lunes, 3 de junio de 2019

Consecuencias de la prepotencia y la soberbia política





José Aguza.
Colectivo Prometeo

     Cuando pensé escribir esta columna era el sábado 25, vísperas del día de las Elecciones Municipales y Europeas, pero ante la idea de visionario descarté el asunto para poder hacer con posterioridad un análisis más sosegado de la situación y a decir verdad, si la hubiera escrito en aquella fecha no me hubiera equivocado absolutamente nada de los resultados obtenidos en Córdoba capital, posiblemente viendo la realidad que se respiraba en la calle y el desarrollo de la campaña electoral.

    De nuevo la fragmentación de la izquierda, la falta de confluencia que podría haber tenido un excelente resultado, ha pasado factura haciendo fracasar la esperanza de un Ayuntamiento de izquierdas, debido a la obcecación de IU, la ingenuidad incomprensible de Ganemos y las absurdas luchas internas, que como siempre benefician dando el triunfo a la derecha. Las consecuencias de esta fragmentación ha traído consecuencias nefastas no solamente en nuestro Ayuntamiento, como hemos podido ver, si no a otras muchas corporaciones de la geografía española de gran importancia, como podría ser el caso de Madrid (con la eliminación o supresión de aquellos miembros más valiosos del gobierno de Manuela Carmena que no les eran “santos de su devoción” por cuestionar ciertas decisiones de dudoso interés social o integrando otros que únicamente han cercenado aún más el crisol de grupos de izquierdas).


    El caso de IU en la ciudad de Córdoba es lamentable, por no haber sabido rentabilizar el trabajo desempeñado en los cuatro años de cogobierno con el PSOE y al haber obtenido su peor resultado histórico, con 2014 votos menos que en las anteriores elecciones municipales (un 1´29 % menos que en 2015 y haber perdido un concejal), lo que debería hacernos reconsiderar tanto el programa, como la labor e imagen prepotente y autosuficiente del candidato, que ha supuesto en gran medida el saldo conseguido.
    No son pocos los líderes, que ante un fracaso, honestamente han dado un paso atrás por su incapacidad de lograr el triunfo o los errores políticos y de campaña, para dejar paso a nuevos valores que puedan ofrecer otras alternativas.
Es necesario gobernar para todos, pero sabiendo quien es cada cual y “no engañarnos a nosotros mismos en el solitario” otorgando a la oposición lo que no concedemos a los nuestros. No se debe caer en la trampa de las promesas, para incumplirlas constantemente: llámense Semana Santa, procesiones, Belenes municipales, usos religiosos continuos de la calle, uso del turismo y otras actividades “capillitas” molestas para una gran parte de la ciudadanía, todo ello por la esperanza de un puñado de votos que jamás nos van a dar a nosotros.

    A este descalabro hay que sumar la actitud incomprensible de la Junta Electoral y de las controvertidas decisiones de los tribunales ante el candor de una organización como Ganemos, que después de cuatro años de representación municipal, no habían sido capaces de registrar su nombre o el que pudiera corresponder para presentar su candidatura legalmente, lo que ha supuesto la pérdida de cuatro concejales de un plumazo jurídico, o sea la pérdida de al menos 18.000 votos.

    Si aspiramos a un gobierno progresista, no es tiempo de dividir sino de sumar y dejar de lado los personalismos de todos los grupos. Aquí no vale “el yo primero y tu no”. Todas las organizaciones, desde IU a Podemos o Ganemos o si me apuran hasta el en ocasiones socio Equo,  tienen su parte de culpa en lo que ha ocurrido y ya va siendo hora de trabajar conjuntamente, de ceder algunas posturas para abrir un auténtico proceso de confluencia para el futuro contando con la ciudadanía constantemente a través de las asociaciones de vecinos, de los barrios, de los pequeños negocios, de escucharles y defender sus necesidades coherentemente.
En conciencia nos importa la sociedad que nos rodea, se hace imprescindible una reflexión seria, la organización interna y la reconstrucción de nuestras formaciones, siendo honrados y honestos con nosotros mismos y renunciando a las prebendas del cargo público como forma de estabilidad laboral (si queremos vivir de la Administración, hagámoslo legalmente opositando y ganando una plaza de empleo público) o volviendo a nuestro puesto de trabajo si se tiene y “no perpetuarse en el sillón” lo que hará reconsiderar la opinión que la sociedad tiene en muchos casos del cargo político.
    Sólo lograremos una sociedad justa y solidaria, mediante la unidad de la izquierda… únicamente tenemos que mirar la Historia para corregir los errores del pasado y acceder a un futuro de progreso. La cultura esta en los libros, no en los whatsapp, los twitter, las redes sociales o los mensajes telefónicos.

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