David Moscoso
Catedrático Sociología Universidad de Córdoba
En 1988, el secretario general de la Federación Inglesa de Fútbol, Ted Croker, manifestó que “el fútbol es un deporte duro de contacto físico, un tipo de combate. Es y debe seguir siendo un juego de hombres. Las mujeres no tienen nada que hacer excepto animar a sus hombres, lavarles y plancharles el equipo, y prepararles y servirles refrescos”.
Casi cuatro décadas después de esas declaraciones, en 2023, tras el escándalo vivido el 20 de agosto en la entrega de medallas de la Copa del Mundo de la FIFA, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales declaró en la Asamblea General Extraordinaria de este organismo que “el falso feminismo no busca la justicia, no busca la verdad, no le importan las personas”.
Trataba de defenderse así del juicio moral al que estaba siendo sometido tras lo sucedido en la celebración de la final de la Copa del Mundo de fútbol femenino, cuando le dio un beso no consentido a la jugadora Jennifer Hermoso.
El todavía presidente de la RFEF –afirmó que no pensaba dimitir– también acusó a tres ministras en funciones del Gobierno de España –mujeres todas ellas, no aludiendo en ningún momento al Ministro de deporte ni al Presidente del Gobierno, ambos hombres, quienes también se habían pronunciado– porque “se han referido a esta acción (el beso) con las palabras ‘vejar’, ‘violencia sexual’, ‘sin consentimiento’ o ‘agredir’… ¡Por Dios! ¡Qué pensarán las mujeres que de verdad han sido agredidas sexualmente! ¡Qué pensarán aquellas que de verdad se las ha obligado y agredido!”.