sábado, 20 de septiembre de 2025

Un acto de rebeldía

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo
 

Pese a que a día de hoy escribir sobre lo que de verdad está ocurriendo y tratar de documentarlo entraña riesgos y muchas veces se convierte en un acto heroico, tal como ha demostrado la historia escribir en determinadas situaciones puede ser un acto de resistencia.

El número de periodistas asesinados en zonas de guerra, y no por accidente o azar sino para impedir que la información real sobre lo que sucede pueda desautorizar el relato oficial al respecto, ha convertido el periodismo en una profesión de riesgo. 

Se trata de un riesgo que también suele poner en peligro a periodistas comprometidos con los principios éticos de la información cuando abordan temas que molestan al poder, tanto económico como político; aunque en este caso se comience por desacreditarlos o condenarlos al silencio, despedirlos de su empleo, intentar torcer su voluntad mediante soborno o chantaje, también los riesgos pueden llegar a consecuencias más graves.

Releyendo hace poco a Ida B. Wells y su decisión radical de recorrer pueblos y ciudades durante la segregación racial y el terror que imperaba en el sur de los EE UU, cuando se producían linchamientos que los periódicos blancos silenciaban o justificaban, esta mujer negra miró de frente a la barbarie y llevó a cabo una investigación que culminó en el libro titulado “Un Registro Rojo” que constituyó el primer análisis estadístico del linchamiento en EE UU. En su investigación recogió nombres, testimonios y fechas que acreditaron como el linchamiento era el instrumento político de terror para mantener la sumisión de las personas de raza negra. 

En 1982, Wells se convirtió en pionera del periodismo de investigación y una poderosa voz de los derechos civiles, pero eso le obligó al exilio forzoso tras ser amenazada de muerte por quienes intentaban mantener sus privilegios en una sociedad racista, capaz de asesinar a los afroamericanos sin necesidad de que hubieran cometido delito alguno.

No importa el lugar para que el peligro aceche cuando la información puede hacer aflorar asuntos que molesten a alguien poderoso o que no concuerden con la información oficial o el criterio del sistema. Can Dündar publicó en 2015 fotografías de un envío de armas de Turquía a Siria bajo la protección de los servicios secretos turcos.

Publicar esa información le supuso a Dündar la amenaza del propio Erdogan y una condena, en ausencia, a 27 años de cárcel. Todavía hoy figura en un lugar destacado en la lista de “ataques a la libertad de información en Turquía”. En palabras del representante de RSF en Turquía, Erol Onderoglu, “el periodismo independiente está ahora claramente en peligro de extinción como resultado de esta década opresiva”.

Bajo la presidencia de Erdogan, cinco periodistas fueron asesinados. El informe del RSF señala “el acoso judicial es uno de los métodos favoritos del Gobierno para intimidar a periodistas e impedir que los medios cubran el autoritarismo, la corrupción, el favoritismo político o las cuestiones curdas del Estado”. Desde que asumió la presidencia han sido detenidos 131 informadores, de los que 40 han sido condenados. Pero este es tan solo un ejemplo de los muchos que también se producen en otros países.

Si hablamos de la guerra de Ucrania nos encontramos con los mismos vetos a la libertad de información y a la suerte que corren los periodistas que logran adentrarse en las zonas del conflicto. Tan solo mencionaré la situación del periodista de nacionalidad ruso-española, Pablo López, y el calvario que padeció detenido en Polonia, incomunicado en prisión y sin que le comunicaran tan siquiera de qué le acusaban. La U E tampoco tiene interés en que se conozca la realidad.

Irak y México ocupaba lugares destacados en las listas de periodistas asesinados, pero el lugar más letal para los periodistas en estos momentos es Gaza, con un promedio de 8 asesinados al mes.

El Gobierno de Israel está haciendo todo lo posible para ocultar a la comunidad internacional la destrucción a la que ha sometido a la población gazatí y como arrasó su territorio. El historiador Jean-Pierre Filiu, después de pasar un mes en un enclave palestino en la Franja de Gaza en el que logró entrar y salir gracias a Médicos del Mundo, relato lo que había visto. “Descubrí que la Gaza que conocía había desaparecido, se había desintegrado”. 

Israel ha dispuesto un feroz sistema de propaganda e impedido la entrada a periodistas e informadores internacionales en la Franja, pero, pese a todos sus esfuerzos no ha logrado acallar las voces de las periodistas que ya se encontraban en la Franja antes del 7 de octubre; estos periodistas retrasmitieron a diario en directo el genocidio. Desde el ataque de 2023 llevado a cabo por Hamas, organización creada por el Gobierno de Israel para desbaratar los avances y estabilidad de la Autoridad Nacional Palestina, (según información basada en las declaraciones del propio Netanyahu), han sido asesinados 180 periodistas palestinos y algunos más cuyos cuerpos no se han hallado, como los de tantos gazatíes que permanecen enterrados bajo los escombros; estos son datos facilitados por el Comité de Protección de los Periodistas. En la actualidad se sitúa la cifra por encima de los 240 asesinados.

Del genocidio que Israel está llevando a cabo en Palestina poco queda por decir o por mostrar en imágenes, no en vano se reconoce como el primer genocidio de la historia documentado en tiempo real y sin que el resto de los países tomasen medidas contundentes para frenarlo; al contrario de lo que sería esperable, las descalificaciones, reproches y amenazas, se dirigen hacia la población civil que clama por el inmediato “alto el fuego”, la distribución de la ayuda humanitaria que Israel impide llegar a la población de la Franja de Gaza y el reconocimiento del Estado de Palestina; críticas, descalificaciones y amenazas que también reciben los pocos países que plantan cara a Israel y exigen la liberación de Palestina y el fin del genocidio.

Desgraciadamente, el exterminio de la población ya está en su fase final y, tal como ha declarado el Ministro de Finanzas de Israel, se está concretando la división y reparto del territorio entre EE UU e Israel, puesto que “lo más costoso” era el derribo y borrado de la Franja y ya está prácticamente terminado, declaró el citado Ministro israelí.

Los últimos vestigios de las infraestructuras y la cultura palestina ya los dan por borrados, pero el exterminio de las personas también está a punto de culminar.

El espectáculo más denigrante e inhumano que se podía esperar ya se está llevando a cabo y el mundo lo ha consentido y, mayoritariamente, blanqueado. A quienes lo condenan les llaman violentos y terroristas. El mundo al revés

Pero documentarlo y reflejarlo es un acto de rebeldía y oposición al genocidio.


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