miércoles, 16 de diciembre de 2020

Gobernantes preocupados y ciudadanos desprotegidos

Danza de la Muerte.Pintura alemana s.XVIII




Antonio Pintor
Colectivo Prometeo

   En declaraciones a la Cadena Cope, recogidas por Europa Press, el Presidente de la Junta de Andalucía ha querido dejar claro “que su Gobierno está muy preocupado de cara a las próximas fiestas navideñas porque, en modo alguno, se ha acabado con la pandemia y el virus sigue ahí, y ya de hecho se ha podido apreciar un "repunte" de casos por un "simple puente", como fue el de la Constitución, estando restringida la movilidad y con limitaciones de horarios en la hostelería y los comercios”.



Resulta harto irritante leer y/o escuchar a nuestros gobernantes decir de manera reiterada lo preocupados que están ante, la más que segura, mala evolución de la pandemia a consecuencia de las fiestas navideñas. Esta cantinela a modo de mantra, en mi opinión, esconde la ineptitud y negligencia de quienes tienen la responsabilidad de proteger la salud de la población. Entiendo que la preocupación que les invade se debe al ser conscientes de que las medidas en curso que ellos han instaurado no van a ser eficaces, si no con una certeza total sobre su ineficacia, al menos con una alta probabilidad. Para llegar a esta conclusión solo se necesita escuchar a quienes saben de salud pública y/o ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y en el resto del mundo.

Por eso resulta indignante que quienes tienen el poder y la obligación de actuar, en lugar de tomar medidas apoyadas en los conocimientos adquiridos sobre la pandemia, lo único que nos trasladen es su estado de preocupación porque saben que no están haciendo lo correcto. Necesitamos escuchar a nuestros gobernantes, tanto autonómicos como centrales, decir que se encuentran esperanzados porque se han tomado las medidas que los expertos en salud pública han aconsejado para atajar las cifras de contagios, ingresados y fallecidos. Es muy preocupante que los responsables políticos estén preocupados, sobre todo cuando hasta el ciudadano más lego en salud pública es capaz de darse cuenta que las medidas tomadas dejan tantos frentes abiertos al riesgo de contagio que lo excepcional sería que funcionaran. Lo que necesitamos oír de nuestros gobernantes es que están esperanzados y no que están preocupados. Esperanzados porque, al menos a nivel teórico, no quede ninguna duda de haber puesto todo lo necesario para reducir al mínimo la posibilidad de contagio, todo lo contrario de lo previsto para las “entrañables” fiestas navideñas.

A ver cuando nos enteramos, ciudadanos y gobernantes, que con varios centenares de muertos diarios no estamos para fiestas. Como médico con más de treinta años de ejercicio he sido testigo de muchas “cuestas de Enero”, que aunque el origen de la frase esté en las dificultades económicas tras los dispendios realizados en el mes anterior para no quedarse atrás en la escalada consumista, quienes nos dedicamos a la medicina la hemos asociado con la elevada morbilidad y mortalidad de personas ancianas en esas fechas. Por supuesto, a pesar de ser un dato reiterado año tras año, no se nos ocurría investigar las causas de tal hecho, sino que se asumía como algo “normal” debido al frio. Ahora pienso, si no sería más sensato atribuirlo a las masivas reuniones familiares en una época en que virus de la gripe y otros patógenos respiratorios campan a sus anchas. Con esta perspectiva, al menos nos hubiera permitido tomar medidas preventivas en lugar de, como le ocurre al Sr. Moreno, preocuparnos y aceptarlo de manera resignada como si se tratara de algo inevitable.

La pregunta que me hago es ¿Cuántas personas deben morir para que algunos “disfruten” de la Navidad? La respuesta la tendremos dentro de un mes y temo que miles de ciudadanos serán sacrificados en el altar navideño. Pero eso no es relevante, lo que importa es seguir con la cantinela ¡A Belén pastores, a Belén…! Eso sí, muy preocupados por saber que no estamos haciendo los deberes para evitar las muertes. Aunque algunos más que otros, de ahí su preocupación y nuestra desesperanza al sentirnos desprotegidos.

Y lo peor de todo es que, en caso de producirse la “profecía autocumplida” no habremos aprendido nada, y seguiremos buscando a quien echar la culpa en lugar de mirarnos para ver la cuota de responsabilidad que nos compete a cada uno y poner los medios para remediarlo entre todos.

Una buena manera de empezar es, en contra de lo anunciado en un célebre eslogan publicitario de turrón, “quedarse en casa por Navidad”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, pero además de la ineptitud, prepotencia e hipocresía política, está la insensatez de una gran parte de la ciudadanía. Seguimos como si nada pasara, se mueren otros, yo no me contagio y a la calle a celebrar, a comprar e ingentes masas de personas a disfrutar los alumbrados (otro despilfarro en los tiempos que corren), las tiendas ¿salvar la economía o salvar las vidas?. La economía se recupera, la vida no.
Las medidas de protección deberían ser mucho más duras e inflexibles, además de las multas (que muchas veces pagan los padres), debería ser sociales, prestación de servicios a la comunidad en centros sanitarios y residencias de ancianos que vieran el impacto y dolor que produce la pandemia.