sábado, 27 de septiembre de 2025

Colapso y Caos




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

El negocio que enferma al planeta sigue aumentando pese a las largas olas de calor, las sequías intensas y los megaincendios. A pesar de los preocupantes informes sobre el recrudecimiento de la crisis climática, los planes de producción energética por parte de los gobiernos y la industria petrolera persisten en dirigirse hacia un terreno climático desconocido, cuya evolución más acelerada de lo previsto debería ponernos en guardia para intentar al menos mitigar sus efectos y frenarlo en la medida de lo posible.

Pero la realidad apunta en el sentido contrario, porque los planes previstos por gobiernos y petroleras son incompatibles con mantener el planeta en los límites de calentamiento del Acuerdo de Paris. Las previsiones de las corporaciones petroleras de los 20 países con mayor producción de energías fósiles, (petróleo, gas y carbón), superan en un 120% los volúmenes compatibles con mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales, unos niveles que la ciencia ya considera desastrosos en todo tipo de variables climáticas, cuyas consecuencias sociales, económicas y humanas vaticinan dolorosas.

Para quienes piensan que el capitalismo está en colapso y que al intentar mantener su hegemonía está causando un grave daño humano y planetario, en la búsqueda de una solución consideran el Decrecimiento como parte esencial para un cambio radical de trayectoria y por tanto, planificado y anticapitalista. Es posible que ya exista apoyo para el cambio de trayectoria y el fin del capitalismo siempre que esa transición sea también social y laboral y no solo ecológica. Es evidente que urge un paradigma nuevo más saludable equitativo y humano que el actual, que garantice calidad de vida, reparto justo de los recursos y conservación de la biodiversidad y el hábitat en el planeta.

Aunque los negacionistas del calentamiento global y el cambio climático van cayendo por el peso de la evidencia, parece que los esfuerzos del capitalismo por prevalecer y mantenerse aumentando el uso y abuso de la energía fósil, promoviendo políticas armamentísticas, beligerantes y fascistas, sometiendo todo al “Santo Mercado”, provocarán que el colapso termine en catástrofe llevándose por delante a gran parte de la humanidad.

El fin del capitalismo en colapso será consecuencia de su propia evolución, (tras sus fases ascendente, decadente, terminal), a las leyes del capitalismo basado en el crecimiento continuo se opone la propia Naturaleza con los recursos finitos, la huella ecológica y los 9 límites planetarios, de los que 7 según los expertos ya se han traspasado.

Si pensamos en el contexto de capitalismo del colapso y la crisis civilizatoria tenemos un escenario en el que se multiplican y retroalimentan todo tipo de crisis estructurales y recurrentes pero las manifestaciones más sobrecogedoras del colapso civilizatorio es la paradoja de actuar como si nada cambiara mientras todo se derrumba. Esa paradoja la define Gil-M. Hernández y Martí como “el filtro gris” que funciona como una niebla simbólica que difumina el deterioro, lo oculta, y al mismo tiempo, lo amplía anestesiando la sensibilidad colectiva e impidiendo imaginar salidas distintas a un sistema que se hunde.

A la manifestación especialmente espeluznante en la que profundiza el autor de “Anàlisi social dún món en crisi”, o “Ante el derrumbe” (entre otros), lo denomina como el “normal caos del exterminio”. Su planteamiento sostiene que, en el contexto del “capitalismo del colapso” resulta posible extrapolar el análisis de los Beck sobre el amor hacia una dimensión que remite, de una forma u otra, al odio, manifestado en la destrucción premeditada y planificada de poblaciones humanas y no humanas. Es decir, el exterminio.

Es evidente que los exterminios, genocidios y violencias extremas siempre existieron, como también lo es que el capitalismo los empleó de manera sistemática, metódica y racional durante su larga fase expansiva y, de forma más intermitente, en su propio centro. Estas prácticas se consideraban incluso actos normales de civilización, dice Gil-M. Hernández, “sus poblaciones podían ser esclavizadas y explotadas, o bien eliminadas sin contemplaciones a escala regional cuando se las consideraba una molestia o un obstáculo para la obtención de beneficios. Eran odiosas por el mero hecho de existir como obstáculo para la reproducción ampliada del capital”.

¿Por casualidad les suena lo expuesto a lo que está ocurriendo en Palestina? ¿A los proyectos de los EE UU e Israel para la zona? ¿Y las declaraciones del Ministro israelí de finanzas diciendo que habían gastado mucho dinero en ese conflicto y tenían que hacer negocio allí para recuperarlo?

Como decía el autor mencionado anteriormente, “Lo novedoso hoy –lo que está emergiendo como regla a escala global- es que el exterminio –guerras permanentes, limpiezas étnicas, confinamientos criminales, necropolíticas migratorias, abandono de los vulnerables, devastaciones climáticas inducidas- está definiendo las nuevas formas de gestión del sistema en su fase de colapso. Con un rasgo distintivo respeto al pasado: el exterminio pasa a operar bajo la presunción de que existe una población excedentaria global, que designa a la humanidad mayoritaria percibida como sobrante…”

Para terminar, me gustaría hacerlo con palabras de otro autor: «El genocidio y la limpieza étnica practicados por los israelíes sobre los palestinos no solo ponen de manifiesto la relación colonial, sino también el nivel de enfrentamiento al que están dispuestas las clases dominantes, los capitalistas y gran parte de la opinión pública del Norte del mundo» (Maurizio Lazzarato, ¿Hacia una nueva guerra civil mundial?, 2024).







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