jueves, 8 de junio de 2023

La voladura de Nova Kajovka

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

Kajovka es un lago artificial formado sobre el curso del río Dniéper en Ucrania, cuya construcción comenzó en la época de Stalin, (1947), y concluyó en poco más de 6 años. Tiene una longitud de 230 Km y 23 Km de ancho y su utilización es para fines de regadío, piscifactoría, producción hidroeléctrica, garantía del caudal de agua para refrigerar los seis reactores de la central nuclear más grande de Europa, y suministro de agua a Crimea. El embalse supuso una vía navegable que permitía a los navíos de altamar remontar el Dniéper. Es la sexta y última presa del río antes de su desembocadura en el Mar Negro.

Ante la voladura llevada a cabo para dañar la presa de Kajovka, cuya autoría se atribuyó inmediatamente a Rusia, hay un punto de inflexión. Surgen afirmaciones de que queda muy claro que este acto de destruir el puente fue realizado por Ucrania para así inundar el lado ruso y mientras que del suyo baje el nivel del agua para llevar a cabo operaciones en la central de Zaporiyia, que actualmente está en zona controlada por Rusia. Y por cierto, pese a los daños en la presa, Zelenski asegura que el suministro eléctrico a los consumidores ucranianos quedó “salvaguardado” y no habrá dificultades. (Kajovka produce el 10% de la energía eléctrica de Ucrania).

Desde que la central de Zaporiyia está bajo el control de los rusos ya fue atacada en varias ocasiones por las fuerzas de Kiev y recientemente lograron cortarle el suministro eléctrico, poniéndola en grave riesgo de accidente nuclear. Los rusos han tenido que proporcionar el suministro imprescindible de energía eléctrica mediante generadores alimentados con diesel para evitar un accidente nuclear.

El derrumbe del dique que permitía el suministro de agua para la refrigeración de la central nuclear de Zaporiyia hace que la Agencia Internacional de la Energía Atómica tenga a sus expertos vigilando de cerca la situación y, al menos de momento, dicen que no existe amenaza para la seguridad nuclear porque se mantenía el nivel de agua suficiente para su enfriamiento, (parece que cinco de los reactores ya están apagados en frío).

El Director de la AIEA, Rafael Grossi, ha salido a señalar que, si bien de momento no hay riesgos para la seguridad de la central nuclear, hay que controlar bien el nivel del agua en el depósito de enfriamiento de la central, (que cayó de manera grave en la mañana del día 6), y que se preste atención a lo que hay en el depósito de la presa para evitar que haya una catástrofe nuclear

Pero aunque Zaporiyia está a salvo, al menos por ahora, los daños colaterales son inmensos y afectan tanto a la población civil como al aspecto militar y medioambiental. Puede que estemos ante el hecho más dramático de esta guerra, calificado como atentado terrorista. Hitler utilizó la técnica de la inundación, pero utilizar el agua como arma se considera desde 1949 un crimen de guerra.



Crimea depende de esa presa para el 85% del suministro de agua que necesita. La inundación afecta a los cultivos, arruinando completamente algunos. En cuanto al drama humano, ya se han tenido que desalojar completamente 80 pueblos en el sur del país cuya población ronda las 40.000 personas; tan solo 14 de los núcleos desalojados ya suponen de 22 a 24.000 civiles desplazados. Con todo, no para en eso el drama.

En estos momentos, la principal preocupación por parte de Rusia, la OTAN y la Agencia Internacional de Energía Atómica es la auténtica bomba química y nuclear del fondo del agua embalsada en esa presa y el terrible desastre medioambiental que se estaría avecinando. Se puede decir que además de un crimen de guerra estamos ante un ecocídio.

El descenso del agua puede exponer depósitos de lodos tóxicos que se van a convertir en polvo y, según informan los técnicos y Alexei Medvedkov de la Universidad de Moscú, ese polvo va a quedar en el fondo del lago que constituía la presa. Se trata de residuos que se fueron acumulando durante 70 años y están constituidos por los contaminantes arrastrados por los efluentes; su composición consiste posiblemente en plaguicidas, metales pesados, derivados de petróleo, radionúclidos y otros componentes de carácter nuclear debidos a la cercanía de la central nuclear de Zaporiyia. De ser cierta la advertencia de algunas voces en el fondo de la presa podría estar la alarma máxima, la nuclear.

Cuando hablamos de riesgos graves tampoco podemos olvidar que el agua inundó campos de minas que ahora van flotando sin control arrastradas por el agua, lo cual dependiendo de dónde las deposite el agua constituye un peligro tanto en tierra como el mar.

Si hablamos de probables responsables, el Director del Instituto Español de Geopolítica, Juan Antonio Aguilar, afirma que no hay que ser muy listo para saber que esta acción terrorista, prohibida por el artículo 56 del Protocolo 1 de la Convención de Ginebra, pone el foco en otra cosa para que no se hable del fracaso de la ofensiva ucraniana, pero que señalar a Rusia no tiene sentido. Si el fin era inundar esa zona, solo tenían que abrir las compuertas de la presa por la zona que está controlada por el ejército ruso, que es la izquierda. ¿Acaso los rusos se van a bombardearse a sí mismos?, se pregunta.

En similar sentido se pronuncia Ezequiel Bistoletti, Doctor en Ciencia política y profesor de Relaciones Internacionales en Alemania, quien manifiesta que parece un chiste que se quiera adjudicar a Rusia la voladura de la presa de Nova Kajovka.

También Rodríguez de Castro comparte similar criterio y trae a colación la cara que se le quedó a John Kirby, Almirante retirado de la marina de EE UU y actualmente Secretario de Defensa para asuntos públicos, cuando en rueda de prensa le preguntaron “¿por qué iba Rusia a realizar una voladura en una zona que los rusos controlaban, que les daba rédito energético y cuya voladura dejaría a Crimea sin agua e inundaría una población de habla rusa, con pasaporte ruso…?”

Juan Antonio Aguilar nos recuerda que en noviembre pasado la presa ya fue bombardeada por ucranianos y así fue reconocido por la propia Ucrania. El 29 de diciembre de 2022 el Washington Post publicó las declaraciones del General ucraniano responsable de esa zona diciendo que ya habían practicado el tiro contra la presa por si necesitaban inundar la zona y que había sido todo un éxito. Es una acción que obliga a la primera línea de Rusia a retirarse de la zona ante la posible inundación si Ucrania la bombardea y esa situación le provoca un problema logístico y, por otro lado, esa inundación facilitaría la posible ofensiva ucraniana porque la zona izquierda está inundada pero la derecha de la presa y el río ha bajado de nivel y facilita el paso de la ofensiva ucraniana por la parte de arriba, dónde es más estrecho y con menos profundidad. La explicación del proyecto que daba el general en el Washington Post produce escalofríos.

A juicio del estratega, la prueba de la intencionalidad ucraniana de volar la presa de Kajovka queda suficientemente probada cuando los ucranianos llevaban varios días soltando agua de la presa anterior para aumentar el caudal y la presión sobre la presa Kajovka, claro indicio de la intencionalidad ucraniana y la planificación del atentado; un atentado que tiene consecuencias militares, logísticas y civiles. Han inundado campos de minas que han quedado inservibles lo que además del peligro que suponen ahora esas minas flotando en el agua por las zonas inundadas, obliga a Rusia a realizar una línea de defensa nueva.

¿En verdad a estas alturas es creíble que Rusia se dedique a atacarse a sí misma? Pese a la celeridad con la que países de la U E acusaron rotundamente a Rusia, EE UU se mantuvo más cauto: “No sabemos… todavía hay que investigarlo…”

Ataques al puente de Kerch, a una refinería rusa en la frontera, o a un depósito de municiones en territorio ruso, los bombardeos sobre población civil de la zona rusa en el Dombás, los ataques sucesivos a la central nuclear de Zaporiyia, la destrucción de los gaseoductos Nord Stream o los ataques de drones sobre el Kremlin, y sobre todo la voladura de esta presa, es más que dudoso que alguien en su sano juicio puede creer que son ataques de Rusia contra sí misma y contra sus propios intereses. Más bien parece que estemos en manos de psicópatas, criminales de guerra capaces de programar las más salvajes atrocidades.

Y las voladuras continúan. El día 8 amanecimos con la noticia de la voladura de la tubería por la que pasa el amoníaco de Rusia a los puertos del Mar Negro. El amoníaco tiene muchos usos de vital importancia, uno de ellos es la fabricación de fertilizantes.

Para terminar, me gustaría reflejar otra novedad del día 8: las declaraciones de Zelenski a la prensa alemana; en ellas reconoce que no tiene evidencia de la participación de Moscú en el desastre de la voladura de la presa de Kajovka; pero eso sí, “cuando lleguemos allí y hayamos tomado el control recolectaremos las evidencias”.

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