Remedios Copa
Colectivo Prometeo
En estos días pasados en los que buena parte de mi tiempo transcurrió en diversos dispositivos en centros sanitarios del Sergas, la espera entre un procedimiento y otro me dio la oportunidad de comprobar el enorme esfuerzo que el personal realiza, la exquisita atención que presta a los pacientes tanto en la parte técnica como en la vertiente humana, pese a la escasez de personal y el estrés que eso supone para realizar su labor.
En esa espera he tenido tiempo para la reflexión y la lectura e inevitablemente terminar concluyendo en que la situación actual deja poco margen para la tranquilidad y la esperanza.
Constatar la saturación de la asistencia sanitaria pública, (que sigue siendo la mejor y la más fiable de las alternativas actuales), la precariedad laboral de la mayor parte del personal que presta sus servicios y la sobrecarga de trabajo que soportan porque la falta de personal suficiente les obliga a asumir la parte correspondiente a los puestos necesarios que no están cubiertos, plazas vacantes que no se están cubriendo, jubilaciones, bajas laborales, permisos y vacaciones que tampoco se dotan de la cobertura de sustitución suficiente, hacen penosa e ingrata la situación para quienes nos cuidan y para los pacientes. Esperar días por una consulta de atención primaria, meses o incluso un año, (o más), por la consulta para una especialidad, o aguantar varias horas de espera en un servicio de urgencia es algo que se está normalizando como si eso fuera lo correcto y deseable, pero no es así. Es el efecto de los recortes en los presupuestos dedicados a la sanidad pública y también en el creciente interés en derivar cada vez mayor porcentaje del presupuesto de la sanidad pública a la concertación privada.