sábado, 5 de julio de 2025

Dolor ante la barbarie




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

No quiero abrumar con cifras sobre las catástrofes humanitarias que asolan actualmente el planeta porque ya son más que conocidas, pese a que el recuento de seres humanos desplazados, heridos, mutilados y asesinados en las situaciones de exterminio genocida, siempre resulta inferior al número real de víctimas.

Son varias las zonas del planeta en las que la población civil está padeciendo situaciones que están definidas dentro del compendio que las determina como genocidio

Algunas son bien conocidas y por mucho que se hable de ellas, como el caso de Gaza, tienen patente de corso para continuar. El genocida Netanyahu no está dispuesto a dejar el exterminio sin terminar y “PapiTrump le apoya, igual que lo hizo en los ataques a Irán, porque ambas partes del dúo tienen intereses económicos en la zona y no tienen que ver precisamente con la producción de uranio ni el riesgo de que Irán pueda fabricar armamento atómico.


Existen otros genocidios que los medios de comunicación, salvo contadas excepciones, ni siquiera mencionan. Un ejemplo de esa atrocidad silenciada es Sudán.

Pero en medio de todo este caos de gobernantes sometidos a la tiranía imperialista de los EE UU, con “Papi” Trump a la cabeza, y la OTAN capitaneada por su “lame botas” Mark Rutte, (“lo hemos conseguido “papi”, pagarán el 5%), de poco sirve la difusión de la información sobre estos crímenes ni el clamor de la población civil para detener el exterminio de la población en Gaza y la ocupación del territorio palestino por parte de Israel, (que por cierto, sí posee armas nucleares y no se somete a ningún control).

La humanidad está perdida cuando no se detiene a los genocidas y se continúa permitiendo el suministro de armas, componentes y cuanto necesite para la masacre que está llevando a cabo y tampoco se le impone sanción alguna. Ante esta salvajada, es imposible no hacer hincapié en el ensañamiento de Israel en Gaza, nunca antes visto y constatado como ahora está ocurriendo.

Desde hace mucho tiempo conseguir comida en Gaza es una cuestión de vida o muerte, porque el acceso a los alimentos y el agua, a los medicamentos o asistencia sanitaria, está siendo utilizado como arma de guerra contra la población civil indefensa. Israel ha eliminado los 400 puntos de ayuda que venía gestionando la ONU, en la actualidad tan solo existen cuatro puntos de suministro y están controlados por los militares.

A esos cuatro puntos deben acudir dos millones de personas hambrientas, caminando durante horas a través de zonas de bombardeo para llegar. En ese intento desesperado por llegar a la comida que distribuida bajo control del ejército israelí ya se computan más de 500 asesinatos y 4.000 heridas, entre las que se encuentran niños, niñas y ancianos. Según testimonios, muchas personas ya están demasiado débiles para competir por la ración de comida y terminan muriendo de inanición y de sed. Y los que consiguen algo, artículos básicos, son casi imposibles de cocinar por falta de agua potable y de combustible. Ayer mismo en el informativo de TVE, se hizo referencia al relato de un mercenario que abandonó su puesto en Gaza, sobre las aberraciones que allí cometían soldados israelíes sobre quienes acudían a los puestos de distribución de alimentos.

Normalizar estas situaciones es la degradación total de la humanidad. Lo que hoy ocurre en Gaza mañana puede suceder en cualquier otro lugar donde los señores de la guerra tengan intereses.

Pese a la actitud de los gobernantes, mayoritariamente negligente y “ciega”, la sociedad civil clama a diario y se manifiesta en calles y plazas, en medios de comunicación, (generalmente alternativos), y los manifiestos por el inmediato alto el fuego, la reanudación total de la ayuda humanitaria, el fin del genocidio y la liberación de todos los rehenes.

El citado manifiesto, firmado por colectivos de operadores jurídicos, Colegios Profesionales y diversas Asociaciones, en cuyo comienzo expresa “nuestro profundo dolor ante el sufrimiento, terror y muerte del pueblo palestino perpetrados por el estado de Israel”. Declara que “no hay nada que justifique el genocidio y el exterminio de todo un pueblo; que no hay nada que justifique la destrucción de Gaza…” “Queremos difundir que no seremos cómplices de la vulneración de los DD HH y del derecho internacional humanitario porque no callaremos y porque exigimos poner fin al horror”. “Queremos declarar que no aceptamos el silencio de la U E ante el desvanecimiento del pueblo palestino; ni su complicidad y encubrimiento con los crímenes que, como norma comete Israel”. Por todo ello piden:

Que el Consejo Europeo suspenda el Acuerdo de Asociación de la U E con Israel, por violación flagrante del art. 2, relativo a los DD HH. Aislamiento del régimen israelí involucrado en procesos penales por genocidio…

El citado Manifiesto también solicita la “Imposición de sanciones a Israel por la U E y por España, por violación del derecho internacional humanitario”.

Hannah Arendt, decía que la ética de la responsabilidad implica someter las acciones humanas a una reflexión y juicio. Mediante la ética de la responsabilidad es posible la reconciliación con el pasado y la reorientación de los asuntos políticos.

Es la hora de reflexionar y reorientar lo necesario, so pena de estar banalizando el mal.

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