Remedios Copa
La
intención de agrupar a las múltiples soluciones y alternativas
actuales al sistema neocapitalista ya se habían expresado en el Foro
Mundial de Montreal en 2016; allí se reconoció la necesidad de
hacer converger aquellos movimientos que provenían de todo el mundo
y abrirse a las redes que pudieran tener más impacto creando
estrategias comunes con universidades y autoridades públicas.
La
conclusión es que las soluciones hacia una sociedad resiliente ya
existen si se actúa de forma cooperativa y solidaria expandiéndolas
para favorecer el reconocimiento público de las economías
transformadoras.
En
abril de 2019, Barcelona acogió el Foro Social Mundial de las
economías transformadoras, tal como se había acordado en el Foro
Social Mundial de Salvador de Bahía cuyo lema fue “Re modelo de
economía alternativa resistir es crear, resistir es transformar”.
Este
modelo de economía alternativa se fundamenta en principios de
economía social solidaria, igualitaria en cuestión de género,
colaborativa “procomún”, basada en finanzas éticas y comercio
justo, respetuosa con el medioambiente y enfocada al decrecimiento y
la soberanía alimentaria.
Nada
tiene que ver este modelo de economía encaminada al desarrollo
sostenible con el actual modelo imperante de economía neoliberal que
preconiza el carácter depredador de la economía extractiva sin
consideración alguna con el deterioro que genera en el planeta, ni
con las situaciones de desigualdad y miseria que genera y perpetúa
en la humanidad.
No
se puede decir que consumir naranjas de Sudáfrica en España, u
otros alimentos procedentes de China, por poner dos ejemplos, sean un
modelo sostenible y justo. No es sostenible por el derroche de
combustible y la contaminación ambiental que supone su transporte,
ni justo porque en aras de mayor beneficio para los intermediarios se
arruina a los productores españoles y se explota a los del otro
extremo.
Pero
justamente en eso consiste la globalización, instrumento vital de
las políticas del capitalismo neoliberal, en la extracción del
máximo beneficio económico para el capital y el debilitamiento cada
vez mayor de la clase trabajadora, cada día más sumergida en la
pobreza y desposeída de sus derechos a la vez que los Estados van
perdiendo su soberanía y los Gobiernos se van convirtiendo en meros
ejecutores de los intereses de las grandes Corporaciones financieras
y de una cúpula de poder mundial cada vez más reducida que, cuando
no los seduce y compra, los somete mediante amenazas y medidas de
estrangulamiento económico y en muchos casos, provocando el
derrocamiento de los Gobiernos que se resisten u oponen a sus
intereses. El ejemplo más reciente lo tenemos en Bolivia
La
desconsideración de los grandes poderes económicos hacia el resto
de los seres humanos y la conservación del planeta no tiene límites.
En una situación como la actual en que los desastres climáticos
están siendo una amenaza real e imposible de ocultar, ¿cómo es
posible que este verano se haya provocado en la Amazonía brasileña
la mayor “queimada” de la historia y lo mismo esté sucediendo en
África? Desde luego que eso no está ocurriendo por casualidad.
Este
año, cuando el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales
brasileño informó de que los incendios habían aumentado de forma
exponencial con respecto al año anterior, fue descalificado y
desautorizado por Jail Bolsonaro. Pero cuando más de mil camiones
cargados de soja en la región de Pará en Brasil, con el puerto de
Itaituba como destino tal como captó y documentó con imágenes un
equipo de Igualdad Animal que estaba en la zona para documentarse
sobre la deforestación de la selva amazónica con la ganadería, se
confirmó la relación directa que guardan ambas y su conexión con
el aumento exponencial de los incendios en la zona de Pará durante
los meses pasados.
Esas
grabaciones satélites muestran como la deforestación precede a los
incendios y según datos del INPE las alertas por deforestación
habían aumentado bajo el Gobierno de Bolsonaro y en agosto suponían
ya un 321,69% más que en el mismo mes del año anterior.
No
hay que olvidar que Brasil es el mayor exportador mundial de soja y
que Igualdad Animal documenta que en torno al 79% de la soja que se
produce en el mundo se tritura para alimentación ganadera, lo que
según estas organizaciones relaciona los incendios no solo con la
soja sino que podrían estar vinculados con la producción de carne,
así como los cultivos de aceite de palma. Sin embargo no son los
únicos cultivos insostenibles; también el cultivo intensivo de
aguacates, entre otros.
En
cuanto al aguacate, California y en especial San Diego, junto con
México y Chile, son los principales productores. México tiene
problemas por la extorsión mafiosa a los productores de un fruto
altamente rentable. En EE UU y en Chile el problema es la falta de
agua para mantener ese tipo de cultivo, obligando en unos casos a
dejar secar los huertos de aguacates porque no pueden pagar el precio
del agua privatizada y en otros, obliga a la población local a
abastecerse del agua mediante camiones cisterna, tanto para beber
como para cualquier otro uso imprescindible, porque el riego de las
plantaciones de aguacate ha provocado que el río se secara por la
extracción del caudal.
Parece
evidente que hay que replantearse tanto los modelos de economía y
producción de alimentos como los de consumo, sin olvidar que ha de
hacerse en un contexto en el que el neoliberalismo acogota y trata de
derribar a cualquier Gobierno que se oponga a sus intereses. Y más
aún si se trata de países ricos en recursos naturales cómo está
sucediendo en América Latina.
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