martes, 11 de marzo de 2025

El Patronato de la Mujer y los pactos de silencio



 Fuente: Libertad de Conciencia.org

Miguel Ángel López Muñoz
Colectivo Prometeo

En los últimos años se viene presentando el resultado de diversas investigaciones sobre el Patronato de la Mujer, la estrategia oficial que, en la época de la dictadura franquista, la iglesia católica organizó y gestionó como forma de control, represión y castigo de la libertad moral y sexual de las mujeres. En forma de documentales, libros, artículos académicos y de opinión, se viene sucediendo la publicación de una información imprescindible para seguir conociendo la realidad de la sociedad española, la de su pasado, pero ¿también la de su presente?

Como sabemos, el Patronato de la Mujer fue un conjunto de centros de internamiento religioso, unos 900 en todo el país, que tenía como objetivo la reeducación del modelo instaurado por el catolicismo de mujeres sirvientas y sumisas que encontraba su reflejo en el ejemplo mítico de María: virgen y madre al mismo tiempo, a la vez que concebida sin mácula alguna. Cualquier comportamiento que no se ciñese a ese modelo era objeto de reclusión en estos centros, previa clasificación en mujeres “completas” (vírgenes) o “incompletas” (sin himen): desde ser violada o tener un comportamiento no afecto al régimen, hasta el uso de minifalda, ser madre soltera, ser prostituta o regresar tarde a casa. Cualquiera de estas cosas podía servir de excusa para que adolescentes y mujeres hasta, incluso, los 25 años, acabasen en estos centros. El resultado, además de castigos físicos, aislamiento, psiquiatrización, vejaciones y humillaciones diarias, fue según el Centro y la catalogación previa de las mujeres: los matrimonios forzados, el trabajo esclavo y el robo de niños. Todo quedó impune bajo el manto redentor de la llamada “transición a la democracia”.

En el caso del Patronado de la Mujer, la cobertura oficial llegó hasta 1985, donde las mismas instituciones religiosas que lo gestionaban pasaron a ser protegidas por las Comunidades Autónomas. La cuestión es si el cambio de nombre o el cambio de supervisores públicos cambió en algo la “labor” que estas auténticas organizaciones criminales llevaban a cabo hasta ese momento.

Más allá de la impunidad por el pasado ‒y esta no es una cuestión menor, precisamente porque enfrente tiene a todos los representantes del “consenso del 78”‒, las mismas organizaciones eclesiásticas que llevaron a cabo esos crímenes no investigados y tantas veces denunciados públicamente, ahora disfrutan del mayor blanqueamiento democrático posible.

En 2005, una de las congregaciones religiosas que gestionó el Patronato de la Mujer, las “Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl” recibieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia “por su excepcional labor social y humanista en apoyo a los desfavorecidos durante cuatro siglos”.

En 2014, otra de esas congregaciones, las “Religiosas Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad”, recibieron el Premio de Derechos Humanos Rey de España “por su labor en favor de las mujeres víctimas de trata y de violencia de género”. Esta organización, además, es la institución religiosa que recibió más subvenciones entre 2021 y 2024 en España, incluyendo su Fundación “Solidaridad Amaranta”. En particular cabe destacar la subvención de 15 millones de euros obtenidos en 2023, en forma de subvención nominativa, por parte del Ministerio de Igualdad.

En 2014, también las “Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor” recibieron de la reina Sofía y la princesa Letizia, la medalla de la Orden Civil de la Solidaridad Social, “por su compromiso con las mujeres en situación de prostitución y víctimas de trata de seres humanos”.

En 2023, cuando la Diputación de Valencia todavía estaba en manos del Partido Socialista del País Valenciano, se entregó el Galardón Celia Amorós ‒nada menos‒ a las “Auxiliadoras del Buen Pastor (Villa Teresita)”, por “su labor en defensa de las mujeres víctimas de la prostitución”.

De este modo ha continuado el negocio religioso de la caridad y la “asistencia social” hacia las mujeres en España, cuando tocaba a través del llamado Patronato de la Mujer y, cuando no, a través de instituciones democráticas construidas sobre la impunidad, la ignorancia, el desprecio al pasado y el servilismo religioso.

La pregunta es: ¿de verdad los pactos de silencio de la transición se están rompiendo o solo los estamos asumiendo?

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