Suicidio asistido de María José Carrasco (2019)
Pepe Aguza.
Colectivo Prometeo.
El pasado 17 de diciembre, jueves, el Congreso de los Diputados aprobó probablemente la ley más importante, justa y humana de todo el período democrático español. Por primera vez, a expensas de ser ratificada por el Senado, España contará con una norma que permita, sin castigar a nadie, la muerte digna.
El proyecto de eutanasia, que una vez sancionada, entraría en vigor posiblemente el próximo mes de marzo, recoge el deseo de un elevado número de personas, que hoy sufren el dolor y la desesperación de esperar la muerte, sin que nadie se lo pueda mitigar para poner fin a su padecimiento, angustia y aflicción.
En esta ocasión sí puede estar orgulloso nuestro país, de ser uno de los primeros a nivel mundial y de los más progresistas, al aprobar una norma de tan importante calado.
En Europa solamente Holanda, primer país del mundo que legalizó la eutanasia en abril de 2002, Bélgica y Luxemburgo, hasta ahora, tienen permitida esta disposición y fuera del viejo continente, únicamente Canadá en América del Norte (a excepción de algunos territorios de Estados Unidos como Montana y California que permiten la muerte asistida o Vermont, Oregón o Washington que contemplan el suicidio asistido) y más curiosamente Colombia en América del Sur permiten mediante un derecho constitucional desde 1984, la muerte asistida en su sentencia C 239 y que “doctrinariamente se ha denominado homicidio pietístico o eutanásico”, aunque no existe una ley propiamente dicha que regule con claridad su práctica.