     
    Porque este movimiento se ha construido sobre muchas lágrimas y también miles de sonrisas. Las lágrimas de quienes hemos estado perseguidos por los bancos, por una crisis que no hemos provocado y que nos ha llevado a momentos de desesperación. Y las sonrisas que nos provocaban los notables éxitos que desde las PAHs hemos ido conquistando día a día.
     Sí, lágrimas y sonrisas, sentimientos y emociones. Con un movimiento así mezclado con profundas razones, contenidos y contundentes reivindicaciones era imposible no llegar al corazón de la gente.
     Ese ha sido nuestro primer éxito, llegar al corazón de la gente, ganarnos a la mayoría de la opinión pública que no entendía que después de perder la vivienda se continuará con una deuda perpetua.
      Mediante nuestras acciones no violentas también ganamos visibilidad, una visibilidad que en los inicios nos costó mucho conseguir, ya que al principio el principal problema que tuvimos que vencer era la vergüenza de decir soy pobre, el banco me quiere quitar la casa. Después de la visibilidad, llegó la dignidad y hoy nos encontramos que la vergüenza se ha quedado atrás y quienes se acercan a nuestras asambleas aprenden rápido lo que quiere decir la palabra dignidad cuando comprueban que no están solas y que se puede conseguir vencer a los bancos con el apoyo y empoderamiento colectivo que ofrece la PAH.
Pero en las asambleas de afectados ya no sólo se habla de los problemas de vivienda. También se habla de pobreza extrema, de precariedad y de exclusión social, por que las familias afectadas por la crisis traen tras de sí un paquete de dramas humanos que van mas allá de la pérdida de vivienda; entre las personas afectadas también hablamos de pan, aceite, leche, luz, agua, ropa y tantas cosas a las que cada vez es más difícil acceder. Sí, pan, como nos contaba una compa que hacía días que no tenía ni 50 céntimos para comprar una barra de pan. U otra que nos decía que si le echaba agua a la leche ésta duraba más; o aquella que decía que ya hacía años que no compraba garrafas de 5 litros de aceite y que solo compraba las de litro que son de menor precio, o quien tienen la luz enganchada a la de su vecina solidaria, o también quien se ducha en casa de un familiar por no disponer de agua ya que se la han cortado.
      Sí, éstas son las cosas que hablamos entre los afectados por la crisis y que no se hablan en las tertulias televisivas ya que sólo se habla de la macroeconomía, pero también hay que hablar de microeconomía y de lo que está suponiendo la crisis para una parte cada vez más importante de la población.

La izquierda imprevisible

Ada Colau sí, a la que han acusado de ser del entorno de ETA entre otras barbaridades e insultos, la misma a la que han investigado a fondo, como lo han hecho con su pareja y compañero Adrià, sin encontrarles nada de lo que avergonzarse. Ahora tiene otro reto tras dejar la portavocía de la PAH estatal, ganar Barcelona para la ciudadanía con una candidatura unitaria y transversal. De nuevo desde Barna –ciudad mundial- surge otra iniciativa ciudadana que seguro va a tener más replicas en diversos lugares.
      Efectivamente, tras el 25M se puede abrir un nuevo escenario de confluencias por abajo que vayan más allá de la suma de siglas y acuerdos por arriba, que implique a nuevos actores activos en los movimientos sociales emergentes que han sido los que han organizado las resistencias contra las consecuencias de la crisis y las políticas de austeridad.
     Hace falta un nuevo y amplio sujeto político que sea capaz de conseguir nuevas mayorías sociales. Dicho sujeto se construirá sobre la base de la generosidad del conjunto de la izquierda política organizada , que debe entender que no se trata de conseguir unas cuentas décimas más en las elecciones, se trata de conquistar nuevas mayorías sociales para cambiar el país desde abajo.
      Tiene razón Alberto Garzón cuando dijo en entrevista a eldiario.es que las siglas son prescindibles, no las ideas, como tiene razón Pablo Iglesias cuando dice que el poder no le tiene miedo a la izquierda , pero sí a la gente.
     Efectivamente la izquierda previsible rodeada de manuales, mitos y símbolos no da miedo. Lo que da miedo es la izquierda imprevisible que mueve escenarios y amplía espacios sociales, que es capaz de reinventarse a sí misma conectando con los sentimientos y necesidades de la gente. Los llamados movimientos sociales emergentes como las mareas ciudadanas, las marchas de la dignidad 22m, la PAH o el mismo 15M han sido posibles por que se han puesto grandes dosis de imaginación a la hora de movilizar y generosidad a la hora de gestionar la pluralidad.
     De eso se trata, de reinventarnos, de repensarnos, de refundarnos realmente y no sobre el papel. Eso se hace con nuevas formas de actuación, nuevos actores y referentes. Con mucha inventiva, aprendiendo día a día. Y para eso hay que favorecer lugares de encuentro plurales y amplios donde primen las decisiones colectivas y el protagonismo ciudadano.
      Se puede cambiar el país, claro que sí se puede. Ellos los poderosos saben que podemos hacerlo, por eso han creado un nuevo rey, por eso están pensando en cambiar las leyes electorales – ya están pensando en modificarla en lo que se refiere a los ayuntamientos- después vendrán más cambios contra las libertades y los derechos sociales y humanos.
      Por eso tenemos que movernos rápido. Formatos como Ganemos Barcelona hay que extenderlos –con un nombre u otro- a todos los sitios posibles. Que nadie piense que por sí solo y con chiringuitos particulares se va a cambiar el país. O generamos sinergias y complicidades entre todos los movimientos sociales y políticos que estamos en contra de las políticas que nos impone la Troika o no tardaremos en lamentarnos.
      El futuro no está escrito, deseamos ir hacia una sociedad alternativa más democrática y justa, pero por el contrario podemos ir directos a una sociedad más totalitaria e injusta si no somos capaces de generar grandes espacios de confluencia con diversas formas y métodos.
      Como tantas veces hemos dicho desde las PAHs. Sí se puede, claro que se puede.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya lo creo que se puede. La voluntad humana ha podido, puede y podrá.