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Füssli: La pesadilla (detalle) |
Julio Anguita
Colectivo Prometeo
Fuente: El Economista
Decía Levy Strauss que el mito se constituye por sí mismo como contexto y como referencia; es decir, no admite la prueba del cuestionamiento o la de su constatación con la realidad. Desde los tiempos más remotos, el mito ha cumplido tres funciones: la explicativa (origen del mundo, cosmogonías, dioses, etc.), asidero existencial (sentido de la vida, consuelo, etc.) y función pragmática (cohesión social, impulso y desarrollo de un proyecto, etc.) El dogma es un punto capital de un sistema, doctrina o religión presentado como innegable o irrefutable. A veces, el mito y el dogma se confunden, se solapan y suelen ser el soporte de instituciones, grupos varios y también de planteamientos con pátina de cientificidad.
El discurso económico oficial sigue manteniendo como verdad inobjetable que el crecimiento sostenido o indefinido es la única vía para conseguir empleo y bienestar al conjunto de la sociedad. Esta aseveración apodíctica significa el aumento incesante (salvo en momentos de crisis y recesiones), de las actividades económicas que desembocan en transacciones mercantiles, y por tanto del PIB y del tamaño de la economía. Y ello se traduce, consecuentemente, en una presión permanente para obtener de la naturaleza y del medio rural cantidades crecientes de recursos, renovables o no, y devolverle cantidades, también crecientes, de desechos. Lo cual se traduce en un impacto ecológico igualmente creciente. Dada la finitud de los recursos y de los sumideros posibles, el proceso tendrá necesariamente que detenerse.