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lunes, 8 de enero de 2018
jueves, 14 de diciembre de 2017
viernes, 24 de noviembre de 2017
martes, 21 de noviembre de 2017
¡ESCUCHA,españolito!
Fuente: Diario16
Antonio Pintor
Colectivo Prometeo
FCSM
Me dirijo a ti, españolito, como parte de esos millones de personas
que componen la “mayoría silenciosa” de nuestro país, bien porque se
sitúan al margen de los avatares sociopolíticos, bien porque no
necesitan elevar su voz para protestar al sentir que sus intereses están
bien defendidos por quienes nos gobiernan. Silenciosa en lo referente a
las cuestiones sociopolíticas, pero muy ruidosa y activa en lo que
respecta a otras actividades como fútbol, procesiones, romerías, y
cualquier otro tipo de espectáculo de masas, porque ahí en la masa
informe es donde te encuentras cómodo. Si tuvieras que escoger entre una
biblioteca y un estadio de fútbol, sin duda optarías por lo segundo.
Y es que tú eres una “persona normal”, cuya
normalidad viene establecida, no solo por su significado estadístico,
sino por estar adaptada a las circunstancias del momento y no ser
conflictiva para el estatus quo dominante. Quieres
seguir siendo una “persona normal”, ajena a la política, los problemas
sociales y medioambientales, interesada en alcanzar, aunque la mayoría
de las veces se quede solo en deseo, una posición económica solvente,
disfrutar de tu fútbol, tu coche de alta gama, tus programas
televisivos, tus fiestas y tus compras en las grandes superficies.
Para conocerte bien solo necesitamos ver los anuncios publicitarios,
pues en ellos se refleja lo que te interesa, deseas y estas dispuesto a
comprar y consumir.

jueves, 13 de abril de 2017
sábado, 24 de diciembre de 2016
La otra cara de la navidad
Antonio Pintor
Miembro del Colectivo Prometeo
Debo advertir que a mí no me gusta la navidad. Ni en esencia ni en apariencia. Me explico.
Miembro del Colectivo Prometeo
Debo advertir que a mí no me gusta la navidad. Ni en esencia ni en apariencia. Me explico.
Cuando hablo de esencia me refiero al mito de la “sagrada
familia”, que junto al de los “reyes magos” están en el origen de estos festejos.
No me gusta por la impostura que supone presentarlos como historias en vez de
mitos, como puede ser Hércules, el caballo alado Pegaso, las sirenas, etc. Con
el agravante añadido de ser la infancia el principal objetivo al que van
dirigidos. Inoculando en sus pequeños cerebros en desarrollo unas disparatadas “historias”
como si fueran ciertas.
Así nos encontramos con que instituciones que deberían
cuidar por la salud mental y el buen desarrollo físico e intelectual de los
pequeños, como son la familia, la escuela y la sociedad, colaboran para hacer
pasar por verdades lo que solo son cuentos, contribuyendo a formar una
población crédula y supersticiosa en lugar de ciudadanos críticos y racionales.
Si nos fijamos en la llamada
“sagrada familia”, lo menos que podemos decir es que se trata de una familia
muy peculiar. Pues tenemos una madre que aunque acaba de parir sigue siendo
virgen, un padre que no ha participado en el acto de fecundación, y al parecer
sigue en abstinencia sexual dada la supuesta virginidad de su esposa y un niño
que es al mismo tiempo hijo y su propio padre, ya que representa una de las
tres maneras en que se metamorfosea el dios cristiano. En fin, una historia
“muy razonable” y rigurosa, que se viene contando de manera reiterada desde
hace dos mil años, para formar ciudadanos racionales, críticos y difíciles de
manipular. ¿O quizás ocurra lo contrario?
De los “reyes magos” solo dos
consideraciones. La primera es que, independientemente de la edad, creer que
tres personajes montados en unos camellos son los repartidores de juguetes a
todos los niños del mundo, demuestra una falta de inteligencia preocupante. Y
la segunda que, más pronto que tarde, los niños descubren que los adultos, y en
especial los padres, no son dignos de confianza, sino unos mentirosos. Sin
entrar en consideraciones más profundas como la desigualdad de los regalos en
función del poder adquisitivo y no de la “buena o mala” conducta del
destinatario como nos pretenden hacer creer.
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