viernes, 4 de julio de 2025

Volver a los clásicos

 

Giuseppe Pelliza da Volpedo:  El Cuarto Estado




Juan Rivera
Colectivo Prometeo

               Hoy 4 de julio, día de fiesta en la nación que sin ningún pudor se proclama “cabeza del mundo libre” a la vez que su primer cónsul, a punto de proclamarse emperador, Donald Trump, alardea sin pudor de sus ataques a todos los Derechos Humanos, jaleado por una ola de cortesanos (encabezados por secretario general de la OTAN Mark Rutte y con la representación hispana de “ Santiagou” Abascal y Alberto - ¿o Marcial? – Núñez Feijoo) que hacen gustosos la cola para besarle el trasero, puede ser un buen momento para que reflexionemos sobre la situación actual.

Cuando la realidad diseña ante nuestros ojos un panorama caótico ( desunión de  la Izquierda y lo que es peor, de propina dando la impresión  de que no se quiere intentar por parte de las organizaciones implicadas  ni un simple diálogo), cuando el “ aliado”  circunstancial – PSOE- que siempre tuvo como meta borrarnos del mapa político y que se vio obligado por la aritmética parlamentaria a compartir gobierno, vuelve a sumergirse en  la Corrupción, tal como lo hacen cada  equis tiempo, con alegría y sin complejos,  los partidos del turno monárquico, se hace necesario más que nunca volver a enarbolar algunos de nuestros postulados clásicos.

Para marcar la diferencia porque, pese a lo que la Oligarquía dueña del Sistema le conviene publicitar, no todas las organizaciones son iguales cuando de honradez y gestión transparente de los recursos públicos se trata.

El primer elemento a recuperar es el concepto de lucha de clases. Resulta curioso observar como mientras los multimillonarios tienen clarísimo su vigencia (Warren Buffet, el empresario estadounidense al que en 2024 se le atribuía una fortuna de más de 133.000 millones de dólares, lo expresó con rotundidad: “hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos”), los afectados por las políticas del capitalismo salvaje y que objetivamente son clase obrera, deshojan la margarita y se consideran “clase media” aunque vivan en un piso de 50 m2 con el sofá apoyado en la pared del comedor por falta de espacio.

Ante nuestros ojos los ricos están impugnando el contrato social que permitió el asentamiento de las democracias parlamentarias en Occidente para volver a un sistema de corte absolutista con la división estamental entre privilegiados y no privilegiados, subvirtiendo separación de poderes, independencia judicial, sufragio universal o cualquier otro obstáculo.

 Se vuelve al dominio de las élites, aunque para ello se apoyen en lo que la teoría marxista definía como “lumpenproletariado”, la capa social que puede vivir en situaciones de pobreza, desempleo, cierta marginalidad a poco que una crisis económica aparezca en el horizonte, pero que, fácilmente manipulado por la burguesía, reniega de su clase y de la lucha.

Se conforma con aceptar los abalorios del amo creyendo que por llevar la misma pulserita que el señorito mueve en su muñeca ya son iguales o piensa que no se deben pagar impuestos siguiendo la escala de que pague más quien más tiene, aunque la salud o la educación suya y de su familia dependa de una redistribución de la riqueza.

El segundo sería la bandera que levantamos en los años 80 del siglo XX al grito de “OTAN no. Bases fuera”. Convendría recordarle a los más jóvenes que, efectivamente y a manos del trilero llamado Felipe González, el 12 de marzo de 1986 perdimos el referéndum sobre la permanencia en la OTAN (ganó el “Sí”), pero en el mismo se incluían tres condiciones que fueron incumplidas: 1) No incorporación de España a la estructura militar integrada, 2) Prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español, 3) Reducción progresiva de la presencia militar de los EE.UU. en España.

Sin ellas no habría salido ganadora la opción defendida por el fullero sevillano que entonces era presidente del país (y hoy un aliado objetivo de la Extrema Derecha). Estamos ante un contrato fraudulento de libro y por tanto denunciable. Por ello cuando el general estadounidense retirado Robert Greenway puso sobre la mesa la opción de trasladar las bases de Morón y Rota a Marruecos (con la amenaza implícita en esa postura) una respuesta adecuada sería la de “Ya estáis tardando”. La oposición al militarismo USA está en nuestros genes. Lo mismo que el servilismo a todo lo que diga Washington está en el PP, Vox y buena parte del PSOE.

El tercero denunciar la sempiterna Alianza Altar -Trono que los mandamases de la Conferencia Episcopal han recuperado en las últimas semanas. Nada nuevo bajo el sol. La jerarquía eclesiástica como ariete al servicio de la Derecha (aunque se puede hacer también la lectura inversa, la Derecha al servicio de los intereses clericales). Ante la enésima intromisión, también la respuesta debe ser clara: denunciar la vigencia de los Acuerdos Iglesia- Estado de enero de 1979, anular los privilegios económicos, sociales, políticos que actualmente disfruta el clero “patriota” y conseguir, de una puñetera vez, la autofinanciación de la Iglesia con las cuotas de sus adherentes.

Se trata de algo tan simple como instaurar el Laicismo en la vida pública, tal como hizo la Constitución republicana de 1931 cuando proclamó en su artículo 3: “El Estado español no tiene religión oficial”

El cuarto anular las leyes (la Mordaza sería la más icónica) que permiten la represión de trabajadores, inquilinos, manifestantes (siempre de izquierdas, que al parecer cuando se manifiestan las derechas hay barra libre) … en nuestro país. Basta con repasar las últimas condenas por acciones sindicales, de las cuales “Las 6 de la Suiza”, aunque muy llamativa, es solo la punta del iceberg. También de camino poner sobre la mesa y difundir la curiosa “doble vara de medir” que algunos jueces tienen.

Y así podríamos enumerar no un decálogo, sino un catálogo tipo Ikea. Pero recuperando los conceptos de clase, igualdad social, pacifismo, antimilitarismo imperialista… ya tenemos tajo. Sin olvidar que las conquistas obreras (de las cuales el 8 de marzo o el 1º de Mayo son dos buenos símbolos) se consiguieron con sangre y sudor no con un regalo de la clase dominante.

Para terminar, ahora que se escuchan loas y ditirambos por parte de los medios de difusión ideológica de la derecha a “la coherencia” de la postura de algunas organizaciones de Izquierda en este pandemónium de la corrupción del PSOE que nos está asolando, convendría – ya lo hemos hecho en otras ocasiones – recordar la anécdota que protagonizó el socialista alemán August Bebel, marxista y del PSD, cuando en un debate parlamentario la Derecha lo aplaudió. Al sentir los aplausos paró su discurso y se preguntó en voz alta: “¿Qué has dicho, viejo imbécil, que la canalla te aplaude?”-

Lenin invocó más de una vez esta anécdota para referirse a aquellos izquierdistas que son aplaudidos por la Derecha cuando asumen posiciones o repiten argumentos que favorecen la política de los partidos de la derecha.

Conviene no olvidarlo por aquello de no tropezar dos veces en la misma piedra.

1 comentario:

Gracia Serrano dijo...

No puedo estar más d acuerdo, Juan, tanto con el fondo como con la manera impecable en la que te expresas. Pero cómo podemos arreglarlo, qué se puede hacer? No siento nada más q una angustia indescriptible cuando, desde que me levanto, oyes y ves tantas barbaridades. Porque malo son l@s mal@s malísim@s, pero y el resto, que miramos impasibles, y muchas veces ni miramos porque no queremos ver, y no movemos ni un dedo???