Pieter Brueghel: La parábola de los ciegos |
[Nuestro querido compañero Julio publicará en El Economista una serie de reflexiones sobre Cataluña.Esta es la primera entrega]
Julio Anguita
Colectivo Prometeo
Sensatez, valentía y proyecto (I)
Según
la RAE el vocablo sensatez es sinónimo de sabiduría, juicio, lógica, reflexión,
madurez, etc. Asimismo algunos sinónimos de valentía son esfuerzo, ánimo,
temple, laboriosidad, tesón, firmeza, etc. la combinación de ambas series conduce
a una virtud fundamental e imprescindible en la acción política: la prudencia. La
prudencia política es la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos, o
actividades sobre los riesgos posibles que éstos conllevan y adecuar o modificar
la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios, difícilmente
reparables o irreparables del todo. En
esta hora de España y Cataluña, solamente la sensatez y la valentía, al
servicio ambas de un proyecto de convivencia (que no de simple coexistencia), son
la garantía de que podamos evitar, en primer lugar, la repetición de hechos
históricos sangrientos y además sentar las bases de un nuevo marco
constitucional para toda España. Necesitamos, pues, políticos sensatos,
valientes, con propuestas superadoras del conflicto y - si no es mucho pedir –
con algunas nociones de la llamada Historia de España.
Desde mi
condena a la violencia gratuita, salvaje y además inútil, no se puede
considerar la de estos últimos días como algo inusitado o novedoso. A lo largo
de la historia de Cataluña, y especialmente de Barcelona, han ido sucediéndose
hechos violentos, con decenas de muertos y centenares de edificios destruidos.
Una breve e incompleta reseña de los mismos se hace imprescindible para situarnos
en una correcta evaluación de la realidad presente.
Desde el
Corpus de Sangre de 1640 hasta el
período 1917- 1923, protagonizado por
los enfrentamientos entre los pistoleros de la patronal conjuntados con los del Gobernador militar y civil , el general
Martínez Anido, contra los de la CNT,
pasando por los enfrentamientos y represión inmediata de Felipe V en Barcelona,
la insurrección contra el Gobierno del Regente, el general Espartero, y el
subsiguiente bombardeo de la ciudad desde Montjuic en 1843, por el general Van Halen, hasta la Semana
Trágica de Barcelona en 1909, la historia de la Ciudad Condal es pródiga en
tumultos, insurrecciones y demás acontecimientos violentos. Cataluña, patria y
referencia del seny (sentido común), también ha mostrado frecuentemente,
con razón o sin ella, su otra cara de la rauxa (arrebato)
También
en el estricto campo de la política institucional, partidaria o cultural,
Cataluña y Barcelona han estado muy presentes en el terreno de las tensiones y
conflictos con los sucesivos Gobiernos
de España. Las Bases de Manresa en 1892, que constituyen el proyecto político- institucional del catalanismo, contemplan una
concepción de Cataluña en algunos casos y competencias, digna antecesora de los mayores hitos del
autogobierno. La constitución de la Mancomunitat de Catalunya, aprobada en
1914, después de la autorización del Congreso de los Diputados en 1912,
contempló la desaparición de las cuatro diputaciones provinciales en aras de esta nueva entidad,
antecedente claro de la actual Comunidad Autónoma; fue disuelta en 1923 por la
dictadura del General Primo de Rivera. Durante el período de la II República
(1931 – 1936), ha habido dos
proclamaciones unilaterales de la República Catalana. La primera fue en 1931 y
fue encabezada por Maciá; la segunda por Lluis Companys en 1934. En ambos casos,
la proclamada República se consideraba parte integrante del Estado Español Federal y en consecuencia no rompía con él. En
el primer caso, la mediación de Alcalá Zamora, Presidente de la II República
Española paralizó el proceso con la promesa de un futuro Estatuto de Autonomía
que se aprobó en 1932. En el segundo caso el Gobierno español, presidido por
Alejandro Lerroux, declaró el Estado de
Guerra.
La
intervención del ejército a las órdenes del general Batet puso fin al proyecto
encabezado por el President Companys; el cual con otros dirigentes de la
Generalitat fueron detenidos, juzgados
por rebelión y sentenciados a 30 años de prisión. 46 muertos, 38 civiles y 8
militares fueron el precio en vidas de aquellas jornadas.
Si a la
brevísima e incompleta crónica anterior,
añadimos las numerosas huelgas y estallidos sociales (también con amplio saldo
de víctimas mortales) sacaremos la conclusión de que el conflicto en Cataluña viene
de lejos y que, salvo en breves momentos, nunca se ha intentado abordar en
profundidad. Es un conflicto político, que - velando otro de
carácter social - no puede ser abordado por pirómanos del 155, del Estado de
Excepción o de la unilateral declaración de independencia de Cataluña.
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