jueves, 16 de septiembre de 2021

Sin ánimo de comparar (1ª parte)






Juan García Ballesteros
Colectivo Prometeo


       Cuando el poder económico, dueño de los medios de comunicación de masas, sienten que sus privilegios son atacados, bombardean con toda clase de (des)información, mentiras y manipulaciones contra el partido o persona que ha osado poner en entredicho sus prerrogativas. No tienen ningún escrúpulo, no tienen ningún límite, porque saben que la derecha extrema y la extrema derecha y muchos miembros de la judicatura están a su servicio.

      Destruir a ese contrincante político, que plantea, que propone, una sociedad más justa, más igualitaria, más democrática, es el medio que utilizan para continuar manipulando, adormeciendo y convenciendo a la ciudadanía que ese sujeto busca romper la realidad social, demoler “todo lo conseguido” en los últimos cuarenta años. Es su coartada. Reivindican el desastre de la falsa Transición para meter miedo, amedrentar y atraer a sus planteamientos (por desgracia lo consiguen) a una gran parte de esta sociedad que, en contra de sus propios intereses, defiende los postulados de los poderosos.

    Aunque ha pasado más de un año, los amigos de Julio Anguita lo tenemos siempre en nuestro recuerdo. Porque era ese compañero entrañable con el que compartir una tertulia, una reunión, una conferencia o una mesa redonda suponía un verdadero placer, porque siempre nos sorprendía por su sabiduría, su planteamiento didáctico del discurso y su profundización y acierto en la posible solución de los temas tratados.

Julio era un político culto, brillante, con una gran capacidad de trabajo y estudio colectivo, que siempre se preparaba concienzudamente sus intervenciones. Leía, consultaba los temas y dejaba poco a la improvisación. Desde su Córdoba adoptiva, dio un salto en 1986, dejando la alcaldía, primero siendo elegido diputado autonómico y posteriormente nacional. Dudó, no por las responsabilidades nuevas que suponían su elección, sino porque se sentía muy comprometido con el pueblo que le había otorgado una amplia mayoría para conducir los destinos de la ciudad cordobesa. Le costó trabajo tomar esa difícil decisión, pero como militante de IU y miembro del PCE aceptó. Mientras ejercía de alcalde de Córdoba no recibió ningún ataque de los poderes oligárquicos que dominaban la escena política, ni de los medios de comunicación. Todavía no era peligroso para el sistema del 78.



Al dar el salto a la política nacional, fue elegido primero Secretario General del PCE y, posteriormente, Coordinador de IU. Desde su escaño como diputado con un proyecto muy trabajado, coherente y factible, comenzó a proponer políticas transformadoras para mejorar las deficientes condiciones de vida de la inmensa mayoría de la clase trabajadora.

Se enfrentaba a una complicada situación política dominada por una derecha neofranquista y un PSOE, emergido casi de la nada, por influyentes poderes extranjeros (CÍA y social democracia alemana), encargados de mantener el cuerpo y el alma de una falsa Transición, que lavaba la cara de una cruel dictadura. En marcha, un sistema que mantenía todos los privilegios anteriores de los poderes económicos, de la Iglesia, de la judicatura, del ejército y la policía y de un bipartidismo que se sentía cómodo con esa falsa aceptación de una democracia tutelada.

Desde el primer momento que Julio irrumpió en el panorama político nacional (fue elegido diputado en 1989) comenzó a plantear, con un discurso claro, contundente, didáctico, sin insultos, respetando siempre a sus adversarios políticos, un programa con propuestas que ponían en cuestión la situación política, social y económica. Hablaba de igualdad, de democracia real, de Derechos Humanos, de la Carta de la Tierra. Exigía unos impuestos progresivos, unos fuertes servicios públicos, unas pensiones dignas, unos derechos laborales que mejoraran las condiciones de la clase trabajadora y una igualdad real entre hombres y mujeres.

Puso en cuestión los cimientos del régimen del 78. Por primera vez, un partido político (IU) con Julio, osaba plantear claramente todos los desastres derivados de una pantomima democrática que cimentaba su proyecto en hacer borrón y cuenta nueva de todos los desastres de la dictadura.

Fue, como coordinador general de IU, el único que plantó cara al desastre que nos venía encima con el Tratado de Maastricht y la implantación de la moneda única. Después hemos visto las consecuencias. Criticó la desindustrialización y la venta regalada de empresas públicas; señaló el desastroso camino que los sucesivos Gobiernos del PSOE (después del PP), supeditaron el desarrollo económico de nuestro país al crecimiento sin control de la construcción y a un sector servicios con total dependencia del exterior. Propuso una reforma total del tejido productivo, con derechos laborales y salarios dignos, aumentar la inversión en I+D, recuperar sectores públicos estratégicos, aumentar la inversión pública tanto en sanidad como en educación, potenciar los servicios sociales y mejorar las pensiones.

En dos legislaturas. IU ofreció al PSOE negociar un programa de Gobierno común, pero el acuerdo se rompió al proponer Julio una profunda modificación sobre el desarrollo económico de nuestro país. Los socialistas negociaron y se apoyaron en los nacionalistas para gobernar.

No sólo eran sus propuestas de cambio social lo que irritaba a los poderes económicos y al PSOE, sino también las continuas acusaciones al Gobierno por su deriva hacia la corrupción. Denunció la venta de empresas públicas muy rentables, la corrupción de la Expo, Filesa, Ibercorp, caso Guerra, la entrada en la OTAN, el terrorismo de estado (GAL)…

Ante esta situación, la diana estaba marcada. Comenzó un endiablado montaje, muy inteligente, para mentes apáticas, perezosas (como diría él) con el único objetivo de destruir a IU y a su coordinador Julio Anguita. Se puso en marcha una estructura mediática perversa “la pinza”, con una propaganda ingente, a través de medios afines, sobre todo el grupo PRISA, que logró que en mucha gente calara este mensaje: el PSOE, el bueno, el PP, el malo e IU, el traidor. Lo grave fue que algunos dirigentes de IU (hoy en el PSOE) se lo creyeron y esto fue un duro palo para él como coordinador. Además, este montaje contó con el apoyo comprado de CCOO.

Tanto en su libro “Contra la ceguera”, como en múltiples foros, Julio explicó claramente lo ocurrido realmente (está recogido en el diario de sesiones del Congreso, decía) sobre esa falsa “traición”. Estos son los datos: de 80 votaciones, 67 votaron a favor PSOE y PP, 18, juntos PSOE e IU y sólo 1 de trámite y vigilancia democrática, PP e IU, por razones muy diferentes. En pleno acoso, en las elecciones de 1996, obtuvo un éxito rotundo: 2,6 millones de votos y 21 diputados.

Todo este engranaje mediático le fue haciendo mucho daño, no en el planteamiento ideológico y en sus propuestas (era un político insobornable), pero sí en su salud. En las elecciones de 1993, en Barcelona, le dio un infarto que a punto estuvo de costarle la vida. Después ha tenido otro infarto en 1998, dos anginas de pecho y varios momentos en los que tuvo que ser ingresado en hospitales.

Su retirada de la vida activa política fue en diciembre del año 2000. Volvió a su plaza de Profesor al IES “Blas Infante de Córdoba” hasta su jubilación en 2004. Desde entonces se continuó su trabajo, su actividad pública dando conferencias, publicando libros, concediendo entrevistas a los medios, escribiendo artículos,… siempre con el objetivo de denunciar las grandes injusticias de nuestra sociedad y planteando alternativas posibles, viables y coherentes para el cambio social que nuestro país necesitaba. Con este objetivo en abril de 2002 creó el Colectivo Prometeo de Córdoba y posteriormente en 2012, el Frente Cívico Somos Mayoría.

Su muerte el pasado 16 de mayo de 2020, por paro cardiaco, fue un duro golpe para su familia, esposa y amigos. Después de más de un año, lo echamos de menos, lo seguimos recordando y sigue presente en nuestras reuniones, en nuestras charlas, en nuestro compromiso para intentar continuar su enorme contribución para mejorar esta injusta sociedad. Su pérdida supuso una conmoción y una enorme tristeza para una amplia parte de ciudadanía.

Pero Julio no se ido del todo. Nos dejó un legado amplio y profundo en sus escritos, en sus libros y en sus múltiples apariciones públicas. Los que tuvimos la suerte de disfrutar con él, de compartir tantos momentos inolvidables de tertulias, de juegos de dominó, de paseos o de viajes lo tendremos siempre en nuestra memoria, en nuestro corazón, tal como era, como una persona excepcional que disfrutaba cada momento de la vida.

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