Pepe Aguza
Colectivo Prometeo
Con motivo de las presiones de Estados Unidos para aumentar las aportaciones al gasto militar de los países miembros de la OTAN, en las próximas reuniones de la Cumbre de La Haya, se vienen realizando concentraciones por organizaciones y colectivos a nivel internacional, aunque la presencia de partidos de izquierdas no viene siendo las de esperar.
Hay que recordar que España se incorporó a la estructura militar de la OTAN, incumpliendo el primer condicionante del Acuerdo, durante el mandato de José María Aznar en 1997, el presidente que sin ningún acuerdo parlamentario metería a la nación en una guerra ilegal en Irak, en el año 2003, en la que morirían 11 militares españoles y los periodistas Julio Anguita Parrado y José Couso, el 7 de abril de aquel año.
España se había convertido en el 16º miembro de la OTAN el 30 de mayo de 1982, en tiempos de la UCD, contando con un amplio rechazo de toda la izquierda española y buena parte de la sociedad , incluido en aquel tiempo al PSOE que defendía “OTAN, de entrada no”, proponiendo la salida de la Alianza, si ganaba las elecciones. Sin embargo, Felipe González al conseguir la mayoría absoluta en las Elecciones Generales de 1986, cambia de actitud, engañando a la sociedad, dando un giro y proponiendo la permanencia en la OTAN, lo que supondría la dimisión del Ministro de Asuntos Exteriores Fernando Morán, por estar en desacuerdo con su Presidente, el rechazo absoluto del PCE, de las Juventudes Socialistas y del sindicato UGT, afín histórico del PSOE y curiosamente la abstención de la derecha franquista de Alianza Popular, así como de una buena parte de la sociedad, aunque sospechosamente ganaría el SI por un estrecho margen en el Referéndum del 12 de marzo de 1986.
La Cumbre de La Haya, los días 24 y 25 de junio, en la que el agresivo y violento presidente norteamericano Donald Trump, en su estrategia política, económica y militar pretende aumentar la inversión del PIB en defensa para así poder controlar y manipular a quienes considere agresores políticos o militares, como viene haciendo los últimos días en Irán, poniendo al límite la paz mundial, está propiciando una respuesta en la sociedad, aunque lamentablemente no lo suficientemente fuerte como para frenar los propósitos armamentísticos y agresivos de Estados Unidos y de la OTAN, su engendro.
Hay que recordar que Estados Unidos, en el último siglo, desde la Segunda Guerra Mundial, ha intervenido en más de 67 conflictos bélicos, desde la Guerra de Corea, Vietnam, Irak, Afganistán y diversos conflictos internos de países latinos, hasta los últimos bombardeos en Irán el pasado sábado día 22 de junio, sin que medien agresiones iraníes a las fuerzas americanas, al igual que ocurriera en el pasado con las supuestas armas de destrucción masiva de Irak, que nunca existieron, para posibilitar su ilegal intervención armada.
El propósito de Estados Unidos siempre ha sido seguir siendo el gendarme del mundo a través de la OTAN, su organización militar. Para ello necesita tener subyugados a los 32 países miembros, obligándoles a financiar los elevadísimos presupuestos de la Alianza, que superan los 1474 billones de dólares, de los que 476.000 millones provienen de los países europeos.
A pesar de ello, el presidente Trump está empeñado en aumentar el gasto militar para la defensa de Europa, exigiendo que España, cuyo presupuesto aproximado actualmente es de algo más de 20.455 millones de euros, debe llegar al 5% del PIB, lo que representaría aproximadamente 76.500 millones de euros, el triple del gasto actual de Defensa y una cantidad muy superior al presupuesto de Sanidad, Educación, Servicios Sociales o Medio Ambiente, aunque el Secretario General de Alianza Atlántica, Mark Rutte, sigue afirmando que España tendrá que destinar el 3’5% del PIB para gastos militares, porcentaje que deberá aumentar hasta el 5% antes de 2029, asegurando además que “en la OTAN no hay cláusulas de exclusión y no entiende de pactos o acuerdos paralelos”.
Con todo este panorama de presiones económicas, amenazas militares, violencia y guerras genocidas, la sociedad civil sigue mostrando cierta pasividad frente a la situación actual y las movilizaciones de organizaciones y partidos de izquierdas están muy lejos de aquellas de los años ochenta.
El mundo no reacciona con la suficiente contundencia para detener la violencia y agresividad de estos países genocidas. Las concentraciones, manifestaciones y actos de repulsa deben ser mayoritarios contra el imperialismo y sus guerras, movilizándose contra esa organización terrorista que es la OTAN.
Los presupuestos de las naciones deben destinarse a la preservación de la cultura y la paz, fomentando la mejora de la Salud, la Educación, los Servicios Sociales, la Vivienda y el trabajo, que supondrán un futuro y un mundo mejor.
Actuemos con decisión participando con firmeza en todas las concentraciones, actos y manifestaciones, exigiendo al gobierno la salida inmediata de la Alianza Atlántica y que su presupuesto sea destinado a mejoras sociales.
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