El
Frente Cívico Somos Mayoría tiene vocación de cambiar la sociedad
en beneficio de esa inmensa mayoría de la población que soporta la
situación a la que nos ha abocado un capitalismo sin frenos,
depredador e inhumano, cada vez más poderoso sin contrapesos
viables. Somos ambiciosos: nos proponemos un cambio de paradigma,
para que el poder sea efectivamente democrático, y lo ejerza la
mayoría en beneficio propio, con la conciencia colectiva que se
plasma en los documentos ya creados y aceptados por las distintas
instancias sociales y políticas, incluidos los estados, a los que
esperamos poder obligar a cumplir sus compromisos nominales.
No
pretendemos inventar nada: únicamente que se cumplan los Derechos
Humanos, redactados en 1948 y refrendados por la práctica totalidad
de los estados, y a los que se suman la Carta de la Tierra y la
propia Constitución Española vigente desde 1978, que se esgrime
como espantajo para frenar algunas cuestiones pero que se ignora de
manera muy interesada para obviar otras, de marcado carácter social.
No podemos olvidar que nuestra Constitución ha sido violada con una
reforma perpetrada con nocturnidad y alevosía en beneficio de una
casta de banqueros y especuladores que son los auténticos dueños
del poder, los de arriba, más allá de que haya un partido u otro
ejerciendo el gobierno.
Por
lo tanto, nos proponemos un programa de 16 puntos, que nos sirva como
banderín de enganche de todas aquellas personas que se sientan
afectadas por el actual estado de cosas y que estén empeñadas en
salir adelante, de manera consciente y comprometida. Sabemos que no
va a ser fácil y que las cosas no se hacen solas, que hay que actuar
y que cualquier acción conlleva trabajo, cambio personal y
compromiso.
Nuestra
propuesta no es un programa para elecciones. Va mucho más allá.
Queremos ofrecer a los distintos partidos ya constituidos un
referente de lo que quiere ese 99% que no tiene el poder económico,
que ve recortados sus derechos día a día y que tiene la voluntad de
ejercer la ciudadanía que nos prometen desde todas las instancias,
nacionales e internacionales a la vez que nos la impiden
sistemáticamente.
No
somos, y no seremos en ningún caso, un partido político ni un
sindicato. Ejercemos como ciudadanos, y la persona que se una a
nosotros puede –y debe- seguir conservando su militancia en las
organizaciones que considere oportunas. La coherencia interna de cada
persona será la que determine en qué se compromete, y hasta dónde.
Como organización, estamos abiertos al trabajo colectivo y
asambleario, pero tenemos una línea de acción, de manera que no
seamos “cualquier cosa que decida cualquiera en el momento que se
le ocurra”.
Existe una línea ideológica, la que nos conduce hasta una
ciudadanía global, hasta una humanidad realmente fraternal que viva
en libertad e igualdad. Sin ideología no se puede dar un accionar
político, y sin él no cambia la sociedad. Como decía el maestro
Ferrer i Guardia, si un campo se deja sin cultivar no aparece un
bosque. Se llena de ortigas y abrojos.
Pero la ideología sin praxis es estéril y nos lleva a un divagar
eterno, que únicamente beneficia a aquellos que pretenden que todo
siga igual. Hay quien se beneficia de las discusiones eternas
tratando de convencer a los demás de que nada se puede hacer hasta
que todo el mundo esté de acuerdo en la acción.
Con los puntos que a continuación exponemos no se pretende agotar
los temas de nuestro trabajo, sino encauzarlos de manera que todas
las personas que nos integramos en el Frente Cívico Somos Mayoría
sepamos hacia dónde vamos y obremos en consecuencia. Sirven para que
podamos explicar de manera sencilla qué es lo que pretendemos, y la
ideología que consiste simplemente en vivir sobre un planeta
habitable y que busca la justicia nos guíe para conseguir unos fines
que, como nuestro nombre indica, beneficien a la inmensa mayoría.
Salario
Mínimo Interprofesional (SMI) de 1.000 euros al mes.
La propuesta de un Salario Mínimo Interprofesional de 1.000 euros al
mes no es una cuestión meramente formal y para contar con números
redondos que se recuerden fácilmente. Es una cifra que se aproxima
al 75% de la media de los países de nuestro entorno, entre los que
los gobernantes que ha habido hasta ahora se empeñan en incluirnos:
Luxemburgo (1610 euros), Irlanda (1.462 euros), Holanda (1.357
euros), Bélgica (1336 euros), Francia (1321 euros), Gran Bretaña
(1.148 euros).
Hace unos años, en pleno boom del ladrillo, se calificaba de
mileurista con un cierto desprecio al que vivía en precario. En la
actualidad, la cantidad de mil euros es un salario casi inalcanzable
para la inmensa mayoría de los trabajadores que engrosan las listas
del paro, estén o no registrados.
Recogiendo las teorías clásicas del salario, las de David Ricardo,
nos encontramos con un salario nominal que es a todas luces muy
escaso, y que no sirve para que vivan con un mínimo de dignidad las
personas que lo cobran. Si tenemos en cuenta el proceso de
endeudamiento personal que se ha dado en los últimos años,
básicamente desde que entramos en el área del euro, y los precios
pagados por las hipotecas –los alquileres no eran mejores, y todo
incitaba a la compra de la vivienda- nos encontramos con una
situación de marasmo familiar e individual, que hace imposible salir
de una pobreza que aumenta día a día, incluso en los casos en los
que se tiene un trabajo más o menos estable.
El SIM sirve también para calcular las pensiones y las distintas
prestaciones sociales, por lo que su elevación redunda en beneficio
de los grupos más desprotegidos de la sociedad. La patronal y sus
acólitos se oponen porque los obliga a repensar la apropiación
privada de beneficios que tratan de imponer -con notable éxito hasta
ahora- y obligaría a anular las reformas laborales que nos han ido
dejando sin derechos poco a poco.
Un salario mínimo que cubra las necesidades básicas de los
trabajadores es el primer paso para recuperar la dignidad y eliminar
la miseria del horizonte de todas las personas que se ganan el
sustento con su propio trabajo. Es decir, despeja el porvenir y el
presente de la inmensa mayoría.