Rafael Juan Ruiz
Colectivo Prometeo.
Mi amigo Juan Rivera nos escribía el otro día (1)
sobre las ilusiones (también llamadas en el argot coloquial “pajillas
mentales”) que Mariano in the Wonderland (imaginaos esto pronunciado por su
“fuego amigo” José Mª Aznar) se hace a diario, junto a su cohorte de ministras
y ministros y asesoras y asesores, después que de sus amos, los bancos,
Telefónica, las eléctricas, las petroleras, las armamentísticas y un largo
etc., le vayan marcando el camino que tiene que seguir. Es una dura tarea.
Y claro, hablando con Juan el otro día,
coincidíamos en que el cuento del País de las Maravillas podía quedar “cojo” si
no hablábamos del otro personaje, el secundario, el que ha tenido la mala
suerte de no poder ser el principal en esta película, pero que, como pasa en el
cine, a veces es tan importante o más que la estrella del film. Rubalcaba es fiel
heredero de aquél que no veía la crisis aunque le estaba pegando bofetadas a
bocajarro, de aquél que todos los días veía brotes verdes incluso en días de
nieve. Rubalcaba ha recogido el papel de “gato de Alicia”, aquel papel que
tenía Zapatero. Aquel que, en agosto de 2011, de la mano de Mariano, cambió la
Constitución española para endeudarnos traicionera e ilegítimamente. Y, a continuación,
entraron juntos en el País de las Maravillas. Aquel en que sólo viven unos
pocos, en el que evitan que entre cualquier distorsión para su realidad. Y
desde el que, para ellos y sus señores vivir cada día mejor, nos dan las
instrucciones que nos obligan a malvivir a la mayoría de la población.